Abril es sinónimo de Malvinas. No sólo para los argentinos. También para los ingleses, que aprovecharon la fecha para anunciar nuevos hallazgos de petróleo en el mar circundante y el refuerzo de su presencia militar en las islas, ante la supuesta amenaza argentina.
Menos evidente era el tema como parte de la campaña electoral porteña. Lo introdujo de sopetón el candidato de Sergio Massa en el distrito, para producir un golpe de efecto mediático. Guillermo Nielsen, de él se trata, le recordó a Mauricio Macri lo que opinaba de Malvinas no hace mucho.
En una carta dirigida a Macri que Nielsen se encargó de difundir a la prensa, citaba opiniones del ingeniero publicadas en La Nación en 1997. “En ese entonces decías cosas como “nunca entendí los temas de soberanía en un país tan grande como el nuestro” y continuabas “las Islas Malvinas serían un fuerte déficit adicional para la Argentina…tengo entendido que al Tesoro de Inglaterra le cuesta bastante plata por año mantener las Malvinas”.
En seguida tomó la posta otro pretendiente a sucederlo al frente del gobierno porteño. Mariano Recalde del Frente para la Victoria afirmó que las declaraciones que Mauricio Macri menospreciando la soberanía argentina sobre las Malvinas realizadas a fines de los 90, muestran al dirigente del PRO “en estado puro”.
Quizás por esa razón ni Gabriela Michetti ni Horacio Rodríguez Larreta se pronunciaron sobre el tema. Al fin de cuentas, son varios los que creen que hay que resignar las islas. Uno notorio es Jorge Lanata, quien publicó en el diario Perfil a principios de febrero que “Tenemos que afrontar el hecho de que hemos perdido la guerra, Malvinas ya no es parte de Argentina”. Posición sostenida un grupo pequeño pero representativo de la intelectualidad de derecha, entre ellos el propio Lanata, que publicó no por casualidad en el diario La Nación el 22 de febrero pasado, bajo el título de “visión alternativa”, un llamado a tener en cuenta el principio de “autodeterminación de los isleños”. El mismo argumento que utiliza el gobierno británico para justificar el refuerzo de sus posiciones militares en el Atlántico Sur, a miles de kilómetros de Gran Bretaña.
La soberanía argentina poco les importa. No hace mucho Macri se pronunció de igual manera cuando un juez municipal de Nueva York decidió arbitrariamente a favor del reclamo de los fondos buitres. Según él, lo único que podía hacerse era pagar sin chistar lo indicado por Griesa. No lo hicimos y el mundo sigue andando. Más aún. Argentina ganó el respaldo de la mayoría de las naciones ante las maniobras usureras que pretenden derrumbar el esfuerzo de todos estos años de reestructuración de la deuda externa y desendeudamiento neto, algo que ningún otro gobierno pudo hacer jamás en la historia argentina, salvo Perón.
La Nación, Lanata, Macri tienen una mirada compartida sobre el lugar de nuestro país en el mundo. Una mirada que recoge una historia, bochornosa pero no menos real, que recorre todos nuestros años como nación. Mirada muchas veces silenciada porque no resulta “políticamente correcta” y menos en tiempo de elecciones. La que llevó a proclamar a un ministro conservador en la década del 30 que “Argentina era la joya más preciada de la Corona inglesa” o la que lamentó que no hayamos sido colonia inglesa.
En buena hora que el debate político porteño trascienda la superficialidad de la eficiencia en la gestión y ahonde sobre asuntos nodales del país que somos y que pretendemos ser. Conocemos la respuesta de San Martín: “Seamos libres y lo demás no importa nada.”
Licenciado. Gerardo Codina
Miembro del Consejo Editorial de Tesis11