Algunas reflexiones sobre la experiencia de las fábricas recuperadas.
José Itzigsohn (sociólogo radicado en Estados Unidos)
La democracia industrial es una de las fronteras contemporáneas de la vida democrática. Dado que pasamos una gran parte de nuestra vida en el trabajo seria natural demandar que los lugares de trabajo se organicen de forma democrática. Sin embargo, la experiencia histórica muestra que esto no es tarea fácil. En este trabajo discuto brevemente los hallazgos de una investigación de varios años sobre el funcionamiento de las empresas recuperadas en Argentina. Al recuperar la empresa los trabajadores optan por la autogestión democrática, con la asamblea de trabajadores como el lugar donde se toman las decisiones. Uno de los aspectos que a mí me resultan más fascinantes de la experiencia de las empresas recuperadas es que los que participan—salvo algunas excepciones—no militantes de izquierda, ni personas que creían en el cooperativismo. Son trabajadores que ante la alternativa de quedarse en la calle en una situación de crisis toman una medida radical como es apropiarse de la empresa y ponerla a producir para ellos. Por lo tanto analizar los éxitos y las dificultades de los trabajadores de las empresas recuperadas es un indicador de las posibilidades de reorganización de la vida económica sobre bases democráticas.
Para formar la cooperativa los trabajadores tienen que designar un consejo de administración. En las empresas que observe encontré que muchos trabajadores tienen reticencia a tomar posiciones directivas por temor a la responsabilidad. En una de ellas un trabajador que había sido tesorero renuncio porque comentaba que no podía sobrellevar la responsabilidad de que el bienestar de todos sus compañeros caiga sobre él. Muchos trabajadores se encuentran más cómodos en las funciones de producción que dirección. Esto puede llevar a la delegación de decisiones en un estrato dirigencial que con el tiempo desarrolle intereses propios. Muchas cooperativas han transitado este camino. Sin embargo, en la mayoría de las empresas hubo rotación en la composición del consejo de administración.
La asamblea es la encargada de monitorear al consejo de administración y de tomar las decisiones que este debe implementar. Según la normativa que rige a las cooperativas la asamblea se tiene que reunir una vez al año para aprobar los balances, decidir lo que hacer con el excedente, y elegir un nuevo consejo de administración. La asamblea también puede ser convocada en forma extraordinaria por los trabajadores o por el consejo de administración. En un principio los trabajadores de las empresas recuperadas decidieron reunirse con más frecuencia. La recuperación fue el resultado de un proceso de movilización y los trabajadores querían tomar parte en todas las decisiones. Sin embargo, la toma de decisiones por asamblea conlleva tensiones importantes. Por un lado, a la asamblea le resulta difícil procesar diferencias de opiniones o de intereses fuertes. Estas tensiones pueden llevar a la fractura del grupo o transformarse en enfrentamientos personales duraderos. Por otro lado, si bien en teoría la democracia asamblearia les permite a todos los miembros de la empresa recuperada participar en la toma de decisiones, no todos los miembros tienen la misma capacidad de articular ideas, hablar en público, o aceptar ser criticados en público. Estas diferencias individuales condicionan la habilidad de las diferentes personas de participar en la toma de decisiones. Estas tensiones, como veremos, pueden afectar el nivel de participación de los trabajadores en la asamblea.
La asamblea debe decidir sobre la organización del trabajo cotidiano y sobre la estrategia de la empresa. De mis conversaciones y entrevistas surge que en las asambleas se tratan temas tales como:1
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Problemas de la actividad económica cotidiana: Uno de los primeros procesos de aprendizaje en las empresas recuperadas fue establecer criterios sobre que decisiones corresponden a la asamblea y que decisiones se delegan en el consejo de administración. En un principio en muchas empresas la asamblea discutía absolutamente todo. Con el tiempo hubo delegación de decisiones en gente que cumple funciones específicas.
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Cuestiones de organización del trabajo: cómo organizar el proceso de trabajo, cuantas horas trabajar y también como controlar que la gente viene a trabajar. Muchas empresas recuperadas en un principio se negaban a poner un reloj para marcar entradas y salidas porque les recordaba al tiempo en que trabajaban bajo patrón. Sin embargo, todas tuvieron que encontrar una manera de controlar las entradas y salidas.
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Cuestiones de disciplina en el trabajo: en general se discuten temas como premios al presentismo, castigos por ausentismo, sanciones a trabajadores por problemas específicos. Hay gente que ve en esto la reproducción de las viejas estructuras del tiempo anterior a la recuperación. Sin embargo, no hay organización que funcione sin normas y sin mecanismos para implementarlas. La diferencia es que en las empresas recuperadas son los trabajadores los que deciden e implementan los reglamentos y en muchas empresas los trabajadores han ido cambiando los sistemas de disciplina a medida que veían las consecuencias de la implementación de diferentes medidas disciplinarias.
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Temas de estrategia económica, tales como la manera de organizar la venta, ganar mercado, o la publicidad. Los trabajadores de las empresas recuperadas han tenido que aprender cómo enfrentarse a las imposiciones del mercado y lo han hecho con diferentes niveles de éxito. De hecho, en tanto empresas que operan en mercados las empresas recuperadas—al igual que las cooperativas en general—no se diferencian de las empresas comunes, y como estas, algunas se adaptan bien al mercado y otras no. La diferencia es que las empresas recuperadas, al no tener como objetivo la ganancia, tienen más capacidad de superar situaciones económicas difíciles.
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El uso y reparto del excedente. Al final de cada año las cooperativas deciden qué hacer con parte del excedente anual que puede ser usado para inversión, puede ser mantenido como un fondo para resolver problemas que vayan surgiendo o puede ser repartido entre los trabajadores. Este tema es un punto de conflicto entre los concejos de administración que quieren usar el dinero para inversión o mantenerlo para que esté disponible en caso de necesidad y los trabajadores que pueden tener ingresos mejores o peores, pero que en todo caso no son muy altos y quieren contar con el excedente para afrontar sus dificultades cotidianas.
Los trabajadores comentan que las asambleas pueden ser duras, que se arman discusiones fuertes y no todos se sienten cómodos hablando en ella. Muchos eligen no participar porque sienten que no pueden hablar, porque sienten que las decisiones no se implementan, o porque simplemente no tienen interés. Las fracturas y las heridas que a veces produce la toma de decisiones democrática son reales en algunos de los casos que estudie. La asamblea en algunas empresas se reúne regularmente mientras que en otras lo hace en forma más espaciada. El momento concreto en que se reúne la asamblea también es un tema importante. Muchos no participan porque la asamblea se reúne al finalizar su turno y no quieren quedarse luego de un largo día de trabajo. Algunas empresas no pueden o no quieren parar el trabajo para reunirse. Otras se reúnen más o menos regularmente, pero no todos los trabajadores pueden asistir a la asamblea porque no todos pueden dejar sus puestos de trabajo. El hecho de que la asamblea se reúna seguido depende de la capacidad de la empresa de parar el trabajo en un momento en que la mayoría de los trabajadores puedan asistir y del compromiso político que exista en la empresa con la toma de decisiones por asamblea. Sin embargo, aun en los casos en que la asamblea no se reúne frecuentemente, cuando se plantean temas controversiales, como temas de disciplina, cambios en el trabajo, o el reparto de fin de año, los trabajadores participan.
Uno de los grandes meritos de los trabajadores de las empresas recuperadas es que sin planteárselo previamente ni prepararse para ello consiguieron crear empresas que se dirigen en forma democrática. Esta es una experiencia que debe ser difundida e imitada. Es cierto que se plantean problemas, a veces serios problemas, que en muchos casos se expresan en una caída en la frecuencia con la que se reúne la asamblea y/o en una caída en la participación de los trabajadores. Sin embargo, aun en aquellas empresas en las que la asamblea no se reúne regularmente, esta les da a los trabajadores una instancia para hacer oír su voz en los temas que los tocan directamente. La experiencia de las empresas recuperadas muestra que la democracia en el lugar de trabajo es complicada pero posible. Es importante estudiarla para aprender cómo se puede hacer frente a los problemas que se generan en el proceso de autogestión y como se puede consolidar la democracia en el lugar de trabajo.
1 Debo acotar que durante mi investigación no presencie asambleas pero si mantuve un gran número de conversaciones con trabajadores sobre su percepción de lo que sucede en las asambleas y sobre sus actitudes frente a este mecanismo de toma de decisiones.