La EPD (Estructura Productiva Desequilibrada) y la Oligarquía Negociadora Cipaya Argentina: resumen para un marco conceptual

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(argentina/economía)

Bruno Capra y Alejandro Romero

*En Argentina el proceso histórico ha generado una concentración de poder en manos de una minoría oligárquica que domina y explota el territorio y a su población en asociación constante con intereses extranjeros. Los intentos de derrotarla tuvieron éxitos transitorios, no definitivos. Hoy vivimos una situación formalmente democrática pero de real y material condicionamiento, explotación y sometimiento oligárquicos y neo-coloniales.*

Estrategia

Para comprender la intención de nuestro escrito y poder seguir su desarrollo, debemos tocar el por qué consideramos imprescindible que la militancia comprenda lo que nos pasa. Para eso, pensamos conveniente desarrollar la materia ESTRATEGIA a fin de poder identificar sin equívocos quiénes son nuestros enemigos.

La Estrategia es un conjunto de conocimientos que se enriquecen con la experiencia.

Es un método de pensamiento que permite clasificar y jerarquizar los acontecimientos, para luego elegir los cursos de acción más eficaces al fin propuesto.

Normalmente tenemos dos contendientes: uno, nosotros, el sector Nac. y Pop; y, dos, nuestros enemigos, que es lo que pretendemos identificar.

Esto es complejo, y en todo tema complejo hay un álgebra subyacente.

La irracionalidad, siempre presente, debe considerarse racionalmente.

Definición:

La Estrategia es el arte de la dialéctica de las voluntades que emplean la fuerza para resolver su conflicto.

O sea, básicamente, es: un duelo de voluntades.

Un duelo que se caracteriza por:

• La elección de las maniobras para alcanzar el punto decisivo. Ambos contendientes hacen lo mismo. El éxito será del que logre detener la maniobra del adversario y dirigir la propia hacia el objetivo.

•   Un duelo por la propia “Libertad de Acción”

Son complementarias de la estrategia:

La táctica, que es el arte de emplear los recursos disponibles.

La Logística, que es la ciencia de los movimientos y los abastecimientos.

Regla Básica: Conservar la Libertad de acción

Para eso hay que saber:

  1. El punto que se quiere alcanzar: hacia dónde nos conduce la lucha; para qué luchamos;
  2. Quién es el enemigo, por qué es nuestro enemigo, y cómo opera.

Obstáculo estratégico

En Argentina el proceso histórico ha generado una concentración de poder en manos de una minoría oligárquica que domina y explota el territorio y a su población en asociación constante con intereses extranjeros. Los intentos de derrotarla tuvieron éxitos transitorios, no definitivos. Hoy vivimos una situación formalmente democrática pero de real y material condicionamiento, explotación y sometimiento oligárquicos y neo-coloniales. Gran parte de la población ha naturalizado esa situación de sometimiento como si fuera una fatalidad, y no una realidad histórica modificable.

El núcleo de la estructura de dominación a transformar es lo que exponemos a continuación.

Las EPD y la ONCA

La sigla EPD refiere a la Estructura Productiva Desequilibrada, concepto acuñado por Marcelo Diamand a mediados del siglo pasado para caracterizar el régimen de apropiación y de acumulación de nuestro país (y, como se vio después, del resto de los países de América Sur, todos pos-coloniales).

EPD. Es un cierto tipo de estructura productiva y social, que consta de tres elementos básicos y fundamentales, cuya combinación forman el sistema llamado Estructura Productiva Desequilibrada.

Son ellos:

  1. Una base material de recursos naturales transables disponible para la exportación y de alta productividad en términos internacionales: la pampa húmeda, la cordillera y sus minerales; el mar argentino; el subsuelo y sus recursos energéticos; la selva y su biodiversidad; el viento patagónico; el Estado nacional y el ahorro nacional heredados de épocas dominadas por proyectos nacionales y populares, etcétera. Esa base material contrasta con otros sectores de productividades internacionalmente bajas (el sector industrial, por ejemplo).
  2. Un sector social dominante que, por medio de la violencia física, del derecho de propiedad y de distintos mecanismos de extorsión, soborno y control social, se apropia de esos recursos de modo exclusivo y los explota rentísticamente, haciendo de ello el corazón del sistema económico nacional, sin encarar desarrollo alguno de otros sectores (industria, ciencia, tecnología, etcétera).
  3. Un ordenamiento jurídico, político y social diseñado, instalado y defendido por ese sector social (y por sus socios transnacionales) para facilitar y garantizar esta explotación oligopólica y esta apropiación y dominio excluyentes de la renta generadas.

El sector social al que nos referimos es lo que se llamó en un origen Oligarquía, nombre que subraya su carácter atrozmente minoritario y no democrático, y que hoy proponemos conceptualizar como Oligarquía Negociadora Cipaya Argentina (ONCA).

ONCA. La ONCA es el actor social que, desde el triunfo del proyecto unitario, oligárquico y “vende-patria” encabezado emblemáticamente por Bartolomé Mitre, a mediados del siglo XIX, consolidó, amplió y actualizó varias veces el esquema básico de explotación rentística y dependiente del territorio y la población argentinos que fue definido por aquella generación: la EPD argentina.

Actualizaciones. Lo actualizó en la década del 30, con los comienzos de una industrialización dominada por los capitales extranjeros, principalmente norteamericanos, en 1955-73 (revolución “libertadora”, FMI, etc), en 1976-83 (primera ola de destrucción industrial y de la economía social; Ley de entidades financieras, etc.), en 1990-1997 (primera etapa del menemismo: privatizaciones, CIADI, concesiones de los servicios públicos, etcétera), y en 2016-2019, proceso en curso.

Ampliaciones. La ONCA, a la luz de las oportunidades epocales, también fue ampliando este modelo de explotación “desequilibrada”, agregando a la Pampa Húmeda, la cordillera, el mar argentino y el ahorro nacional, explotado masivamente, a través de los circuitos de acumulación financiera y por medio de las privatizaciones y las concesiones, desde 1976 (aunque con antecedentes desde la época de Rivadavia).

Incluso durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner se produjeron avances de este modelo, con la explotación sojera del territorio agrícola, con la minería (800 nuevos emprendimientos mineros sin tecnología nacional, todos extranjeros y sin un solo empresario de capital interno), y la pesca.

Renovación de sus miembros. A lo largo de esa historia la ONCA se renovó: nuevos apellidos, inmigrantes y nuevos ricos, se incorporaron a ese sector dominante mediante alianzas familiares o simplemente por medios económicos, sin alterar lo esencial del mecanismo de explotación de la renta generada por recursos de alta productividad, por el Estado y por la población argentinos.

Negocios, intermediación y coloniaje. Desde siempre, uno de los mecanismos por medio de los cuales sus miembros, o los aspirantes a formar parte de ella, se enriquecieron, consistió en facilitar a empresas o potencias extranjeras la explotación de los recursos o del ahorro nacional. Es decir, aprovechar todos los recursos jurídicos y políticos disponibles (o generarlos) para ser agentes de negocios de intereses capitalistas mayores, por lo común extranjeros: primero británicos, luego mayoritariamente estadounidenses, aunque también europeos, sin descontar otras “asociaciones”, menos frecuentes. De allí que los estudios de abogados jueguen un papel tan importante en la reproducción de la EPD y la ONCA, y que la justicia (como el ejército y la iglesia) esté colonizada por la ONCA.

Por eso proponemos llamar a ese sector “dominante” argentino: Oligarquía Negociadora Cipaya Argentina. Argentina, porque las hay, equivalentes, en los otros países de América del Sur, que deben, en parte, su carácter de naciones separadas, y no de partes de la Patria Grande Sudamericana, a la acción de esas oligarquías y de sus socios (a menudo sus mandantes) internacionales.

Instituciones de reproducción de la explotación rentística y el sometimiento. La constitución de 1853, como la de 1994, los acuerdos de inversiones que originaron el CIADI, los tratados de libre comercio, gran parte de los códigos Civil y Comercial, los monopolios (en los últimos tiempos, sobre todo los mediáticos), los lobbys institucionalizados, durante largos períodos los programas de la escuela pública, fueron y son todos instrumentos jurídicos, políticos y sociales de consolidación y reproducción del orden de las EPD y la ONCA, el orden rentístico-dependiente, o neo-colonial.

América del Sur, las EPD y las ONC’s. Los países de América del Sur, que surgieron todos del proceso independentista (salvo, quizás, Brasil, que fue durante varias décadas todavía sede del Imperio Lusitano) padecieron todos, durante los siglos XIX y XX, guerras civiles o conflictos intestinos violentos (dictaduras, por ejemplo) que dieron invariablemente por resultado el dominio de las oligarquías criollas. El caso de Paraguay es excepcional, porque fue arrasado por sus vecinos Argentina y Brasil, ya dominados por las ONC. En todos los casos, el imperio británico primero, los EEUU después, supieron aprovechar y fomentar esta situación. Así se configuraron y reprodujeron en todos nuestros países, de acuerdo con distintas fuentes de bienes primarios, las EPD’s de cada uno, y las Oligarquías Negociadoras Cipayas (ONC´s) de cada caso.

Haciendo una muy somera enumeración podemos identificar algunos sectores para cada país.

Argentina: sector agropecuario; minería; pesca; energía eólica (en creación); Vaca Muerta (intento de consolidación a futuro); mares del sur (en litigio). Chile: minería; madera; silvicultura; especialidades agrícolas. Uruguay: sector agropecuario; sector financiero. Paraguay: energía hidroeléctrica; sector agropecuario. Bolivia (país que corrigió): guano; estaño; gas. Perú: pesca y minería. Ecuador: petróleo. Colombia: café, cacao… Venezuela: perlas, petróleo, mineral de hierro, energía hidroeléctrica. Brasil: caña de azúcar (en Nordeste); minería (en Minas Gerais); petróleo; sector agropecuario.

Situar los conceptos

Para terminar este documento queda sacar algunas conclusiones generales que tienen que ver con el lenguaje de la política. Es importante mostrar que los conceptos que usamos en política y en economía deben estar “situados”: los mismos términos no tienen el mismo significado y sentido en nuestros países descentrados y dependientes en el sistema-mundo, dominados por las EPD y las ONC, que en los países centrales y dominantes.

¿Derechas?

Por eso parece a todas luces improcedente ubicar la contradicción política principal en nuestros países como una contradicción entre “izquierdas” y “derechas”. Estos son términos que tiene todo su sentido en los países “centrales”, sobre los que no pesa una relación de dominación internacional y que no tienen estructuras desequilibradas, ni son dependientes. En esos países, las derechas defienden intereses nacionales; minoritarios y elitistas, pero nacionales. En nuestros países, en cambio, el mismo sector dominante que promueve un orden social elitista y conservador, excluyente, carece de intereses nacionales: está completamente identificado con los intereses de la oligarquía internacional -o con alguna de las oligarquías de los países centrales-: sus principales socios, cuando no mandantes.

Con lo cual, la oposición central en la política de nuestros países es la oposición entre los Pueblos de nuestras naciones, que incluyen también a los sectores propietarios de capital nacional interno, en especial a los industriales de estas características, y las Oligarquías Negociadoras Cipayas de cada caso, todas vende-patria.

Otro tipo de posición nacional y de “nacionalismo”

Cabe señalar, que los conceptos de pueblo, nación y nacionalismo no tienen el mismo sentido en nuestros países, de la semiperiferia o la periferia del sistema-mundo, que en los países centrales. Allá, las posiciones nacionalistas suelen ser xenófobas, belicistas, y culturalmente reaccionarias, de derechas, cuando no racistas, porque ocultan el conflicto principal, que es un conflicto de clases, suplantándolo por un conflicto nacional (entre naciones) o étnico (entre pueblos).

No ocurre lo mismo en los países de la periferia y la semiperiferia del sistema mundial, sometidos y dependientes, donde ser realmente nacionalista implica ser anti-imperialista o anti-colonialista (como se prefiera), y, por lo tanto, luchar por la integración en la Patria Grande, y por la integración con justicia social de todos los sectores sociales no oligárquicos.

Lo que excluye la xenofobia ideológica (no los casos particulares) y el belicismo, promoviendo en cambio la integración cultural y étnica y el pacifismo internacional (con nuestros vecinos de América del Sur y con otros países periféricos o semiperiféricos principalmente, pero también en general, dado que la promoción de la multipolaridad es esencial para los intereses nacionales y populares de los países con estas características).

Los nacionalismos verdaderos, en estos países, son, por eso, social y culturalmente “progresistas”, y no “reaccionarios”. No ocultan el conflicto social, de clases, sino que lo articulan con el conflicto entre Patria Soberana y poder internacional dominante: metrópoli imperial o sector globalizado dominante (el sector financiero internacional, por ejemplo).

Los objetivos estratégicos básicos del Proyecto Nacional

A partir de lo expuesto se pueden señalar algunos objetivos estratégicos básicos para el proyecto nacional. El razonamiento es simple: si las EPD y su explotación transnacional, mediada y facilitada por la ONCA (es decir, su exacción y desnacionalización, que priva al pueblo argentino de los beneficios de esas rentas) es la principal causa del secular “atraso” y de la desigualdad y subordinación de nuestro país, entonces la condición de posibilidad para cualquier proyecto de “desarrollo”, incluso aquel que contemple el despliegue de industria y ciencia propias, es la recuperación nacional y popular de esos bienes y sectores, o al menos de la renta que generan. Sin esa recuperación, volveremos a caer en los famosos ciclos de stop & go, expansión y ajuste, que tanto daño han hecho a la Argentina y su pueblo. Para que una política de recuperación nacional de la renta de los sectores de alta productividad, hoy en manos extranjeras, sea posible, es necesario no sólo el triunfo electoral de un gobierno que motorice ese proyecto, sino, sobre todo, generar el sujeto social, el bloque socio-histórico que haga suyo el proyecto y sea capaz de defenderlo contra los poderosos enemigos que sin duda tiene. Ese bloque socio-histórico, ese sujeto social, será necesariamente multi-sectorial. Pero la historia argentina nos permite sospechar que su núcleo no será el gran empresariado sino que debería ser una coalición de sectores populares y mediano-empresarios.

Dicho esto, enunciemos los principales objetivos estratégicos que concebimos. No agotan la lista, pero derivan de lo anterior:

  1. Desdolarización general de la economía y recuperación del prestigio y la eficacia funcional de la moneda nacional; nueva ley de entidades financieras.
  2. Apropiación nacional de los bienes primarios o commoditties, o al menos de la renta por ellos generados, de cada una de las áreas que configuran la estructura productiva desequilibrada de la Argentina
  3. Apropiación por parte de la Nación del ahorro nacional, que hoy se fuga
  4. Desarrollo, a partir de la renta de todos los sectores de alta productividad natural y del ahorro nacional, de cadenas de valor agregado todo lo largas y completas que se pueda (desde la ciencia nacional asociada hasta el producto de consumo final, pasando por la generación de bienes de capital y de bienes intermedios): no hay desarrollo sin desarrollo científico, tecnológico e industrial
  5. Despliegue de una estrategia de “desconexión” (en el lenguaje de Samir Amin), autonomía reproductiva estructural, o auto-centramiento, con integración sistémica hacia adentro y promoción de la integración productiva y de proyecto en el seno de la Patria Grande: constitución de un sistema nacional integrado que reemplace la desintegración subordinadora y dependiente.
  6. Gestación de un nuevo marco institucional, jurídico y político: reforma del Estado y nueva Constitución, que permitan la perpetuación en el tiempo de un régimen de integración y auto-centramiento sistémicos, justicia social, independencia económica, y soberanía y democracia política reales y populares.
  7. Política exterior de promoción de la multipolaridad y de alianza estratégica sudamericana.

Buenos Aires, 01/03/2019 (versión IV)

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