Miguel Catalá*
Es conveniente reflexionar sobre las características económicas, sociales y culturales que definen el escenario actual de la disputa por la distribución de la riqueza en el agro.
Pensar nuevas políticas para el agro argentino no debiera suponer adoptar un sentido nostálgico en relación al intervensionismo estatal que perfilado desde los años 30 caracterizó a la Argentina desde la década del 40 hasta la del 70. Es necesaria la intervención del Estado en el sentido de evitar o corregir desigualdades de hecho (garantizar precios sostén, estimular producciones alternativas, garantizar mercados, declarar emergencias y asistir en consecuencia a los productores) eso, además, es la función del Estado, en términos clásicos, en la sociedad capitalista. Por otra parte conocemos la histórica relación entre chacareros y capitalismo y a partir de allí el tenor de una reforma agraria auspiciada por la FAA. Esto es una reforma agraria que implica un cuestionamiento a la gran propiedad (latifundistas, terratenientes) o a la gran empresa de explotación agrícola de origen financiero, y que se propone derrotarlos en tanto fuerzas opositoras al desarrollo rural que es decir a una agricultura con agricultores pero, sin que ello signifique una pretensión de modificar o alterar al modo de producción capitalista.
Es conveniente, no obstante, reflexionar sobre las características económicas, sociales y culturales que definen el escenario actual de la disputa por la distribución de la riqueza en el agro, donde se han transformado los modelos de producción y por ende los productos (en su elección, calidad y cantidad) y los productores. Debemos asumir que el sujeto productor y el sujeto vinculado a los trabajos rurales así como la vida cotidiana en los pueblos de campo, neoliberalismo mediante, han sido radicalmente transformados.
BREVE REPASO HISTÓRICO
En 1912 la cuerda que ataba a los chacareros al yugo de los terratenientes no daba mas, sus filamentos se debilitaban debido a la crisis del “modelo agroexportador” y la fuerza de los inmigrantes que veían postergarse año tras año su sueño de prosperidad pudo tensarla y cortarla.
Por causa de la prolongada sequía se había perdido una cosecha de maíz y el polvo de los caminos se levantaba con frecuencia inusitada debido al tráfico de sulkis que iban de chacra en chacra convocando a la huelga.
Los atrios de las Iglesias de Alcorta y Máximo Paz se constituían en escenarios de auténticos mitínes donde, sendos párrocos, los curas Netri instaban a los chacareros a organizarse para defender sus derechos.
Las libertades capitalistas como la libre contratación y en condiciones de mayor igualdad entre los contratantes estaban en el centro de las demandas de los agricultores. Pues ellos se sentían avasallados desde el punto de vista legal y social y engañados en sus expectativas económicas.
Los estancieros contrataban chacareros para que estos asumieran el costo del primer laboreo de las tierras pues a ellos les interesaba que quedaran culturizadas y en condiciones aptas para sembrar mejores pasturas (alfalfa) para la ganadería.
A los chacareros, en cambio, les interesaba sembrar y cosechar trigo, maíz y lino en un marco de dignidad que cumpliera en parte con las promesas del manual del inmigrante: tierra, arraigo y prosperidad familiar. No creían ya en la posibilidad de una tierra dada, habían entendido que la tierra en la Argentina tenía dueño. Pero sí pujaban por la posibilidad de “hacer capital” trabajando. Y para ello era condición la estabilidad que para el caso se traducía en que los contratos de arrendamiento fueran duraderos y no por plazos de hasta tres años máximo. Pues solo con el contrato duradero podían prorratear el esfuerzo de la desmalezada, usufructuar el hallazgo del agua y afirmar la vivienda precaria rodeándolo, incluso, de huertos y flores que ayudaran a la economía familiar y embellecieran el desolado estar en la inmensa pampa.
Con esos móviles los Chacareros de toda la pampa húmeda protagonizaron el emblemático “Grito de Alcorta”. Esa gesta dio origen al Movimiento Agrario Argentino en tanto desembocó en la creación de la Federación Agraria Argentina. Así es que la entidad FAA nació como el gremio de los productores directos desposeídos de la tierra.
Durante las primeras décadas de su existencia la FAA constituyó la herramienta organizacional, por excelencia, de todos chacareros que luchaban por las mejores condiciones de contratación y por la propiedad de la tierra.
Era también el tiempo de los acuerdos con los sindicatos de obreros rurales mas moderados como la FORA
Los esfuerzos de esa lucha vieron década tras década y de modo paulatino algunos resultados favorables. Así se sucedieron las leyes de arrendamientos que iban mejorando en especial la calidad del tiempo de vigencia del contrato lo que permitió a los agricultores arraigar y desarrollar más instrumentos institucionales que implicaran a su vez más necesidad y más posibilidades de arraigo como lo fueron los clubes. Arraigo para los agricultores inmigrantes significaba estabilidad en términos de superar el nomadismo al que eran empujados año tras año por la dinámica de los contratos anuales, significaba también la posibilidad de prosperar en todo sentido: económico, social, educacional y cultural, afincándose en una tierra en tanto recurso mucho mas con la idea de permanencia y trabajo que con la idea de propiedad en términos especulativos. Arraigo significaba, entonces, libertad.
Los clubes de FAA comienzan a existir en el año 1930 por iniciativa del entonces Presidente de la entidad Esteban Piacenza. Ambiente ideal para la necesaria sociabilización de una juventud que Piacenza consideraba susceptible de misantropía, los clubes también constituyeron nuevos ámbitos de militancia federada e instituciones subsidiarias para una educación que el estado estaba lejos de garantizar.
En el año 1930 y como producto de la crisis del sistema capitalista en su conjunto -que condujo entre otros efectos al Krash de Wal Street- los productores agropecuarios en general y los chacareros en particular sufrieron las consecuencias y la entidad que había contraído créditos para su crecimiento institucional que se cifraba nada mas ni nada menos en la construcción de un edificio de magnitudes y calidad consecuente con el modelo arquitectónico de la argentina moderna y que serviría para oficinas, salas de reuniones y hotel para cuando las familias de chacareros necesitaran viajar a Rosario (en especial por problemas de salud) entró en una espiral de endeudamiento. A los efectos de salvar a los productores que habían puesto su firma garantizando el crecimiento de la organización, y frente a la intransigencia de las autoridades del Banco Nación, (vinculados al ruralismo) los dirigentes de la entidad optaron por declarar su primer quiebra histórica.
En la década del 30 se produjeron en la argentina los primeros síntomas de intervensionismo estatal. Con intenciones de proteger sus propios intereses los conservadores tomaron el gobierno ( a través del golpe) y desde allí definieron un intervensionismo defensivo que ayudara a regular las relaciones entre sus mercancías (las vacas) y los compradores extranjeros, en especial Gran Bretaña: un claro ejemplo de ello es el pacto Roca Runciman. Pero lejos de agotarse en los mezquinos intereses de los terratenientes en sí mismos e imbuido de la impronta histórica de la época: Neww Deal y Estado de bienestar en Europa –aparejado a un estatismo y armamentismo de corte netamente fascista-, en la nuestro país esa década conservadora cimentó lo que después, en los 40, sería la versión argentina del Estado del bienestar: El peronismo. La prédica de los gobiernos conservadores en contra del latifundio improductivo llevó a la concreción de instituciones como las juntas….. y la creación de el CAN (Consejo Agrario Nacional)
Consolidado el poder Peronista que había comenzado a prefigurarse en 1943, los chacareros continuaron su lucha en contra de los terratenientes y el resultado de ello fue la reglamentación en 1948 de la ley 13246 de arrendamientos y aparcerías rurales. Con esos instrumentos se hecho a andar un dispositivo de colonización de la tierra pública y división de latifundios privados que la FAA motorizó a través de su consecuente lucha gremial.
Agotado el tiempo de las colonizaciones y los loteos de latifundios, que es decir agotado el modelo mercado internista y de industrialización sustitutiva de importaciones que caracteriza nuestro intento de “estado de bienestar” la entidad se fue convirtiendo en la defensora de los pequeños y medianos capitalistas rurales y se avocó a un crecimiento hacia adentro vinculado a los servicios. De tal suerte que hacia finales de los 80 constituía una de las compañías de seguros más importantes de la República Argentina en especial en el interior del país.
En la crisis de los 90 los chacareros (o sus descendientes) nucleados en la FAA, en tanto víctimas del ajuste neoliberal, protagonizaron grandes piquetes. Es muy recordado por la familia federada el piquete del 94 o 95? Donde perdiera la vida el Secretario Gremial Mariano Echaguibel. Hacia finales de los 90 la entidad -en un claro acercamiento a otros sectores de la sociedad y en consecuencia con sus postulados fundacionales y la política de sus primeras décadas- participó decididamente en el FRENAPO (Frente Nacional contra la pobreza) cuya propuesta central era la de crear un seguro de formación y empleo para los trabajadores desocupados que contemplara una remuneración a ala altura de la canasta familiar para generar así un shock redistributivo que sacara al pueblo argentino de la crisis por la vía de la recuperación del mercado interno. Pero para la misma época la FAA entraba en el camino de su segunda quiebra histórica como efecto de la debacle de la compañía de seguros.
En el año 2000 un grupo de militantes federados que en su mayoría habían permanecido al margen de las funciones activas de la entidad pero no de la álgida militancia sectorial que caracterizara la década del 90, entendieron la necesidad de ponerse al frente de la quebrada organización y asumieron la tarea de refundarla. Así es que se reunieron en la emblemática localidad de Alcorta y en compañía de dirigentes del amplio espectro social argentino como Victor Degennaro, Hector Quagliaro, Carlos Heller y otros pergeniaron las líneas de acción de una Federación Agraria Argentina que retomando sus banderas fundacionales entrara al siglo XXI como un auténtico motor del Movimiento Agrario Nacional.
En ese sentido y con la clara intención de incorporar al movimiento a todos los pequeños y medianos productores del país se organizó en el 2004 el Primer Congreso Nacional y Latinoamericano sobre Uso y Tenecia de la Tierra bajo la consigna La tierra para qué?, Para quienes?, Para cuantos?. De allí en más se consolidó en las filas federadas la presencia de organizaciones de pequeños productores de las regiones extrapampeanas y fueron tomando forma las nuevas ideas de los dirigentes como Buzzi, Barchetta, Ciccioli, Orsolini, Forte, Peretti, Quarleri, Rossi y otros bajo el concepto de Agricultura Familiar.
En el mencionado congreso la FAA consolidó la creación de su propio departamento de desarrollo rural. Ese departamento es el responsable de implementar políticas de desarrollo para los campesinos de las regiones extrapampeanas
Para la FAA, oriunda de los pueblos de la pampa húmeda que nacidos al impulso del modelo agroexportador (1880-1930) supieron albergar el trabajo y los sueños de miles de chacareros, es preocupante la realidad cotidiana que nos muestra la fuerte tendencia a la desaparición de muchos de esos pueblos que, así como las casas de los campos, las aguadas, los montes frutales, vemos recular frente a la avasallante imposición de los cultivos agroindustriales y la consecuente hiperconcentración de trabajo y recursos.
Los capitalistas cuyos capitales en la mayoría de los casos son de origen extraagropecuario y que se constituyen en los famosos “pooles de siembra” están comprando al productor: a su historia, al sueño de sus abuelos de hacer la América, al futuro de sus hijos, a la cultura del capital productivo que junto al trabajo cotidiano constituye la ciudadanía y la dignidad, pagándole en concepto de arrendamiento un precio mayor al que obtendría trabajando. El resultado es previsible: Eliminado el productor en sí irán definitivamente por el recurso sine qua non, la propiedad lisa y llana de la tierra.
Para que el modelo de producción agropecuaria en que se encarrile la argentina vuelva a ser el que descansando en el capital productivo y la función social de la tierra tenga como protagonistas centrales a las familias de productores, con sus consecuencias de diversificación productiva y sustentabilidad son necesarios entre otros requisitos políticos algunos instrumentos legales.
Para ello la FAA ha elaborado un Proyecto de ley de arrendamientos y aparcerias rurales que junto a la insistente propuesta de la creación de un Instituto nacional de Tierras constituyen en lo estratégico el plan de acción gremial para los próximos años.
1. Proyecto de ley de Contratos Agrarios
La reforma de la legislación de contratos agrarios constituye una herramienta trascendente para enfrentar los principales problemas diagnosticados por FAA en el uso y tenencia de la tierra: concentración, desplazamiento de los agricultores a manos de emprendimientos de escala (sociedades de capital, fondos de inversión, fideicomisos, pooles, etc.), “agricultura sin agricultores”.
Efectivamente, a la concentración propietaria se ha sumado en los últimos años esta concentración de la tenencia de la tierra por vía contractual, agravando la exclusión y desaparición de los agricultores tradicionales, y generando una situación de inestabilidad resultante de los cortos plazos contractuales y la renegociación constante, con alza sostenida de los precios de arrendamientos como producto de la competencia por la tierra, como así también la amenaza por la misma causa a la conservación de los suelos.
La ley 13.246, dictada hace casi sesenta años, tenía como finalidad facilitar la estabilidad del productor y la equidad en las relaciones con el propietario. Como puede apreciarse en los interesantes debates parlamentarios, aún los detractores del proyecto admitían la necesidad de afianzar la estabilidad del agricultor-arrendatario y su explotación, otorgarle poder de iniciativa y autonomía respecto del propietario, e impedir situaciones inequitativas en los precios; a ello apuntaba el sistema de plazos mínimos (cinco años con opción a tres más), autorización y compensación de mejoras, relación entre aportes y proporción en los repartos, como así también los mecanismos de revisión y remisión ante desequilibrios y contingencias propias de la actividad agraria ajenas a las partes. Por su parte, la prohibición de explotación irracional del suelo introducía una temprana previsión conservacionista.
Esta legislación fue paulatinamente vaciada en sus aspectos esenciales, culminando el deterioro con el dictado de la ley 22.298 de l980, que eliminó las principales normas de resguardo al productor y disminuyó el plazo mínimo a tres años facilitando así la generalización de los contratos “accidentales” por una cosecha.
Sin embargo, la mera reposición de la legislación originaria no resulta ahora adecuada, pues evidentemente los actores han cambiado, con el ingreso de los emprendimientos de escala como arrendatarios. Igualmente, no pueden obviarse otras transformaciones en el sector de los pequeños productores y propietarios. Por eso, cuando FAA dispuso iniciar el estudio de una propuesta de reforma de los contratos agrarios, se desarrolló una encuesta sobre el problema que abarcó gran parte del país, cuyos resultados fueron tenidos en cuenta en las discusiones posteriores. La elaboración de un proyecto de ley, concluyéndose en este momento, es producto de esas discusiones y aportes de la Comisión que FAA convocó y mantuvo reuniones periódicas a lo largo de este año.
Con estas premisas y antecedentes, el Proyecto de Ley que FAA presentará tendrá el difícil cometido de convertirse en herramienta que frene la tendencia perversa antes señalada, y logre restituir los valores fundamentales en que se debe fundar el uso y tenencia de la tierra: estabilidad, seguridad y equidad para el productor, distribución adecuada, arraigo y desarrollo rural, resguardo de los recursos naturales.
Principales ejes del proyecto
Para ello la elaboración reivindica partes fundamentales de la ley 13.246, restituyéndolos, a la vez que adecúa un nuevo texto a los desafíos actuales, trabajando en los siguiente ejes:
a) Estabilidad en los contratos, a partir del aumento del plazo mínimo a cinco años, y el acotamiento, o eventual eliminación, de la posibilidad de celebrar contratos por una cosecha;
b) Equidad contractual, restituyendo en los arrendamientos la posibilidad de revisiones de precios ante desequilibrios o emergencias naturales, como así también la pauta de proporción entre aportes y porcentajes en la distribución de frutos en las aparcerías;
c) Favorecimiento a la agricultura familiar, al pequeño y mediano productor, a la agricultura juvenil y a la instalación de profesionales de la agricultura, a través de modalidades contractuales incentivadas por medio de instrumentos fiscales y financieros;
d) Favorecimiento a la distribución de la tenencia y freno a la concentración, por medio de similares medidas y límites a la contratación;
e) Ampliación de figuras contractuales que ofrezcan opciones especialmente asociativas;
f) Normas de buena técnica agraria, conservación de recurso y explotación racional;
g) Regionalización, y organismos de contralor y solución de conflictos con participación de los productores.
LA FAA HACIA SU 95 CONGRESO ORDINARIO ANUAL. POR EL DESARROLLO RURAL Y LOS PUEBLOS DEL INTERIOR
Con la consigna que sintetizó los reclamos de los pequeños productores campesinos y pueblos originarios en la marcha que como celebración del 95 aniversario de El grito de Alcorta la FAA realizó entre el 25 y el 28 de junio con columnas que convergieron desde todo el país hacia la plaza de mayo, la entidad se acerca a su 95 Congreso Ordinario Anual.
Lejos de los festejos obligados por las formas institucionales y heredados del comportamiento alterno de la FAA ora gremio de los pequeños productores, ora entidad empresaria, que ha caracterizado largos años del desarrollo de la organización y que demás está aclarar tuvieron su cumplimiento el 15 de Agosto (aniversario formal de la FAA) la preocupación central de la militancia federada frente al Congreso de este año es como hacer realidad el desarrollo rural frente al mundo cada vez mas consolidado de los agronegocios y a las escasas señales gubernamentales de cambiar el actual rumbo de la economía argentina.
Desarrollo rural y defensa de los pueblos del interior si no sinónimos, resultan un tandem ineludible en la ardua empresa de conseguir una digna redistribución de la riqueza en la argentina.
*Miguel Catalá: Licenciado en historia, escritor, delegado itinerante de la FAA.
HOLA SOY EL RECTOR DEL COL. SEC JUAN M DE ROSAS DE REAL SAYANA, AQUI SE COMENTA QUE OPERO EN EL AÑO 19920-25 UNA COMPAÑIA AGRARIA ARGENTINA, TIENEN DATOS HISTORICOS DE LA MISMA. EL OBJETO ES POR LA HISTORIA DEL PUEBLO QUE ESTOY ESCRIBIENDO GRACIAS LIC LUIS JIMENEZ
Hola, soy Georgina y estoy preparando una monografía para un trabajo final en mi 4to año de Licenciatura en Administración Rural y quisiera información sobre la historia de la Federación y sobre su accionar, sus posturas, ya que he entrado a la pagina oficial y la información que allí hay no es mucha. Sin otro motivo, espero pronta respuesta e información al respecto.
Le sugiero buscar en wilquipedia historia de la federación agraria argentina. Aparece mucho material y bibliografías que tal vez le sean útiles.
Amado