La sombra de la muerte oscureció nuevamente la cotidianidad del conurbano bonaerense. Esta vez los medios masivos y concentrados de comunicación no pudieron argumentar contra la violencia de la marginalidad como siempre lo hacen, no… Esta vez el crimen fue producto de una “violencia institucionalizada” en el régimen neoliberal que mata y oculta su vejación con su maquinaria de propagación de mentiras. El 2 de agosto del presente año, en la localidad de Moreno, el ajuste económico y la desidia corrupta de la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, mató a dos trabajadores de la educación pública en un “atentado” que podría haber sido una masiva tragedia. La tristeza de lo sucedido, aún en el dolor de la pérdida irreparable, mostró las dos caras contrapuestas de la verdad, una de ellas que permanece oculta y nunca fue escuchada que refiere al compromiso docente con la educación, y la otra, vulgar careta de la mentira que se divulga como “dogma de verdad” logrando “ocultar mostrando”, a la vez que se construye un supuesto paraíso de lo que en realidad es el peor de los infiernos.
La ausencia definitiva de Sandra y Rubén, personas amadas por el colectivo en el que desarrollaron su trabajo, se agregó a una larga lista de otras “ausencias” de seres humanos comprometidos con su tiempo social y político, ausencias provocadas por el terrorismo de un gobierno que nunca aceptó los derechos democráticos conquistados por los argentinos. Desde que asumió la gestión del presidente Macri, fruto de un engendro de la derecha argentina, además de venir a quebrar económicamente a la clase trabajadora y enriquecer aun más a la oligarquía, se han dedicado a “matar la solidaridad” mediante el asesinato de personas que se destacaron por su acción solidaria. Vinieron a “matar al amor y el compromiso”, aunque si fuera necesario han venido lograr la “desaparición” definitiva de esas palabras del propio lenguaje. Pero lo peor de la “tragedia”, que en la Argentina se suele “repetir como tragedia”, fue la carencia de una señal de caridad, de un acompañar al sentimiento, de todas aquellas “instituciones” que llenan su boca de prédicas en favor de la vida y ni siquiera han tenido la delicadeza de apoyar ni acatar el día de duelo posterior al fallecimiento de los docentes. ¿Qué vida dicen defender? ¿Se escuchó una defensa de Santiago Maldonado, o de Rafael Nahuel? ¿Del chico de 13 años asesinado en Tucumán, o los niños maltratados en las villas de Buenos Aires? ¿Cuál es la vida que defienden estas instituciones que se hacen llamar pro-vida? ¿Qué iglesia o sindicato defendió a los militantes de la vida asesinados por este gobierno? ¿Quiénes a las personas que están presas injustamente? ¿De qué realidad hablan estas organizaciones que se presentan como las defensoras de la vida?
La “Hipocresía y la Violencia” se han institucionalizado en la Administración macrista. La cultura de la “pos-verdad”, o sea, de la absoluta mentira, se difunde “colonizando subjetividades” de los peores ciegos de la sociedad, “los que no quieren ver”. El negacionismo de “Cambiemos” se muestra tan obsceno que resulta imposible de ser comprendido. Ahora bien, frente al ataque que nos abruma, más preguntas invaden la mente de quienes se resisten al embate del macrismo: ¿Qué hacemos frente a tanta injusticia? ¿Marchamos? ¿Qué hacemos frente a la represión? ¿Marchamos? ¿Qué hacemos frente al incremento de la violencia y la posterior indiferencia? ¿Qué actitud tomamos ante el asesinato de nuestros hermanos?
Los imponderables en la Historia se dieron siempre a posteriori de la “ira de los pueblos”. ¿A eso pretenden llegar? La respuesta a tantos interrogantes y a tanta intimidación todavía no acontece, sigue en espera…
La derecha en nuestro país, hoy en el Gobierno, siempre ha sido, a lo largo de la historia, Pro Muerte, Pro Injusticia, Pro Desigualdad, Pro Empobrecimiento, Pro Mentira, entre muchos más aspectos malignos que la caracterizan. La gestión Macrista vino a gobernar para sí y obedeciendo a sus amigos los grandes poderosos del sector económico-financiero-mediático. Con sus decisiones buscan destruir hasta nuestra condición humana, intentando que nos sintamos indignos y no merecedores de vivir justamente. La sociedad argentina tiene en su esencia la capacidad de resistencia pero también la de lucha, y si nos siguen oprimiendo surgirán esos imponderables de las historia….