La indemnización como factor de desempleo: La gran mentira

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Revista Nº 146 (10/2021)

(nacional/economía/trabajo)

Jorge I. Chocron [1]

Si los resultados de las Paso se repiten para las próximas legislativas, algo que parece muy probable, el nuevo Congreso de la Nación tendría mayoría de legisladores que responden sin demasiado disimulo a los intereses de la oferta concentrada, entre otras cosas, más allá de cuestiones ideológicas, sus financistas de campaña.

La errónea idea de que los derechos laborales como la indemnización por despido o el aguinaldo sean el origen primario del desempleo, no sólo se impondría con mayor intensidad, sino que además su abolición puede convertirse en Ley por la simple mayoría parlamentaria.

Para desarticular esa falacia, comencemos mostrando una radiografía del mercado laboral argentino que resulta muy similar al resto del mundo. El sector primario (agricultura, ganadería, pesca y minería) genera como mucho y en números redondos un 5 % del empleo total, el sector secundario (industrial) no más del 20 % y el 75 % restante son trabajadores del sector terciario llamado “servicios”. En los Estados nacional, provincial o municipal trabaja un tercio del total de asalariados, guarismo este que se repite en buena parte de los países desarrollados.

El fenómeno que llamamos desempleo y que en nuestro país es muy grave, como también lo es en menor medida el trabajo en negro, es provocado por dos factores de distinta naturaleza. Al primero lo llamaremos “factor sociológico” y al segundo “factor económico”.

Si la mayor oferta laboral depende del sector de los servicios, este a su vez demanda cierta preparación específica. Los trabajadores de la educación en sus tres niveles, la salud en sus distintas especialidades, administrativos con buen manejo de computación, empleados de comercio a quienes se les exige buena presencia y capacidad oratoria por desempeñarse frente al cliente, el sector seguridad: (FF.AA, Policía, Gendarmería, Prefectura Naval, etc.), bancarios, choferes de transporte público y logística en general, empleados judiciales, profesionales independientes, etc. Es decir, todos aquellos que no producen bienes transables, están donde están porque cumplen con el requerimiento de la oferta laboral, pero existe un sector de la sociedad cuyo perfil, ya sea por ausencia de capacitación u otras razones, no encuadra dentro de ese requerimiento, a este último se lo define como “pobreza estructural” y ese es el “factor sociológico”. En el caso citado, el desempleo tiene su origen en un problema de desacople entre el requerimiento del sector contratista y el perfil que presenta el grupo social mencionado, y en esto, nada tienen que ver las leyes laborales que imponen el derecho al aguinaldo o la indemnización por despido. Es un problema estructural.

El “factor económico” resulta más complejo de entender para quienes no estén familiarizados con conceptos y principios de la economía de producción o economía real, intentaré entonces explicarlo del modo más sencillo y ameno posible.

La tasa de empleo depende de la tasa de inversión, ya sea esta original para un nuevo emprendimiento o lo que se denomina Tasa de Inversión sobre la Renta (TIR), a su vez la inversión depende de la estabilidad macroeconómica en variables como inflación, tipo de cambio y tasa de interés. Todo inversor de la economía real (la que genera más empleo), antes de invertir realiza tres investigaciones: análisis de mercado, estructura de costos y tasa de amortización sobre los bienes de capital. En condiciones de inestabilidad macroeconómica, el cálculo resulta incierto sobre todo en la amortización de capital y el temor por esa incertidumbre provoca desinversión que deriva en nula formación de empleo.

Para complicar el cuadro, el neoliberalismo que en la Argentina es personificado por el macrismo, presenta en su matriz ideológica algo tan peligroso como la desregulación del sistema financiero, en buena medida preexistente si se tiene en cuentas que hoy los mayores ingresos de la banca privada dependen de la administración de tarjetas de crédito, en otras palabras, el sistema financiero no financia producción sino consumo, modelo  que a corto plazo provoca déficit de Balanza Comercial, pero lo peor, es que se destruye el engranaje más importante en el funcionamiento del modelo capitalista: La cadena de transmisión del ahorro social al crédito, dejando sólo como alternativa la inversión de origen externo como posible formadora de empleo. Por eso es común ver, que pequeños emprendimientos y Pymes que generan mucho empleo en relación al capital de inversión se financien con descubierto bancario, un recurso alternativo que trae aparejado un problema de costos (competitividad).

Con la clara excepción de las compañías tecnológicas, que producen bienes novedosos que requieren publicitarse para provocar el deseo a la compra, en general tiene plena vigencia el principio keynesiano que sostiene que es la capacidad de la demanda la que condiciona la oferta, de lo contrario ninguna empresa antes de invertir encargaría a especialistas realizar complejos estudios de mercado.

El desempleo no es sólo un problema moral, no es sólo el origen de una marginación involuntaria, es también un problema macroeconómico, cada desocupado al perder su capacidad de consumo tracciona la demanda global hacia abajo provocando inestabilidad laboral en los trabajadores que aún están activos, lo que se conoce como “espiral recesivo “, donde ambos fenómenos se retroalimentan pero en forma descendente, en otras palabras, la escases de la demanda provoca desinversión y por su parte la desinversión no genera empleo y aquí está en resumen el “factor económico”.

Con estabilidad de las variables macroeconómicas mencionadas, un mejor Coeficiente Gini (indicador de desigualdad en la distribución del ingreso global) que habilite un piso de demanda atractivo para la inversión productiva y teniendo bien aceitada la cadena de transmisión del ahorro social al crédito, se podría incluso generar fuentes de trabajo para el sector al que llamamos “pobreza estructural”.

El aguinaldo que apenas representa un agregado del 8,33% anual del costo laboral, muy poco para generar problemas de competitividad o la indemnización por despido que en muchos casos se paga en cuotas por acuerdo de partes, sólo existe como causales de desempleo en la mediocridad intelectual del macrismo, o quizás, se trate de una argumentación burda para lograr una reforma que sólo tiene como beneficiario a la oferta concentrada,… sus socios- financistas  invisibles.

Lo cierto, es que cuando un empresario o comerciante no venden  lo necesario para sostener su empresa o comercio en la escala que corresponde a su inversión (capacidad ociosa), la única variable de ajuste que le queda es el despido, el resto son costos fijos que se vuelven asfixiantes en un escenario de depresión, lo que demuestra con claridad que la génesis del desempleo radica en la insuficiencia de la demanda y no en el costo laboral.

[1] Jorge I. Chocron, periodista, escritor.

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