EDGARDO ROZYCKI*
La vergüenza de haber sido… a veces no se acompaña con el dolor de ya no ser Hay frases, en ocasiones leídas, otras vividas, que son recordadas y a menudo se repiten, cuando la conversación lo amerita, «mi reino por un caballo», «después de mi el diluvio», «cinco por uno», etc. .
¿Será recordada, con todo su ridículo patetismo, la que Eduardo Buzzi pronunció en Rosario, intentando que se coree «Madres de la Plaza, el Pueblo las Abraza», cuando en el palco estaban los instigadores y beneficiarios del golpe genocida de 1976?
El apoyo, o la oposición sistemática a un gobierno como el actual, no dejan de ser llamativas por el facilismo que implica la toma cotidiana de posiciones ante cualquier acción gubernamental.
El oficialismo va a apoyar fervorosamente las medidas positivas y a minimizar las otras, pensando, con un pronóstico más Horoscópico que Político, que ya llegaran las que faltan. La oposición denunciará ferozmente a las medidas retrógradas, y callará, distorsionará los actos positivos de gobierno.
Pero lo fácil tiene sus riesgos. En el afán de defender una posición determinada (oficialista u opositora), se recurre a falsedades, a medias verdades, que también significan falsedades y, a veces, lo que es peor aún, se declinan los principios ideológicos, lo que conlleva a un deterioro ético insoslayable, para quien o quienes
transgreden sus principios en aras de mantener una posición favorable o contraria al gobierno.
Esto puede deberse a muchas razones: a) Presbicia Política, b) Objetivos Personales o Grupales, c) Un Sentimiento de Odio, o de Amor, Visceral hacia los que gobiernan.
En el primer caso no se puede criticar demasiado a quien no tiene la suficiente inteligencia política para el correcto análisis de coyuntura, simplemente habría que sugerirle, como opciones, la filatelia, o el estudio sobre la evolución Darwiniana del Ornitorrinco (simpático bichito éste, que pone los huevos donde hay que ponerlos).
En el segundo caso se vulneran los principios, se renuncia a la ética, y quién comete ese acto de falsedad ideológica, se descalifica como referente, del campo popular, en el futuro.
Por último, aunque parezca infantil señalarlo, en los gobernantes no debemos buscar amigos o enemigos personales, sino analizar cada una de las medidas de gobierno, y discernir si merecen apoyo o crítica.
Recuerdo que desde siempre, el campo popular instó y apoyó la intervención de Estado en toda la problemática del País. Consignas como Nacionalización de la Banca, Monopolio Estatal del Comercio Exterior,
Educación Universal Gratuita y Laica, y otras que olvido para seguir recordando, como diría Borges. Y estoy hablando de la época en la que el Estado era dueño de todas las empresas hoy privatizadas.
«Debemos desarmar el andamiaje creado por casi 35 años de estatización socializante» decía la S.R.A. en un documento del 24 de marzo de 1977 festejando el primer aniversario del golpe genocida.
Lo que comenzó Martínez de Hoz, y terminó impecablemente Menem, provocó el retiro del Estado de la vida política Argentina, y entronizó al Mercado como rector de vidas y bienes.
Siempre la misma contradicción, el Campo Popular pedía un Estado interviniente, regulador, y el capital reclamaba su retiro, para que sus negocios fluyeran en el Paraíso que le garantizaban las leyes del Mercado. Cuando me incorporé a Bs. As. Para Todos, lo hice con ese sentimiento dual, de cierta desconfianza, por tener el lomo (no el de 80 $, sino el propio) curtido por los fracasos de siempre de la izquierda Argentina, y de entusiasmo esperanzado, pensando que por fin podíamos colaborar a construir el tan ansiado Móv. Político Social, que con sus virtudes y defectos supieron conseguir los compañeros Brasileños y Uruguayos.
Por eso defendí, hasta la obsesión, los dos puntos que creí esenciales: La concepción estratégica de construcción del Movimiento, que por supuesto invalidaba tanto el apoyo sistemático como la oposición
sistemática al Gobierno, y La Democracia Participativa, como metodología de una construcción de abajo hacia arriba. Sabía que sin estas premisas, el Movimiento no pasaba de ser un rejunte con fines electorales.
Y en eso llegó……la 125.
Se supone que un Gobierno necesita recaudar para gobernar.
Se supone que el Campo Popular debe exigir que paguen más, los que más ganan.
Se supone.
Las retenciones a la renta extraordinaria no son un impuesto, por lo tanto es un mecanismo lícito del Estado para recaudar, que no necesita la aprobación del Congreso, aunque siempre es conveniente el consenso y el funcionamiento de las Instituciones Republicanas.
Esta renta depende de la feracidad de nuestro suelo, (el suelo de todos los Argentinos), y de los altos altos
precios determinados por la coyuntura internacional, y no del esfuerzo, ni de la inversión del productor o de mérito alguno del propietario de la tierra.
La distribución que se haga con este recurso, es otra lucha que tiene que dar el Campo Popular. No acordar con el destino que se le da a estos fondos, no invalida la legitimidad de su obtención.
Las retenciones móviles, gravando más a la soja y al girasol, que se exportan, y menos al trigo y al maíz, que consumimos, era una medida inteligente, pero absolutamente insuficiente, para morigerar el avance sojero, como sostenía el gobierno, más aún teniendo en cuenta la sociedad de éste con las multinacionales
agroexportadoras, sociedad que llegó a niveles delictivos, como lo denunció Claudio Lozano, llegando a estafar al Estado en 1.500 millones de dólares, por supuesto con la complicidad de los funcionarios
gubernamentales. La denuncia política, que se hizo, y la denuncia penal contra los funcionarios, que se estudiaba hacer, no invalidan la legitimidad de la 125.
La casi totalidad de los compañeros de Villa Crespo, que integrábamos Bs.As. Para Todos, planteamos esta posición hasta el cansancio, en todas las reuniones y plenarios en los que participamos. Nunca en ningún caso se escuchó a un compañero rebatiendo la posición y diciendo: hay que votar en contra de la 125. Sí hubo manifestaciones concordantes con nuestro planteo, o silencios.
Creo que la Democracia Participativa es un ámbito donde se presentan con sinceridad las ideas, y se las defiende, mesurada, fervorosa o acaloradamente, según las características de cada uno, luego se llega a un consenso, respetando a la mayoría y también a las opiniones minoritarias.
Dejar hablar a la gilada, sin contradecirla, y luego tomar decisiones unilaterales, sean acertadas o equivocadas, no hace sino repetir la historia tantas veces vividas, una historia donde sólo se contabilizan
los fracasos que siempre cosechó el «Progresismo Trucho».
Otro de los planteos de Villa Crespo que nunca merecieron rechazo ni oposición, pero tampoco fueron atendidos, fue la falta de críticas a los empresarios sojeros, en particular a la FAA., a priori considerada como el espacio más progresista de los sectores en conflicto, y especialmente a los medios, que tomaron obscenamente partido por «la gente» y «el campo»; y todas las críticas eran para el Gobierno descalificando en la práctica lo que en teoría se planteaba como una posición no comprometida con ninguno de los sectores en pugna, si es que al Gobierno le cabe esta caracterización. En definitiva, decíamos NI SALTA NI ROSARIO (refiriéndonos a los dos actos que armaron gobierno y oposición); pero apuntar todos los cañones contra el gobierno y no decir nada de los medios, ni de los piqueteros hipo melánicos de Biolcatti, significaba
evidentemente una posición que no se condecía con el planteo de prescindencia, sino con involucrarnos a
favor de los empresarios sojeros.
Los gruesos errores del gobierno, hayan sido por autismo, soberbia, o basados en la creencia que se podía seguir gobernando de la misma manera que en el 2003, favorecieron la instalación de éste escenario.
La FAA reclamó innumerables veces el tratamiento global de la producción agrícologanadera, frutihortícola, lechera, aviar etc., nunca tuvo respuesta. Por esto, y por errores propios, injustificables, se alió con los enemigos del pueblo, de las instituciones y de la democracia misma, y terminó defendiendo los principios neoliberales: el retiro del Estado y la presencia del mercado, nuevamente señor de la situación.
Las argumentaciones fueron patéticas. Las de la derecha tildando de confiscatorias a las retenciones, sin acordarse de la confiscatoriedad que significa el hecho que un desocupado pague el 21 % de IVA por la yerba o por el arroz.
Alguna izquierda hablando de sublevación campesina, pero olvidándose de la reforma agraria, cuando compartían los actos con la SRA . Macaluse rematando su discurso con un argumento incontrastable: «Esta ley es insuficiente, por eso votamos en contra». ¿Será tan malo lo que no llega a ser suficiente?
Buenos Aires Para Todos, pidiendo primero la suspensión de la 125, hasta que la trate el Congreso,
permitiendo así que los productores pudieran vender la cosecha sin las retenciones móviles, y luego votando
en contra en Diputados, y ayudando en el Senado con el mismo fin.
Teníamos una oportunidad única: denunciar la estafa que las agroexportadoras hicieron, con la complicidad de los funcionarios del área, llamar a aprobar, con los reparos del caso, la 125 y convocar a todo el campo popular, oficialista u opositor, a luchar por la restitución de los fondos birlados y por una buena distribución de los mismos.
En definitiva:
1) votamos en contra de la regulación del Estado en la economía, medida netamente Neoliberal.
2) favorecimos a los grandes productores, que ahora pagan el 12% menos de retenciones.
3) perjudicamos a los pequeños productores, que ahora pagan el 5% más, sin contar el perjuicio ocasionado a los que están a más de 400 Km. de los puertos, éstos se hubieran favorecido con el 50% del flete, ahora corre por su cuenta. Tendrán que agradecerle a Buzzi y a la FAA por defenderlos tan bien.
4) desgajamos a Bs. As. Para Todos y quebramos a Proyecto Sur.
Un triunfo en toda la línea. La derecha agradecida.
* Ex militante de Bs. As. Para Todos y actual buscador de espacios alternativos, que sirvan para la construcción de un Movimiento Político Social.
Miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.