JOSE ALBERTO ITZIGSOHN *
(Abril 2004). El plan de evacuación de las colonias
judías en la Franja de Gaza. Un hecho positivo
dentro de un contexto negativo.
El primer ministro de Israel, Ariel Sharon, ha enunciado
un plan para la evacuación de los asentamientos
judíos en la Franja de Gaza que sería en el año 2005.
El proyecto de esa evacuación es lógico. La Franja de
Gaza, ubicada en el ángulo Sud Este del Mediterráneo
y destinada a ser parte del Estado Palestino a
crearse, tiene una extensión muy limitada, 323 kilómetros
cuadrados. Como comparación: poco más de
una milésima parte de la extensión de la Provincia
de Buenos Aires. En cambio está muy densamente
poblada. Tiene cerca de 1.300.000 pobladores
palestinos y unos 7.500 pobladores israelíes. Los pobladores
palestinos son en parte habitantes de la
zona desde larga data y en parte refugiados como
consecuencia de la guerra árabe-israelí de 1948-49.
Se trata de una de las regiones más densamente pobladas
del mundo y con un índice muy elevado de
desocupación y pobreza.
La situación es más anómala, si consideramos
que los pobladores israelíes, instalados en 19
asentamientos, ocupan una quinta parte de la extensión
total de la franja. Los pobladores israelíes llegaron
allí, algunos impulsados por motivos ideológicoreligiosos,
la idea del «Gran Israel» y otros; los más
fueron en búsqueda de mejores condiciones de vivienda
e impulsados por diversos gobiernos israelíes.
Además existe un gran contraste entre las condiciones
de vivienda y trabajo de ambas poblaciones.
Esos asentamientos están rodeados por una
población palestina hostil y requieren el cuidado
permanente de un número importante de soldados
que entran en fricciones frecuentes con la población
palestina, con el resultado de pérdidas de vida para
ambos bandos. Se trata pues de una situación insostenible,
agravada por el hecho de que dichos
asentamientos no podrán ser integrados a Israel en
el futuro, en ningún tipo de arreglo pacífico.
Si surge la pregunta de cómo una situación
tan anómala ha podido durar y acentuarse desde el
final de la guerra de los Seis Días en 1967 hasta hoy,
la respuesta debe buscarse en la fuerza política de
los defensores de la idea del «Gran Israel» motivados
por razones religiosas, políticas o por ambas.
El desgaste producido por la situación de enfrentamiento
violento entre israelíes y palestinos y el
deterioro económico producido por esos
enfrentamientos, unidos a la presión internacional,
en el caso israelí, especialmente la presión de los Estados
Unidos, han llevado a que los grupos más realistas
de ambos lados, comprendan la necesidad imperiosa
de que se produzcan cambios en la situación.
En ese sentido, la evacuación de los
asentamientos israelíes de la Franja de Gaza puede
llegar a ser un hecho muy importante y poner en
marcha un proceso de normalización. Por eso la gran
mayoría de los israelíes, desde el centroderecha hasta
la izquierda, lo apoya y también la mayoría de
los palestinos.
Se oponen en cambio a este proyecto los sectores
de la extrema derecha israelí, tanto laica como
religiosa, representados por el ala más derechista del
partido Likud que es el partido central de la coalición
gobernante, por el partido Religioso Nacional que
representa a los colonos y por el partido de Unión
Nacional que representa a los sectores más
extremistas de la derecha. Estos sectores temen que
esa retirada sea el comienzo de un proceso más generalizado
de retirada israelí de los territorios
palestinos y que sea interpretada como un premio al
terror y lo estimule.
La izquierda israelí, en un amplio espectro
que abarca desde el partido Laborista hasta el partido
social demócrata Iahad y el partido Comunista,
apoyan la retirada pero no la forma en que está
planteada, sin un acuerdo con los sectores más moderados
de la dirección palestina
Esta situación determina que Sharon, al mismo
tiempo que procura llevar a cabo la evacuación
de esos asentamientos como parte de necesidades
israelíes urgentes y también como parte de su adecuación
a las necesidades políticas globales del gobierno
norteamericano que lo apoya, tenga que hacer
concesiones a la extrema derecha, abandone la
idea de una solución negociada del conflicto con los
palestinos y hable de una separación unilateral por
parte de Israel, sosteniendo que no hay ninguna
fuerza palestina con la cual se pueda negociar y llegar
a un acuerdo.
Por esto me he permitido encabezar este informe
como «Un hecho positivo dentro de un contexto
negativo». Si bien hay que señalarlo, existen
numerosas personas en la izquierda que dudan que
esa evacuación de Gaza tenga finalmente lugar y no
vaya más allá de una maniobra para ganar tiempo.
La falta de una solución negociada puede
crear una lucha de poder dentro de la zona de Gaza,
entre el Hamas, que representa a los grupos
palestinos más extremistas que abogan por la destrucción
del Estado de Israel y que es mayoría en esa
zona, y la corriente central del Fatah, más realista.
Hay comentaristas políticos que ubican la «liquidación
» del líder del Hamas, Rantisi, por parte de Israel,
dentro de este contexto.
Claramente la idea de Sharon es ceder en algo
indefendible, Gaza, para conservar la mayor parte
posible de los asentamientos judíos en la zona de la
margen Occidental (Judea y Samaria). Les ha prometido
a sus ministros del partido Likud que con ese
objetivo hará que la barrera defensiva en construcción
penetre profundamente en el territorio
palestino para poder englobar las concentraciones
masivas israelíes en esos territorios, que engloban
unos doscientos mil pobladores y que pasarían a ser,
en forma unilateral, parte de Israel.
Aún con estas graves concesiones que pueden
tener consecuencias negativas en el futuro, Sharon
tiene dificultades políticas para llevar a cabo su plan
y obligar a ceder a los ministros más intransigentes
de su partido. Acudió a un recurso fuera de lo común.
Ha llamado a una consulta electoral limitada a
los afiliados a su partido para que voten a favor o en
contra de su plan. Así, en caso de obtener apoyo
mayoritario, que es lo más probable, presionar a los
ministros disidentes para que se plieguen a su plan.
Esto podría llevar a una crisis en su coalición integrada
por el Likud y los dos partidos de extrema derecha
que ya he mencionado. Si eso ocurre, lo cual no
es seguro, porque dichos partidos podrían permanecer
en el gobierno para intentar que el plan fracase,
Sharon dependería del voto de los partidos de
centroizquierda y de izquierda que se han comprometido
a apoyar, en las votaciones parlamentarias,
los pasos positivos de la evacuación pero están dispuestos
a obstaculizar, en todo lo posible, los aspectos
negativos del plan a los que me he referido. Por
otra parte, estos partidos sostienen, en contra de lo
afirmado por el gobierno, que se puede hallar con
quién hablar entre los palestinos, como lo demuestra
, por ejemplo, la iniciativa de Ginebra, elaborada por
Iosi Beilin, actual presidente del partido social demócrata
«Iahad» y Iasser Abdul Rabu, ex miembro del
gabinete palestino y el acuerdo logrado entre Ami
Yalon, ex jefe de los servicios de seguridad israelíes y
Sami Nusseiba, intelectual palestino de gran prestigio
y presidente de la Universidad Palestina de El
Kuds. Si bien se trata en ambos casos de acuerdos
entre individuos que no tienen representación oficial,
el prestigio y la trascendencia que cada uno de
ellos tiene los transforman en instrumentos políticos
muy importantes que pueden señalar un camino.
Podría extenderme más sobre los riesgos del
plan de separación unilateral de Sharon, pero eso excedería
los márgenes de este artículo.
* Médico psicoterapeuta, ex director de la carrera
de psicología de la UBA. Reside en Jerusalén,
Israel, desde hace décadas