Jose Alberto Itzigsohn*
Análisis de la situación política interna en Israel y su política exterior, su vinculación con su entorno geopolítico y con la situación internacional. La complicada posibilidad de una salida pacífica para el problema Palestino-Israelí.
El análisis de la situación política en Israel incluye los problemas internos del país y los conflictos que existen en el entorno geográfico de Israel y repercuten sobre su política.
Dos ejes principales orientan la situación política de Israel y la preocupación de sus habitantes: La ocupación de territorios palestinos y la seguridad, tanto político-militar como económica. Cada uno de esos ejes es manipulado por el gobierno a partir de problemas concretos y con propósitos políticos.
El gobierno de Israel está liderado por un conjunto de partidos políticos cuyo espectro ideológico va desde una derecha nacionalista apoyada en un misticismo religioso, hasta un centro titubeante que se afana por permanecer en el poder. Citamos en primer lugar al Likud, partido mayoritario, de derecha nacionalista y neoliberal en su política económica; luego están el partido Israel Betenu, ligado momentáneamente al Likud, y que es también de derecha nacionalista, que propone el intercambio de territorios israelíes de población árabe, por territorios palestinos poblados por colonos judíos modificando los límites del país; el partido Tehuna, de centro y partidario de las gestiones de paz; el partido Yes Atid, que no se opone a la paz pero pone su foco de atención en cuestiones económicas ligadas a la clase media; y el partido Habait Hayehudit, que representa a los colonos y tiene tintes mesiánicos, reclama la totalidad del territorio entre el Jordán y el mar Mediterráneo, negando así toda posibilidad de paz.
Frente a este gobierno hay una oposición de centro izquierda dirigida por el partido Laborista que incluye también al partido Meretz, de izquierda, al partido Comunista binacional, a partidos árabes y a partidos religiosos no sionistas. Este conjunto de partidos es muy heterogéneo, pero por momentos se unen ante leyes de tendencia antidemocrática.
En la situación actual de Medio Oriente, con la guerra civil en Siria; con la participación de Hizbollah en la frontera norte de Israel; la represión en Egipto y su lucha en el Sinaí contra grupos islámicos fundamentalistas, apoyados por el Hamas, en la frontera sur de Israel; el enfrentamiento generalizado entre las dos corrientes principales del Islam, la Sunnita y la Shiita, tanto en el plano religioso como en el político; el acrecentamiento de los grupos armados del fundamentalismo islámico y el fantasma del renacimiento de la guerra fría por la puja entre Estados Unidos y la Unión Europea de un lado y Rusia y sus aliados del otro, la paz entre Israel y los palestinos es más urgente que nunca.
Por el lado palestino tenemos al Fatah, laico, que domina en la margen occidental del Jordán y está dispuesto a hacer la paz con Israel, con condiciones; y el Hamas, que domina en la Franja de Gaza y es islamista extremo y rechaza todo reconocimiento de Israel, presente o futuro. Señalemos aquí, que el Hamas tiene también muchos adeptos en la zona dominada por el Fatah y en Jerusalem oriental. Y por el lado israelí tenemos un gobierno que hace todo lo que puede para aparentar su consentimiento para lograr la paz, y por otra parte, la sabotea dónde y cómo puede. Va de suyo que la paz, ya muy difícil de lograr por dificultades objetivas, se torna imposible.
El panorama que se presenta no da lugar al optimismo. Empero, hay factores externos e internos que pueden modificar la situación. Uno es la presión externa, tanto sobre israelíes como sobre palestinos, ejercida por los Estados Unidos y la Unión Europea, que quieren cerrar esa brecha en su propio frente. Y otro, las contradicciones en la derecha israelí. Por un lado los grupos fanáticos a los que nos hemos referido, que por razones de fanatismo religioso o de seguridad, se oponen a la paz; y grupos económicos muy fuertes, lo que podríamos llamar la derecha económica, que está muy satisfecha con la política económica neoliberal de Netanyahu porque los ha favorecido; pero que por otra parte depende del comercio con Europa y con los Estados Unidos, y teme el desprestigio político y las sanciones económicas, políticas y culturales que pudiera sufrir Israel si el proyecto de paz, basado en la idea de dos estados -el Israelí y el Palestino que pudieran convivir en paz y seguridad-, fracasara y diera lugar a lo que podríamos llamar una ofensiva política de los palestinos en la ONU, tratando de lograr el reconocimiento internacional de su Estado.
La extrema derecha, a la que podríamos llamar la derecha ideológica, presiona a su vez sobre Netanyau, amenazando con desplazarlo de su lugar en el partido Likud y en el poder, si da pasos importantes hacia el entendimiento con los palestinos: Por ejemplo, hacia la liberación de un grupo de prisioneros palestinos que debiera tener lugar a la brevedad, o hacia detener la construcción de colonias judías en los territorios.
En este momento se da una lucha en el partido gobernante que se decidirá en una reunión de la dirección del partido Likud de los próximos días. Hay fuerzas políticas que presionan a Netanyahu para que, previendo el fracaso de las negociaciones de paz, anexe directamente parte de los territorios ocupados y organice y prepare una retirada unilateral, sin arreglo político con los palestinos.
Otra solución teóricamente posible, pero muy difícil de lograr en este momento, sería la creación de un país único, israelí-palestino, con soberanía compartida e igualdad política entre todos sus habitantes. Esta solución que tiene muchos partidarios entre los palestinos, no es aceptada por la mayoría de los israelíes porque significa renunciar a la idea de un país en el que los judíos tengan mayoría y serían así dueños de su destino y por el encono que existe entre ambas poblaciones, acompañado de un gran temor recíproco; pero es posible que la intransigencia del sector de la derecha judía, que apuesta a todo o nada, lleve finalmente a esta solución.
Así y todo, hay algunos rayos de luz que apuntan a la convivencia.
Tanto los israelíes como los palestinos basan sus posiciones políticas en narrativas, mezcla de historia y fantasía, y para hacer la paz es muy importante que cada uno escuche y comprenda la narrativa del otro y sus experiencias históricas: En el futuro próximo, con el auspicio de organizaciones pacifistas, un grupo de estudiantes palestinos visitará Aushwitz, por primera vez en la historia, y un grupo de estudiantes judíos visitara un campo de refugiados palestino, desplazados después de la guerra de 1948 y es de esperar que esas experiencias se repitan.
Cualquiera haya sido la responsabilidad de sus dirigentes, en los momentos de crisis lo importante es la situación actual de dos pueblos que quieren vivir en paz y seguridad.
Ese objetivo deberá lograse por vía pacífica o correremos el riesgo de guerras devastadoras. No puede haber un nuevo desplazamiento y una limpieza étnica que expulse a los palestinos, que constituyen un veinte por ciento de la población israelí y son millones en los territorios ocupados, ni el ente político y económico de los judíos,
Israel, que ya existe como una entidad firmemente arraigada, puede ser destruido; salvo como he dicho antes, al costo de una guerra regional que puede fácilmente derivar hacia una tercera guerra mundial.
Aun a costa de una reiteración, la paz no solo es el camino de una solución justa, sino una necesidad indispensable para la supervivencia de ambos pueblos.
*Jose Alberto Itzigsohn, psicoterapeuta, ex director de la carrera de psicología de la UBA. Reside en Jerusalén, Israel, desde hace décadas.
Jerusalen. Marzo del 2014.
Es una turbulencia y mezcla de objetivos radicales con historias entrelazadas complejas y dificil de definir en el tiempo y en el espacio donde a diario se cobran vidas de ambos lados involucrando a paises de potencias mayores.
Ambos. palestinos e isrraelitas quieren definir sus destinos de una vez por todas pero cada uno en sus correspondientes posturas particulares.
Ambos son pueblos del medio oriente.
Antes de 1948 los isrraelitas no tenían Nación o Estado que los identificara como país. Solo se los reconocía como religión.
Gracias a acuerdos Internacionales se usurpó por la fuerza territorio palestino y ahí anidaron los isrraelitas.
A ningún país le gustaría que le hagan esto. Por eso hasta hoy hay esta discordia en esta zona.
Dar solución a este enmarañado caso es bien comprometedor para los interesados.
Mi sujerencia.
Sería muy importante descongestionar esa zona.
Propongo que el pueblo isrraelí mude su espectativa de uso de territorialidad hacia otro continente.
Podría ser Àfrica. India. América o Asia.
Lo importante es que para evitar bajas de magnitudes impersederas y lograr una mejor vida y sobrevivencia de mejor calidad se trasladen donde haya un acuerdo multinacional.
Se sabe su historia y procedencia del pueblo respetuoso de Isrrael. La prolongación de su existencia y para evitar una tercera guerra mundial donde todos pierden debe tomar una desición de esta magnitud.
Si se lograra este acontecimiento todos los paises del mundo estaría obligados a apoyar con el progreso inmediato del pueblo isrraelí en su nuevo territorio fuera del Medio Oriente.
Sería una solución màs saludable y de mejores espectativas para todos.
Lo que la naturaleza no puede el hombre en su nombre lo hace.