Ernesto Cardenal*:
“El término ‘bolivariano’ no es una mera palabra, sino que
es la esencia de la revolución”.
En la ciudad de Valencia, en Venezuela, me contaron que una vez Neruda había llegado a dar una lectura de poesía y sólo había 30 personas. Acabo de estar allí en un Festival Mundial de Poesía(con poetas de los cinco continentes), y el auditorio no sólo se llenó, sino que otro número igual de público quedó fuera y no quiso retirarse, por lo que al terminar el acto tuvimos que repetirlo para ese público que no alcanzó antes. En Caracas, en el Teatro “Teresa Carreño”, donde caben 2.500 personas, para ese mismo Festival hubo que poner afuera una pantalla gigante por el gran número de gente que se quedó en la calle. Me dijeron algunos poetas que este apasionamiento por la poesía no había sido tradicional en Venezuela, sino que era producto de la revolución.
El “proceso”
Me sorprendió en Venezuela que todos hablaban del “proceso”, y otros, más explícitos, de la “revolución”. En realidad, es una revolución en proceso, lo que se desconoce afuera. Sólo propagandizan el descontento de la oposición. Afuera no se sabe que en Venezuela está culminando una campaña de alfabetización, y que dentro de dos meses el analfabetismo será cero. La educación ahora se hace también en lenguas indígenas, que son 38; y se hacen publicaciones en esas lenguas. La lengua oficial ya no es sólo el español, sino lo son también las lenguas indígenas. Hay tres indios en la Asamblea(Cámara de Diputados), y hasta hace poco una india era ministro de Medio Ambiente. El ministro de Educación, Cultura y Deportes, es negro, y el viceministro de Cultura, que fue el que propició este Festival Mundial de Poesía, me contó que habían publicado para ser repartidos gratis en todo el país, 25 millones de ejemplares de libros de diversos títulos. Me dijo también que estaban creando una cadena nacional de librerías, una distribuidora de libros, y una Editorial del Estado de libros políticos, porque la población estaba muy deseosa de materiales revolucionarios y casi sólo encontraba textos de derecha. (Como muestra de lo que es la derecha: el diario “El Nacional”, el día de la inauguración de nuestro Festival de Poesía, no publicó de él ni una sola línea).
La educación ha incorporado a millones que estaban excluidos de ella. Los planes de educación empiezan con los niños de un año; las escuelas bolivarianas, en las que no se paga nada, son para los niños que antes no podían pagar la matrícula. Son unas escuelas de educación integral, con almuerzo y merienda, y con una cultura y deportes además de educación básica; ya no son escuelas separadas de la comunidad como antes, sino que son ellas mismas un centro donde se realizan tareas comunales. La Universidad Bolivariana, también gratis, es para todos aquellos que no podían pagar la universidad. Hay también un contingente grande de estudiantes en Cuba, muy bien escogidos, con la prohibición de pertenecer a partidos políticos, y que se están formando para realizar en el futuro tareas de gobierno. Y otra cosa que supe en Venezuela, es que el presidente Chávez ha renunciado a su sueldo, el cual es destinado a pagar becas de estudiantes. En la ciudad de Mérida, un joven poeta me dijo que las concentraciones políticas eran también educativas, y que él mismo, intelectual, aprendía de ellas porque eran verdaderos actos culturales, con poesía, música, cantos y bailes.
La revolución es en todos los órdenes; y en barrios , pueblitos y caseríos se crean centros comunitarios con acceso a Internet gratis para toda la población, con bibliotecas y lugares de danza y teatro. Se están instalando estadios y complejos deportivos, se edifican miles de casas para la población, y grandes edificios de apartamentos baratos. Se entregan títulos de tierra, con maquinaria, crédito y ayuda técnica. La Misión Barrio Adentro, es para dar servicio médico a la población que no los recibía, incluso a las tribus indígenas. La mayor parte de esos médicos son cubanos, pues pocos médicos venezolanos llegan allí. Hay 40 mil soldados en campaña atendiendo la salud del pueblo; otros abren caminos, construyen viviendas, organizan cooperativas, o ayudan en sus cultivos a los indios. Los pobres van con sus gallinas en los helicópteros y aviones del Ejército, y la Marina atiende en sus necesidades a las cooperativas de pesca. Lo más importante es la confraternización de civiles y soldados, unidos en una sola revolución. El involucramiento de los militares en la revolución es muy grande, y pocos días antes de que yo llegara, tres generales habían pedido la baja para ser candidatos a gobernador, porque preferían liderar las masas a la carrera de las armas.
Pueblo, Ejército y Constitución
Esta no es una revolución que acaba de improvisar el presidente Chávez. Hay una entrevista de 15 horas que le hizo Marta Harnecker, y que constituye un libro, en la que cuenta que esta revolución la vino madurando, y junto con otros amigos, desde que entró en el Ejército, aunque su primera aspiración había sido ser pelotero. Él es de un pequeño pueblo de Venezuela, y era un niño descalzo que vendía dulces en las calles. Cuenta que desde que entró a los 17 años a la Academia Militar, leía todo lo que caía en sus manos. En sus estudios de Ciencias Políticas se entusiasmó con Mao , de que “el pueblo es al ejército lo que el agua al pez.” Desde entonces es su convicción de que ejército y pueblo debían estar unidos. Admiró la experiencia panameña de Torrijos, y la de la revolución peruana de Velasco Alvarado. No es marxista, dice él, pero tampoco antimarxista. Cree que la solución para Venezuela será otra. Ciertamente es anticapitalista, y profundamente antiimperialista. Insiste en que están haciendo una revolución democrática y pacífica. Aunque no desarmada, porque además del apoyo de la población, que es del 80 por ciento, tiene el de las Fuerzas Armadas, que aunque no es total dice él, es casi total. Además de esas dos armas, Pueblo y Ejército, tiene un arma más, un poco extraña, que es la Constitución Bolivariana. Esta no es una Constitución cualquiera como las de nuestros países, sino que en ella están contenidas todas las transformaciones para una gran revolución, y como fue aprobada por un referendo de todo el pueblo, no podría ser modificada sino por otro referendo. Con esta Constitución, dice él, se está haciendo la transformación jurídico-política; la económica se hará con más calma. Este es un proceso “sui géneris”, dice Marta Harnecker, que rompe los esquemas pre-concebidos de los procesos revolucionarios. La Constitución Bolivariana, la única que no ha sido aprobada por un Congreso, sino por millones de personas, consigna los derechos de los trabajadores, de los niños, la prohibición de privatizar el petróleo, la obligación del Estado de acabar con el latifundio, de apoyar a los pescadores artesanales y de elegir los sindicatos por la base, los derechos de los pueblos indígenas, el derecho a la información veraz.
La Constitución ha sido editada en muchos tamaños, y en un tamaño pequeñito, casi miniatura, repartida gratis a todos, y que lleva todo el mundo, y casi no hay venezolano que no la haya leído. Es el programa de la revolución. Hay expertos populares en la Constitución, en las calles y los parques; y la derecha recurre también todo el tiempo a la Constitución. Cuando le dieron el golpe a Chávez, con un gobierno que tan sólo duró 37 horas, lo primero que hicieron fue abolir la Constitución. Y cuando el pueblo salió a las calles en todo Venezuela y rodeó los cuarteles y liberó a Chávez de su prisión, fue llevando en alto ese librito.
Podrá pensarse que, con Chávez, Venezuela está dividida en dos partes iguales, pero no es así. La división es de un 80 por ciento(los pobres) y un 20 por ciento(los privilegiados), aunque en algunos casos, como el de las comunicaciones, ese 20 por ciento pesa más que el otro 80 por ciento. Los dos grandes partidos tradicionales, el de la democracia cristiana y el de la social-democracia, son cadáveres. Los partidos menores cuentan aún menos, y están fragmentados. Chávez ha creado su propio partido, el de la Quinta República, que según dicen es muy heterogéneo, compuesto de ex militantes de los otros partidos, aun del comunista, y de muchos que nunca militaron en partidos.
El término “bolivariano”, que Chávez tanto usa, no es una mera palabra, sino que es la esencia de su revolución. Mucho se refiere a los “500 años”: lo que hay que cambiar es lo habido por 500 años. O sea, completar lo que empezó Bolívar, incluyendo la unificación de América Latina en una federación.
*Ernesto Cardenal, es sacerdote, fue ministro de Cultura de la Revolución Sandinista y es una de las más altas voces de la poesía contemporánea.
(ALAI/ N° 383)