Revista Tesis 11 (nº 123)
(número especial: legislativas de Octubre)
Carlos Mendoza*
“De lo que se trata, en esta campaña electoral, es mostrarle a la ciudadanía que hay dos proyectos de país en pugna: o el neoliberal, exportador de comodities, dependiente esencialmente del mercado externo, favorecedor del capital financiero y alineado con EE.UU. y los países centrales del capitalismo; o el proyecto industrialista con inclusión social, favorecedor del fortalecimiento del mercado interno, con integración latinoamericana y política exterior independiente.”
Analizando el resultado de las PASO, podemos ver que el 65% votó por alternativas críticas a la gestión del gobierno. También que en el 35% que votó por Cambiemos está incluida una amplia mayoría de la burguesía y de las capas medias más acomodadas, mientras que el espacio FPV-PJ, que obtuvo alrededor de un tercio de los votos (sin contar los PJ de Córdoba y Salta) consiguió su mayor apoyo electoral en los sectores populares, que es donde ese espacio y otros progresistas y de izquierda tienen su principal basamento. La situación de clase social es la que en esencia explica el voto.
Además, según las encuestas, el espacio kirchnerista y otros espacios progresistas, obtienen mejores resultados entre los menores de 40 años, mientras que Cambiemos los consigue entre los mayores de 40. El futuro parece más promisorio para las ideas del progreso.
Pasando a las elecciones de Octubre, sería muy importante que los sectores que integran el campo popular logren derrotar al oficialismo, porque esto puede influir significativamente como parte de las luchas para ponerle freno a las políticas gubernamentales, que afectan de manera profundamente negativa a la gran mayoría de la población.
La orientación neoliberal, del actual gobierno, ha generado: mayor inflación, caída de los ingresos fijos en términos reales, cierre de empresas, particularmente PYMES, aumento de la desocupación y el trabajo informal, caída de la demanda interna, importante incremento del déficit fiscal, generalizada especulación financiera, particularmente con la bicicleta dólares-LEBACS, incentivación a la fuga de divisas y, último pero no menos importante, emisión de deuda externa para financiar el déficit y compensar dicha fuga. Es un tema mayor que el endeudamiento externo genera cada vez mayores intereses a pagar y una creciente dependencia de que el capital financiero internacional le siga prestando dinero a un país, como el nuestro, con déficit comercial, déficit aún mayor en la balanza de pagos y un endeudamiento que no para de subir comparado con el PBI.
En la presente campaña electoral es muy importante ser rigurosos en mostrar a la ciudadanía la verdad de la situación y de lo que está en juego. En ese sentido, no se trata de votar contra las políticas gubernamentales para, como a veces se plantea, conseguir que el gobierno se sensibilice por el agravamiento de la situación social que genera su política, y/o que reconozca que está en una vía de gestión equivocada y entonces modifique sus políticas. En realidad, el gobierno está integrado por y defiende los intereses de los sectores oligopólicos de nuestra economía que, al igual que en todo el mundo capitalista, necesitan de una política de desregulación económica que favorezca la especulación financiera, la caída del salario real, la flexibilización laboral y el aumento de la desocupación para disciplinar a los asalariados; todo ello para aumentar su tasa de ganancia, ya que los oligopolios de nuestra economía están ampliamente en manos del capital transnacional, que a su vez sufre la crisis estructural y de carácter permanente que caracteriza la actual etapa del capitalismo a nivel mundial.
El “santo grial” de la política gubernamental, según lo que ellos argumentan, es conseguir que sus políticas atraigan masivamente inversiones extranjeras: la famosa “lluvia de inversiones” que Macri prometió sucedería inmediatamente luego de que llegara a la presidencia. Después de un año y diez meses, los capitales que han venido han sido para la especulación financiera. Ahora Macri dice que la “lluvia” se producirá si el gobierno hace una buena elección en Octubre. No es de extrañarse que no haya habido inversiones, dado que nuestro mercado interno está en recesión de la demanda (generada por las políticas de Cambiemos) y que la parte capitalista del mercado mundial hace muchos años que está estancada. En esas condiciones, no se ve porqué habría gran afluencia de inversiones para producir bienes y servicios en nuestro país, si además en los países asiáticos consiguen condiciones muy favorables para invertir y que los EE.UU. están en curso de atraer sus capitales desde el exterior para que se reinviertan en ese país.
Otra asunto de fundamental importancia es el de la democracia y las libertades ciudadanas. La derecha privilegia “el orden” por sobre la libertad de expresión y manifestación (excepto cuando es la patronal quien lo hace, como cuando cortaron masivamente rutas nacionales por lo de la 125). Los sectores progresistas privilegian garantizar la libertad, en particular el derecho a la protesta social, aun cuando genere molestias o aparente desorden.
De lo que se trata, en esta campaña electoral, es mostrarle a la ciudadanía que hay dos proyectos de país en pugna: o el neoliberal, exportador de comodities, dependiente esencialmente del mercado externo, favorecedor del capital financiero y alineado con EE.UU. y los países centrales del capitalismo; o el proyecto industrialista con inclusión social, favorecedor del fortalecimiento del mercado interno, con integración latinoamericana y política exterior independiente. El primero implica una creciente redistribución del ingreso en favor de los sectores más concentrados de la economía y el segundo políticas de redistribución del ingreso en favor de la gran mayoría. Derrotar electoralmente al gobierno significa darle un golpe a su política neoliberal, como parte de las luchas de los sectores populares en defensa de sus conquistas e intereses mayoritarios.
Si el gobierno consigue un apoyo minoritario, pero relativamente significativo, lo que hará es profundizar el ajuste, como ya lo han anunciado, haciéndoles pagar aún más duramente las consecuencias a los de abajo, capas medias y pequeños y medianos empresarios. Podrá además acentuar sus tendencias antidemocráticas, como la represión a la protesta social, gobernar por decreto, vetar leyes del parlamento, presionar para censurar voces periodísticas opositoras y utilizar los medios vinculados al sector oligopólico dominante, como Clarín-La Nación, para distorsionar la verdad y engañar al pueblo.
Es eso lo que está fundamentalmente en juego. Lo demás, como por ejemplo el increíble hostigamiento a Cristina, no es más que cortina de humo palanqueada por el aparato mediático-judicial, al servicio del gobierno, para distraer y engañar a la gente, para que puedan pasar lo más inadvertidamente posible las nefastas consecuencias, para la gran mayoría, del plan neoliberal en favor de los grupos más concentrados de la escomía y tratar de que la mayor parte posible de la población vote contra sus propios intereses.
En ese contexto, considero que la opción opositora más importante y la que más daño le puede causar al plan neoliberal del gobierno, es el espacio FPV-PJ, que se presenta con distintas siglas en los diferentes distritos electorales. Por ello es que, personalmente, votaré por Unidad Ciudadana en la Provincia de Buenos Aires, tratando no solo de que Cristina sea electa senadora, cosa que ya es segura, sino de que ingrese también al senado una personalidad de la altura y trayectoria de Jorge Taiana.
Por ser una elección legislativa, de medio término, puede parecer no muy relevante, pero lo que está en juego puede ser muy importante para definir el tipo de país que vendrá.
*Carlos Mendoza, ingeniero, escritor, especializado en temas políticos y de economía política, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.