Los desafíos económicos del socialismo cubano.

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Nuria Barbosa León* 

Sobre la reforma económica decidida en Cuba, su contenido y desafíos.

La lógica del socialismo construido en Cuba a partir del triunfo de la Revolución, el Primero de enero de 1959, adoptó un sistema de propiedad estatal y centralizada, que desmanteló las relaciones de clases capitalistas en el afán de lograr una sociedad más humana y justa.
 
Ya a finales de la década de los ‘80, existió el propósito del Estado de rectificar la política económica, pero la pérdida de mercado externo con la caída del campo socialista de Europa del Este y la desaparición de la URSS en la década del ’90,  la imposibilidad de importar bienes de uso y consumos para invertir en el proceso productivo, más la política hostil mantenida por Estados Unidos con un bloqueo impuesto desde 1962 y que acrecentó las dificultades de la economía interna, hizo pensar en un rediseño del modelo para la entrada del siglo XXI, que hoy se materializa.
 
Para muchos, el temor de generar una desigualdad social de forma consciente hace pensar en el rol  que juegan en el socialismo los nuevos componentes socioclasistas. Por lo que cabe la pregunta: ¿Representan continuidad o ruptura de la lógica del sistema socialista?
 
Este interrogante no presupone una respuesta acabada, pues el fenómeno debe verse en su complejidad social y desprejuiciado de criterios subjetivos, pero el tema ha recibido diversos tratamientos, más o menos elaborados. Todos apuntan a reconocer la introducción de un proceso de cambio gradual en la política económica que mantiene las conquistas sociales fundamentales, elimina irracionalidades y los subsidios que desestimulan el trabajo como fuente fundamental de ingresos para la familia cubana.
 
Para la teoría marxista la definición de clase social está determinada por el lugar que se ocupa en la posesión de medios de producción: En primer orden como propietario que invierte su capital en alimentar los ciclos productivos y generar ganancias, mientras que en un segundo lugar se encuentran los desposeídos que no tienen otra alternativa que ofrecer su trabajo como medio material de subsistencia.
 
Sin embargo, para el socialismo esta definición de clases debe enriquecerse en tanto la sociedad impone una dinámica diferente y para un país del Tercer Mundo, -como es el caso de Cuba- se acepta la existencia de una estructura clasista-social piramidal, basada en la estratificación jerarquizada, que tienen su centro en la obtención de ingresos, independientemente de sus fuentes, dentro de las que incluso pueden estar entradas financieras no provenientes directamente del trabajo.
 
El esquema socioestructural que puede inferirse para Cuba, según investigadores de las ciencias sociales,  supone la presencia de tres grandes grupos o estratos: Un grupo con posición ventajosa (de altos ingresos); otro intermedio (ingresos medios.) y un tercero con desventaja económica (grupo de ingresos bajos).
 
De ahí se deriva que para eliminar la brecha entre los grupos sociales con marcadas diferencias intrínsecas, se hace necesario velar por parte de la Dirección del país que se potencie el trabajo en aras de alcanzar la eficiencia y como fuente de ingreso fundamental, se ajuste una política tributaria en concordancia con las ganancias que genere la actividad por cuenta propia y, se controle el fenómeno de la corrupción, para impedir que el desvío de recursos, la apropiación indebida y el mercado negro, se conviertan en relaciones primarias de producción.
 
La participación ciudadana en la discusión inicial de los 291 Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución entre el año 2010 y 2011 hizo que se reformularan y aprobaran 313. Para ello se desarrollaron 163 mil 79 reuniones, con 8 millones 913 mil 838 participantes; esta cifra incluye a los que asistieron tanto a las reuniones de sus organizaciones de base, como a sus centros de trabajo o estudio y las de la comunidad.
 
Las cifras indican números, pero al comparar los documentos iniciales con los aprobados por el VI Congreso del Partido en mayo del 2011 vemos formulación de nuevos conceptos, giros lingüísticos, enfoques diversos, aceptación de criterios e introducción de novedosos estilos de trabajo lo cual debe conducir al cambio económico, necesario y esperado para el 2016, año tope fijado para evaluar la conclusión de esta etapa.
 
En la introducción del documento final se dice: “Más de 395 mil opiniones fueron aceptadas e incluidas en la reformulación de los Lineamientos; unas 210 mil correspondieron a acciones de la implementación; más de 65 mil fueron dudas o preocupaciones que se esclarecerán mediante los programas de divulgación; otras 62 mil opiniones se refirieron a temas que ya estaban contenidos en diferentes Lineamientos y aproximadamente 50 mil no fueron aceptadas o se continuarán estudiando en etapas posteriores”. Ello da la medida de una participación y aceptación democrática del pueblo en la construcción de su sociedad.
 
Estos objetivos estratégicos van dirigidos a poner en explotación las tierras todavía ociosas y elevar los rendimientos agrícolas, recuperar la capacidad exportadora en rubros tradicionales; incrementar sostenidamente y diversificar las exportaciones de bienes y servicios, así como reducir la elevada dependencia importadora con vistas a revertir la situación financiera externa. Buscar alternativas de fuentes de financiamiento para detener el proceso de descapitalización de la industria y la infraestructura productiva del país.
 
También otorgar mayores facultades de autonomía e impulsar con efectividad la iniciativa de los territorios para potenciar de manera sostenible su desarrollo económico, desarrollar un proceso de reestructuración del empleo y los salarios, considerando formas no estatales de gestión donde sea conveniente, encaminado a eliminar las plantillas infladas, que garantice que el trabajo sea la forma principal de obtención de ingresos de la población, incrementar la productividad del trabajo, elevar la disciplina y el nivel de motivación del salario y los estímulos, eliminando el igualitarismo en los mecanismos de distribución y redistribución del ingreso. Como parte de este proceso, será necesario suprimir gratuidades indebidas y subsidios excesivos.
 
Así mismo el estado cubano fomenta una política de ahorro, incentiva la exportación de productos y servicios, disminuye las importaciones, reorganiza las relaciones de producción en la agricultura liberando ataduras burocráticas y facilitando la compra de insumos y otros enseres en ventas directas en mercados y otras empresas estatales, otorga créditos a los nuevos empresarios pequeños y concede subsidios a personas de bajos ingresos para reparar sus viviendas.
 
Se avanza en los cambios en el sistema de empresas, confiriendo más autoridad y control en sus actividades y sobre una parte de sus ganancias, al mismo tiempo, se les reclama priorizar las inversiones que puedan amortizarse y rendir ganancias en breve plazo. En ese sentido se hace inminente la desconcentración que fortalece las instancias locales y se espera un dinamismo y una multiplicación de fuerzas que pretende aumentar el control de provincias y municipios sobre empresas públicas de sus territorios.
 
Para nada se han tomado política de choques que afecten los ahorros financieros de las personas, tampoco se privatizan compañías ni se venden a foráneos, no se promueve el estado de barbarie a través de salvajes recortes en los salarios, en las pensiones, en las indemnizaciones por despido, con el trabajo impagado y el saqueo de los fondos de la seguridad social, a través de una fortísima imposición fiscal y de privatizaciones. El estado cubano no deja desamparado a ninguna persona y enfatiza su labor en reducir las desigualdades sociales.

La batalla por el socialismo, en Cuba, tiene varios frentes de lucha en su estrategia económica, además de alcanzar la eficiencia en la mayoría de los sectores productivos, consolidar una política de ahorro a escala social y doméstica, tiene que abrir fuego contra las violaciones que afecten los intereses económicos del estado pero a su vez robustecer una política tributaria y reforzar el trabajo como fuente de creación de valores materiales.

El reto presupone una participación activa de las personas dentro del proceso económico del país y ese capital humano está llamado a obstaculizar cualquier proceso social reversible que quiera implantarse desde el exterior o por fuerzas internas, enajenadas del rumbo diseñado.

Los cubanos, hoy, seguimos en combate.

*Nuria Barbosa León, cubana, Licenciada en Filosofía, escritora,  periodista de Granma Internacional.

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