Por Pablo Gentili
Rogério Favreto, juez de segunda instancia, acató un hábeas corpus presentado por un conjunto de legisladores del PT, pidiendo la libertad de Lula.
Este juez pertenece al mismo Tribunal que lo condenó tres meses atrás. Pero considera que el proceso estuvo plagado de irregularidades y Lula debe ser libre. Siendo el responsable del tribunal en período de ferias judiciales, actúa.
La orden de prisión o de libertad de un juez no puede ser ignorada por la Policía Federal ni por un juez de primera instancia. Ni en Brasil ni en ningún lugar del mundo.
Sin embargo, al momento de escribir estas líneas, la Policía no ha cumplido aún la determinación del juez, exponiendo algo más que una supuesta duda de procedimiento jurídico. Como fuera, no es la Policía la que debe decidir si un juez ha hecho lo correcto.
Por otro lado, el juez Sergio Moro, que descansaba plácidamente en Portugal, despertó su sueño de lagarto y decidió intervenir, haciendo algo que le encanta: limpiarse el culo con la Constitución.
Así, Moro, un juez de primera instancia, determina que no debe cumplirse una orden de un juez de segunda instancia. La decisión viola no sólo el estado democrático de derecho, sino también los procedimientos jurídicos más básicos de cualquier orden republicano. Lo de siempre: a Moro si hay algo que le molesta es el estado de derecho democrático.
Como si fuera el corresponsal de la Red Globo en los Tribunales, Moro actúa y habla por los medios.
La batalla será brutal y hasta las últimas consecuencias. Es ahora o nunca. Lula debe recuperar la libertad. Y nosotros la recuperaremos con él.
* Texto publicado en La Garganta Poderosa.