Ya van 23 años que el Partido del Trabajo de México organiza un gran Seminario Internacional de exposición y debate de ideas, donde caben casi todos los enfoques de la izquierda que milita en partidos, movimientos y organizaciones sociales de los cinco continentes. Ya era una novedad el origen de esta iniciativa, pero es indudable que mucho más llamativo ha sido la continuidad durante más de dos décadas de un ámbito en el que casi dos centenares de asistentes (dirigentes, dirigentas o cuadros militantes) sostienen en muchos casos que la palabra Revolución no está extinguida del vocabulario del quehacer político, y que año tras año revitaliza las matrices históricas del marxismo y el socialismo. Es decir, un foro de estas características siempre fue necesario pero en esta compleja (y a veces confusa) realidad se convierte en imprescindible herramienta para dar batalla ideológica al imperialismo que azota a nivel continental y mundial. Vale decir también, que como sucede en este tipo de encuentros, siempre se necesita un apasionado impulsor, que en este caso se llama Alberto Anaya, referente indiscustible del partido anfitrión.
En esta ocasión, ya con el PT cohabitando en el gobierno con el Morena y con AMLO dando los primeros pasos de lo que se ha definido como la “cuarta transformación”, el Seminario fue convocado a discutir la temática de “Los partidos y una nueva sociedad”. Un título que abarca numerosos ítems que van desde “el diseño de un nuevo modelo económico y social para los gobiernos alternativos de nación”, y “América Latina y el Caribe ante la nueva redefinición geoeconómica y geopolítica mundial”, pasando por distintos aspectos de la coyuntura.
Así, como no podía ser de otra manera, se discutió en varias oportunidades y a través de la voz de expositores y expositoras de alto nivel, algo que se repite de cumbre en cumbre pero que siempre tiene nuevos matices y más preguntas que buscan respuestas. ¿Concluyó o no el ciclo progresista? ¿Será posible que haya un retorno al gobierno a corto o mediano plazo, y si eso sucediera en algunos países, qué se hará para evitar nuevas caídas? ¿Se cometieron errores irreparables en procesos que ahora ya no están en pie, o se trató de que la presión del imperio o las oligarquías locales hicieron imposible la gobernabilidad? ¿Falló la ética original de la izquierda, con la corrupción como banderín de enganche o solo hubo deslices que fueron exagerados por el terrorismo mediático. O ambas cosas a la vez?
Sobre el particular se escucharon diversas opiniones pero fue el ex ministro boliviano Hugo Moldiz quien puso los puntos sobre las íes cuando afirmó que es indispensable reconocer que los gobiernos progresistas -los que han sido derrocados por golpes palaciegos, por elecciones amañadas o incluso, los que aún están en pie- “después de ese primer momento en que se realizaron indiscutibles adelantos para los pueblos, luego fuimos tremendamente conservadores. Nos atrevimos a ser post-neoliberales pero no a dar el salto estratégico y mediante la lucha llegar a ser post-capitalistas”. Enseguida, Moldiz se preguntó, convocando al debate: “¿no habremos alcanzado a ser solo un paréntesis en el largo camino de dominación imperial?”, y criticó “haber sido prisioneros de una democracia representativa, proclamándonos más papistas que el Papa”.
Frente al cuadro de situación urticante planteado por Moldiz, se produjo otra interesante alocución del ex canciller ecuatoriano Eduardo Patiño, quien coincidió en varios puntos con lo dicho por su colega, manifestando además que sigue siendo necesario construir el poder popular pero que “previamente hay que destruir el poder burgués vigente”.
Por su parte, el dirigente puertorriqueño José Antonio Muriente, del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, empató la apuesta cargando el ambiente de más preguntas vinculadas a los retrocesos sufridos en el continente, concluyendo que “no hay nada para celebrar” y no queda otra que seguir luchando a pie de calle.
Por supuesto, que también fue debatido con mucha pasión lo que ocurre en la Venezuela bolivariana. La mayoría de los oradores destacaron la heroica resistencia del pueblo de Bolívar y Hugo Chávez y la legitimidad indiscutible del presidente Nicolás Maduro. No hubo en esta ocasión, por lo menos en el ámbito de las charlas públicas, la idea maniquea de algunos “intelectuales” u opositores encubiertos en un falso “chavismo original”, que afirman para complacencia del imperio, que “ni Guaidó ni Maduro” son potables para una solución al conflicto. Saludablemente, en uno de los apartados de la reunión, los venezolanos y venezolanas presentes sintieron como necesario, en unidad, convocar a través de un manifiesto de propuesta al Seminario, a ampliar aún más la solidaridad con la Revolución y con el liderazgo consecuente de Maduro. Cabe agregar entonces, que lo que se juega en la guerra que el imperio ha declarado al país caribeño, es necesario alejar toda duda sobre donde ubicarse. Se trata de poner sobre la superficie la consigna histórica de “Imperialismo o Nación” o “Patria o Colonia” y alinearse, como lo han hecho los militares bolivarianos cuando repiten todos los días: “Leales siempre, traidores nunca”.
También, pudo escucharse a los luchadores y luchadoras de Bolivia, defender con ejemplos todo lo avanzado por la Revolución plurinacional y multicultural, señalando de inmediato que frente a los nuevos y estratégicos comicios de octubre, Evo “tiene que ganar si o sí porque lo precisa nuestro pueblo”, que en estos años ha podido conocer la gestión institucional más inclusiva y humanista de las últimas décadas”, como expresara uno de los oradores. La lideresa Juanita Ancieta, el ex ministro Hugo Moldiz, los ex cancilleres David Choquehuanca y Fernando Huanacuni, entre otros, insistieron en que no se trata solo de un tema electoral sino de una cuestión de que la vida y el amor por la Madre Tierra están por encima de todo.
Voces autorizadas como las de Atilio Borón y Néstor Kohan, de Argentina, Manuel Zelaya, de Honduras Alfredo Jalife, de México, la nueva prefecta de Pichincha, la ecuatoriana Paola Pavón, recientemente elegida en las listas del correísmo, Katu Arponada, de la REDH, Leopoldo Valle Alvarez, del Comité Central del PC cubano, Gladys Requena, de Venezuela, Olga Modhunova, de Rusia, analizaron la realidad de Latinoamérica y el mundo, dando pautas para intentar transformarla.
Especialmente impactante resultó escuchar en el Seminario, las voces de quienes gobiernan en Corea del Norte, en Vietnam o en China. No solo porque no es habitual tomar contacto cara a cara con esas experiencias sino porque mucho de lo dicho en esta ocasión alumbró verdades que chocan de frente con la tergiversación imperial mediática sobre cada uno de esos procesos.
La presencia en los debates de dos ex comandantes colombianos de las FARC-EP, hoy dirigentes del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, Rodrigo Granda y Carlos Lozada, Rafael Uzcátegui, del PPT venezolano, la representante de la Plataforma Social de Beirut, Liliane Ghanem, Nidia Díaz, del FMLN salvadoreño, el periodista chileno-venezolano Sergio Rodríguez Gelfenstein, Carlos Fonseca Terán, del FSLN y muchos otros y otras pusieron en este importante encuentro, la sal y la pimienta necesaria para que los tres días de deliberaciones se convirtieran en una herramienta útil para seguir avanzando en una pelea indispensable, que es pasar de la resistencia a la ofensiva frente al imperialismo.