El presente chileno está signado por una variedad de problemas irresueltos que, como siempre en tiempos pre-electorales, los candidatos prometen resolver si son elegidos para ejercer los cargos a los que se postulan. La situación que viven los ciudadanos en la República de Chile, pareciera estar obnubilada por la incertidumbre que refiere al futuro de la nación. Para las elecciones presidenciales de noviembre, las viejas alianzas se han quebrado, y los dirigentes políticos del país hermano, en vez de atenuar ambiciones personales y buscar una potencial unidad, promueven rupturas absurdas auto proponiendo candidaturas por doquier. Lo que había sido la alianza gobernante que asumió bajo la responsabilidad de la segunda presidencia de Michelle Bachelet, se desintegró completamente quizás por la tibieza en el accionar de la presidenta que no pudo cumplir casi ninguna de las promesas electorales. Solo fueron tomadas contadas medidas que quedaron a mitad de camino sin poder lograr una ley concreta en favor de las mayorías
En semejante contexto, se visualiza en el horizonte un retorno irremediable de la derecha en lo que sería una segunda presidencia de Sebastián Piñera. Este rico empresario devenido en político se impuso en las primarias de “Chile Vamos” y ahora intenta consolidar un acuerdo que aglutine a todas las versiones trasandinas de la derecha. Beatriz Sánchez ganó las primarias del “Frente Amplio” y siendo la candidata promovida por “Revolución Democrática” y el “Movimiento Autonomista”, ella sería una carta importante de los sectores de izquierda. Por otra parte, Alejandro Guillier, el senador que fue nominado por radicales, socialistas, comunistas, el PPD y el MAS entre otros, se auto-impuso ser un candidato independiente pero como continuidad del oficialismo. Luego de esta no muy clara jugada, Guiller le propuso una potencial alianza al Frente Amplio pero pareciera que Beatriz Sánchez optó por desestimar, al menos por ahora, esta alianza, y con ello dejó fuera una posibilidad de derrotar a la derecha.
A estos tres candidatos se le suman una variedad de opciones unipersonales dignas de destacar. Carolina Golc por la Democracia Cristiana se presenta como una persona ubicada más al centro que su anterior aliado Guillier. Marco Enríquez-Ominami se postula por el PRO chileno, partido progresista que afirma ser de izquierda y que iría por su tercer intento electoral. A su vez aparecen otros candidatos como José Antonio Kast, diputado que se propone como candidato “independiente”; Alejandro Navarro, qie al quedar desestimado en las primarias del “Frente Amplio” optó por su propia candidatura apoyado por el Partido País. Franco Parisi que se lanzó por el partido evangélico “Unidos por la fe”, Marcel Claude cuya anterior agrupación política “Todos” hoy forma parte del “Frente Amplio” y él decidió separarse y presentar su candidatura “independiente”, y por último aparecen dos candidatos de los cuales, Tomás Jocelyn-Holt vuelve a intentar luego de quedar en último lugar de las anteriores elecciones, y Carola Canelo como otra “independiente” que todavía no logra ni siquiera juntar las firmas necesarias para participar en la competencia electoral.
En un contexto social y político tan diversificado y escandalosamente dividido por los personalismos ególatras, el campo de batalla electoral pareciera quedar a merced del retorno de la derecha neoliberal-conservadora. Tristemente pareciera evidenciarse que las minorías ricas vuelven a hegemonizar sobre las mayorías pobres que nunca pueden superar la “esperanza” y concretar un “proyecto liberador”.
Claudio Esteban Ponce.