Profundizar la Patria

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Manuel Alzina* 

“…Ratificando la irrevocable decisión de constituir una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana…” 

Preámbulo de la Constitución Argentina de 1949.

“Cuando hablamos de consolidar este proyecto nacional, popular y democrático, hablamos de profundizarlo y viceversa, porque como bien nos enseña la historia: el cambio es como el agua y si se estanca, se pudre.”

Cuando hablamos de consolidar este proyecto nacional, popular y democrático, hablamos de profundizarlo y viceversa, porque como bien nos enseña la historia: el cambio es como el agua y si se estanca, se pudre. Y nuestro pueblo sabe lo que pasa cuando se pudre.

También lo sabe nuestra Presidenta y conductora y es por eso que luego del aplastante triunfo logrado el 23 de octubre salió a cumplir con su principal promesa electoral: seguir por la misma senda del camino recorrido hasta hoy consolidando y profundizando el rol del Estado como regulador del funcionamiento económico y social del país en beneficio del bien común, privilegiando a los más débiles sin neutralidad alguna.

Analizar lo realizado desde el 2003 hasta la actualidad, es visualizar el gran avance que tuvo el rol del Estado en el funcionamiento económico y social del país. No vamos a enumerar todas las acciones relevantes de estos últimos ocho años pero si resaltar que con ellas se han conseguido resultados muy importantes para los trabajadores y el pueblo argentino. La disminución de la desocupación, la pobreza y la indigencia así como las mejoras en las condiciones de trabajo son palpables no solo en el país sino que han traspasado las fronteras de la Región habiendo transformado a la Argentina en el país con mejor cobertura social y más alto salario mínimo en toda Latinoamérica.

Observar estos logros no nos tapa el bosque de lo que falta todavía. Sabemos que nuestro país produce alimentos para cuatrocientos millones de personas pero todavía no podemos garantizarle el alimento básico a los cuarenta millones que habitan nuestro suelo. Sabemos que millones de trabajadores todavía están en negro y precarizados y millones todavía no pueden elegir libremente su delegado gremial pero también sabemos que no habrá seguridad alimentaria posible, ni libertad sindical, ni más ni mejor trabajo, sino logramos desarmar el andamiaje neoliberal que todavía persiste en la Argentina.

Ese andamiaje neoliberal ideado y puesto en marcha por la dictadura de Martinez de Hoz y Videla, consolidado balbuceantemente por los radicales y profundizado con pasión por el menemismo está compuesto centralmente por:

• La Ley de Entidades Financieras
• La Ley de Inversiones Extranjeras• La Ley de Inversiones Mineras
• Ley de tierras.

Estas Leyes son los pilares institucionales del coloniaje de nuestro tiempo y deben ser desmanteladas por una nueva institucionalidad acorde al nuevo tiempo que vive el país y Latinoamérica. No podemos llegar al Bicentenario de la Independencia con leyes que producen el predominio de las fuerzas financieras especulativas sobre la producción y vienen dando como resultado, hace treinta y cinco años, la extranjerización de los bancos y un sistema crediticio determinado y orientado por el mercado y no por el Estado. Tampoco con el trato desigual a las inversiones extranjeras en detrimento de las nacionales, acentuando el proceso de desindustrialización y la fuga de ganancias al exterior sin obligación de reinversión de utilidades en el país. Mucho menos permitir que el oro y otros recursos minerales se vayan del país (daño ambiental incluido) para ser acumulados en los bancos extranjeros y no en el BCRA para las próximas generaciones de argentinos. No debemos permitir que la tierra quede en manos de magnates y conglomerados extranjeros o nativos.

Acorde a estas necesidades históricas del país para su desarrollo y el de sus ciudadanos, nuestro rol implica organizar en cada ámbito de militancia en que participemos, sea sindical, social, político, estudiantil, intelectual o cultural una vigorosa fuerza capaz de dar la disputa ideológica y política en cada uno de los ámbitos donde participemos, ya que el andamiaje ideológico neoliberal sigue vigente en la cabeza y el accionar de millones de argentinos, que voluntaria o involuntariamente, puede abonar prácticas contrarias a sus propios intereses, como nos enseñó el conflicto con las patronales del campo.

Debemos fortalecer la unidad de las organizaciones, sean de trabajadores, sociales o juveniles, para ser opción a las capas geológicas que perduran en el Estado y que pueden llegar a influir contrariamente, y/o boicotear, políticas más profundas que pongan en juego intereses corporativos.

Debemos nosotros profundizar la solidaridad como bandera ideológica y práctica cotidiana, poniendo en jaque al individualismo, matriz fundante del anarcocapitalismo, enemigo de nuestra época.

Si bien es cierto que durante el irigoyenismo y el primer peronismo se registraron los momentos de mayor conflictividad laboral, que se tradujeron en nuevos y mejores derechos para los trabajadores, no parece ser esta la época para agudizar las contradicciones con otros sectores de la economía. Si ser muy cautos y serios, analizando donde poner la fuerza propia y la conflictividad, siendo un engranaje que ayude a profundizar este proyecto nacional, popular y democrático y no parte de otro que ayude a la restauración conservadora en el futuro.

A diez años del 19 y 20 de diciembre de 2001 y a días del triunfo electoral, las primeras medidas de la Presidenta nos demuestran que quien conduce va en nuestra misma senda y, sin prisa pero sin pausa, hacia una nueva institucionalidad acorde a los nuevos derechos y anhelos de felicidad de su pueblo.  Es nuestra responsabilidad  también estar a la altura del rol que nos demanda la historia.

*Manuel Alzina – CTA (Central de Trabajadores de la Argentina)

 

 

 

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