Por Rodolfo Casals*
El difícil año pasado culmino con una explosión de alegría y apropiación de las calles por millones de argentinos, y con difíciles interrogantes para el campo popular.
La derecha cumple a rajatabla la consigna del matón de Luis Juez de que no van a dejar gobernar, y la corte y los jueces federales gobiernan de facto, como hace la mafia siempre que puede.
Pero el dato que sobrevuela todo el abigarrado paisaje político es la renuncia de Cristina a ejercer alguna candidatura el año que viene.
Estupor, inquietud, estado de desprotección, son algunas de las sensaciones que nos recorren a los que somos parte del Frente de Todos.
Y la respuesta automática que arrima la esperanza aparece en todas las conversaciones: “Cristina mira mucho más lejos que todos nosotros”, “es la conductora”, “va a volver a sacar un conejo de la galera”.
Me parece que lo único que efectivamente debemos creer de Cristina (y no es poco) es de su inclaudicable compromiso con la causa popular y su profundo amor por el pueblo, que muchas veces no ha/hemos estado a la altura de la potencialidad de su liderazgo.
Las posibilidades de estrategias victoriosas (sean conejos u otros mamíferos) son harina de otro costal.¿ O es que nos negamos a ver la enorme derrota que significa que la hayan condenado en un juicio inicuo y en los hechos la hayan proscripto como candidata para el año que viene?
El atentado contra su vida, hecho tremendo y de incalculables consecuencias para el futuro de la convivencia sin violencia, sangre y matanzas,( que considerábamos hasta ese dia como una conquista consolidada), fue un hecho sorpresivo. No para los que lo programaron, apañaron, financiaron, y ahora encubren y hasta justifican. Pero si para todos nosotros que no percibimos que las cosas en la derecha habían llegado a tales extremos.
En cambio, el juicio (y más en general el Lawfare, ahora devenido en Mafia gobernante) era algo anunciado, una política de persecución prolongada y consecuente.
No quiero sumarme a las burlas sobre las famosas consigna acerca del “quilombo que se iba a armar” si la tocaban. Porque tales ingenuidades no son más que una muestra de la falta de voluntad de hacer política con un pueblo que logro recuperar su conciencia nacional y popular de la catástrofe del Menemismo, de las inconsecuencias absurdas del Frepaso y de la traición a todas las banderas de la unión cívica radical y sus aberrantes descendencias que hoy maridan con el PRO.
Un pueblo que hoy se encuentra con que no hay canales de participación en la política y el poder más que las escuálidas y fuertemente vigiladas agencias operativas del instituto Patria y las diversas corporaciones antiguas o novedosas. Con eso bancamos la parada hasta ahora, y es meritorio, pero así no se puede seguir, porque entre otras cosas el enemigo ha evolucionado.
Consolido su peso electoral y parlamentario, y actuando por “derecha” ejerce su política de impedir. Al mismo tiempo avanzo ostensiblemente en el control de la herramienta favorita de la dominación de estos tiempos que son las distintas instancias del poder judicial.
Si a eso le agregamos las pocas fisuras que presentan el bloque económico dominante y el peso en él de los monopolios mediáticos, estamos ante un desafío formidable.
Un desafío de un tipo que no enfrentábamos desde la nefasta era de los golpes de estado: Tratan de hacer retroceder a como venga al movimiento popular e imponer un régimen no democrático, pero con consenso mayoritario, para lo cual no solo tienen que adaptar más aún al Estado a sus objetivos, no solo incrementar el peso de sus concepciones en la sociedad, sino también y principalmente liquidar al Kirchnerismo como fuerza alternativa.
En lugar de una fuerza alternativa con capacidad de despliegue a pesar de sus falencias y derrotas circunstanciales, disponer de una fuerza complementaria que de hecho consolide, legitime y estabilice un nuevo modelo de sistema político. No es ninguna novedad, cuando a M. Tatcher le preguntaron cuál fue su mayor logro en la implantación del neoliberalismo, respondió: Tony Blair (el jefe de la socialdemocracia británica, el laborismo).
Del discurso de Cristina en Avellaneda quisiera rescatar 3 cosas:
1) Dijo que no es un renunciamiento sino una proscripción ( asumió que no lo pudimos o no lo supimos evitar)
2) Señalo que a pesar de la importancia de las redes, la gente está esperando que la vayamos a ver y hablemos
3) Le dijo a la militancia que saque el bastón de mariscal y salga sin pedirle permiso a nadie.
Creo francamente que se está planteando la necesidad de ir a una forma de militancia y organización completamente distinta a la que vivimos en los casi 20 años de Kirchnerismo, y que hoy concluye en algo que no alcanza, como no alcanza con Cristina, ni con el estado, mucho menos si el gobierno lo conduce la” Agrupacion Amaguemos y Reculemos “.
Hoy hay un tema que se ha instalado con mucha fuerza en el último tiempo: La necesidad de frenar el avance de los sectores dominantes del poder judicial sobre el destino de nuestro país en beneficio de los grupos dominantes de acá y de afuera e instaurar un régimen no democrático donde los jueces y la corte jueguen un papel determinante, no conocido en la historia de la política argentina.
Ellos hoy están en el ojo de la tormenta y la derecha política está dispuesta a inmolarse en defensa de la Corte y de los mecanismos espurios del poder que quedaron al descubierto.
Es una oportunidad para darle un sentido político trascendental al esfuerzo por no seguir retrocediendo y demostrar que hay potencia política y popular para pasar a la ofensiva, reforzar la esperanza y darle un nuevo aire al liderazgo de Cristina. Juntemos fuerzas para no dejar pasar esta oportunidad.
*Integrante de la Corriente Popular K.