Juan E. Romero*
La situación de violencia de las protestas en Venezuela. Lo legítimo y lo enmarcado en la confrontación entre un proyecto popular y el neoliberalismo pro norteamericano y reaccionario. Las tareas del gobierno.
Lo que sucede en Venezuela, no debe ser analizado banalmente, se está en presencia de una dinámica social y política con diversas implicaciones. En primer lugar, debe señalarse que las protestas no son espontáneas, pues hay una sucesión de etapas que las conectan en el marco de las denominadas oportunidades políticas, que son cambios en la estructura institucional o en las relaciones informales de poder de un sistema político. En nuestro caso, esa oportunidad política viene dada por el fallecimiento de Hugo Chávez en marzo de 2013 y su sucesión por Nicolás Maduro, en abril de 2013.
En segundo lugar, las protestas tienen motivaciones por demandas que han sido empleadas cómo procesos enmarcadores, eso es esfuerzos estratégicos conscientes, realizados por grupos de personas con la intención de forjar maneras compartidas de ver el mundo, que legitimen y muevan la acción colectiva. Los procesos enmarcadores empleados por los actores políticos que protestan, están asociadas a demandas sociales (inseguridad, desabastecimiento), demandas institucionales (mejora de la acción pública) y culturales-ideológicas (confrontación entre el proyecto liberal-capitalista y el proyecto bolivariano socialista). En tercer lugar, no puede perderse de vista que la conflictividad social obedece a una tensión existente a nivel regional-mundial, derivada de las posiciones geoestratégicas que ha venido desempeñando la Venezuela Bolivariana durante el Gobierno de Chávez (1998-2013) y de Nicolás Maduro (2013-2014), marcado por una posición esencialmente anti-imperialista, pero sobre todo anti-norteamericana que ha causado malestar (y resquebrajamiento) en los intereses regionales de los EEUU en Nuestra América.
En cuarto lugar, la protesta ha tenido un notorio apoyo mass-mediático, en el marco de lavideo-político o ciber-política. Ello contradice las versiones de la existencia de un régimen totalitario o dictatorial, pues en esos casos uno de las primeras víctimas – en términos absolutos- es la libertad de expresión y de pensamiento. En quinto lugar, la protesta – a pesar de los esfuerzos enmarcadores para hacerla popular- ha estado concentrada en los estratos medios y medios altos (sectores B y C) de la sociedad; territorializada además en municipios con presencia de liderazgos opositores (Valencia, Maracaibo, El Hatillo, Chacao, Baruta, San Cristóbal, entre otros) y en menor manera en otros municipios, pero nunca superando el máximo de 18 , de un total de 335 a nivel nacional.
En sexto lugar, las estrategias de movilización y protesta (cierre de calles, incendio de edificios y vehículos) han generado un rechazo del ciudadano, que aun reconociendo las motivaciones valederas (inflación, carencia de productos, inseguridad) ha experimentado una molestia mayor por el impedimento coactivo al que ha sido sometido por los protestantes. En séptimo lugar, las protestas han dejado de tener un carácter convencional (exigencias de mejoras) para pasar a tener un carácter confrontacional y violento (daños de bienes y personas), con ello el proceso enmarcador, que pretende identificarlos cómo “pacíficos” ha perdido validez. En octavo lugar, ha sido evidente que en términos de derechos Humanos la Policía Bolivariana y la Guardia Nacional Bolivariana, sigue cometiendo excesos, que han ameritado ya 60 denuncias por violaciones a los derechos humanos o excesos en el uso de la fuerza, asimismo ese accionar desenmascara la versión que el Estado Venezolano avala ese accionar.
En noveno lugar, la convocatoria de la Conferencia de Paz ha logrado disminuir el impacto confrontacional y violento de ciertos sectores u actores opositores, pero debe ir acompañado de una acción simbólica importante, que pudiera estar signada por el otorgamiento de medidas humanitarias a líderes opositores implicados en los hechos de abril de 2020 (Simonovic entre otros), de esa manera quedarían aislados (política y comunicacionalmente) los sectores que dentro de la MUD se niegan al diálogo.
Por último, es urgente una acción económica del Gobierno destinada a vencer las lógicas rentísticas de acumulación que prevalecen en la estructura productiva nacional y que contribuyen en parte a la situación de desabastecimiento. Otro tema, igualmente poderoso e importante es el de otorgamiento de divisas a través de las instituciones del Estado, al respecto es alarmante la cifra que muestra cómo entre 2003 y 2013 el Gobierno otorgó 335.000 millones US$ para importaciones y sectores privados muestran depósitos en cuentas legales de más de 165.000 millones US$, lo que señala un desvió de recursos de casi el 50% y no hay un solo sujeto con procesos judiciales iniciados.
*Dr. Juan E. Romero, venezolano, historiador/politólogo (Juane1208@gmail.com)