Entrevista con el escritor Rubén Derlis*
Por Catalina Julia Artesi**
En un bar tradicional de Boedo, popular barrio porteño que en el ´30 fuera la cuna del grupo literario homónimo, nos citamos con Rubén Derlis para hablar de nuestro poeta. Pese al tórrido verano, con el fervor de la charla y de la mano de uno de los escritores que conoció a Tuñón, recuperamos al poeta que supo mostrar los suburbios de la ciudad.
Tesis 11- La poesía de R.G.T. tiene un carácter visual, provoca imágenes en el lector, es puro ver. ¿Podrías detenerte en este rasgo poco profundizado?)
– Es interesante la pregunta porque ella remite a otras de las pasiones de Raúl: las artes plásticas, no en vano fue durante tantos años, cuando trabajaba en Clarín, crítico de arte. En efecto, podría decirse que uno de los aspectos de su poética es el carácter visual; si el lector llegó a conocer el motivo que originó el poema, digamos el tema que dio origen a la chispa poética, cuando lo lee descubre que era tal cual el poeta lo cantó más la carga emotiva que imprime en sus versos; si en cambio lo desconoce, mientras lo imagina, al leer los versos, no estará muy lejos de ver desde el poema cómo en verdad fue lo que describe. Por ejemplo “La casa de la esquina de San Juan y Oruro” de Versos para el atril de una pianola”: Todavía está de pie, quizá espera/ que alguien la pinte antes de morir./ (Enrique: ¿dónde están los rostros/ del Café Japonés sobre cuyos escombros/ se alza un gris edificio sin memoria?)” Sólo diez versos le han bastado para pintar un fresco íntimamente porteño donde no sólo vemos una esquina, sino también un café de Boedo de la época. En este mural de ciudad ya desaparecida, R.G.T. puso color a las palabras.
T.11-En el libro que editaste en 1969, El rumbo de las islas perdidas, los títulos de los poemas que lo componen forma un discurso aparte. ¿Es casual? De no serlo ¿se buscó algún efecto en el lector?
–Yo había reparado en esta particularidad cuando Raúl me entregó los originales, escritos máquina, como era su costumbre hacerlo. Pero no recuerdo que hayamos hablado de ello.El primero de los poemas (“Apunte para este libro”) está hecho con los títulos de los poemas que integran la primera parte de la obra. ¡Y es un bellísimo poema! Lo que nunca sabremos es si los títulos de cada uno de estos poemas “armaron” luego ese poema introducción, o si a partir de éste fueron tomando título los demás. De una u otra forma esto es válido sólo para la primera parte, porque la segunda.
T.11-Hubo una generación de poetas jóvenes –los del 60– que lo siguió; también lo hicieron los del 70. ¿Cuál fue la relación de R.G.T. con estos jóvenes?
–La relación de Raúl con los jóvenes siempre fue abierta. Él sabía que estos nuevos y por el momento poetas con futuro incierto, ya que casi todos estaban haciendo sus primeras armas, lo admiraban y respetaban. Era frecuente que repitiera lo mismo que decía Darío –citándolo, no plagiándolo– que no imitaran a nadie, y menos a él. Cada uno tiene su propia voz y hay que trabajar hasta encontrarla. Y no se equivocó. Muchos, con tanteos y grandes esfuerzos la encontraron; su poesía puede gustar o no, pero no puede negarse que imprimen a su poesía su personal manera de decir; otros, menos laboriosos, creyeron equivocadamente que la forma de poetizar de (Juan)Gelman no revestía dificultades, que era “fácil de hacer”, lo imitaron burdamente.
Otras de las características de Raúl era su buena predisposición para leer a los jóvenes que borroneaban sus primeros papeles, y había que estar dotado de una paciencia muy especial, pues eran muchos los que se llegaban con sus originales a su humilde departamento de la calle Amenábar para que él les diera su opinión. Tanto la del 60 como la de la primera “horneada” de los 70 fueron las que tuvieron en R.G.T. un indicador válido a la vez que intransigente del camino a seguir, si de poesía hecha de lirismo, verdad y comunión con los iguales se trata.
T.11- En lo personal ¿te considerás un tributario de su poesía? ¿En qué aspecto de tu producción?
–De alguna manera lo soy. Sobre todo cuando trato en mi poesía temas de Buenos Aires. Lo que siempre evité fue teñirme de tuñonidad; ello me habría llevado a la imitación – aunque no buscada– de su estilo; habría sido entonces una copia del maestro. Cuando publiqué Indagaciones en 1969 le pedí el prólogo, a condición de que el libro, aunque en lo personal no le agradara, al menos se “sostuviera” –como decíamos entonces– por su propio peso
T.11- ¿Qué se entiende hoy por poesía social, si es que hay poesía social?
–Esta pregunta da más para ponerse a escribir un ensayo que para acertar con una respuesta. No soy un asiduo concurrente a recitales poéticos ni gran lector de novísimos poetas, pero las veces que me he aventurado por estos territorios no pude menos que salir decepcionado. Además me pregunto: ¿les interesa a los actuales portaliras –porque han vuelto a ser eso– los acontecimientos que nos llueven en cataratas y cada vez en mayor cantidad, a medida que el mundo se norteamericaniza.
La poesía es una herramienta de la que deben valerse todos, debe estar en manos de quien tenga necesidad de ella; una férrea herramienta de trabajo hecha de palabras que sirvan a los hombres; debe ayudar al cambio en la medida de sus posibilidades, porque como dijo Tuñón en “El optimismo histórico”: La soledad no existe, / el mundo es compañía./ Ni la muerte esta sola./ Todo lo que es, es lucha. ¿Qué otra poesía se comprometió más con su tiempo que la del sesenta? Hasta ahora, nadie pudo darme una respuesta Finalmente, para despejar cualquier confusión, quiero dejar en claro que, cuando hablo de poesía social, me refiero al poema-denuncia elaborado con altura poética, no al panfleto versificado–alguna vez niño malcriado de cierta izquierda– que a mediados del siglo pasado y durante mucho tiempo tanto daño causó a la poesía.
Mientras nos alejábamos de la mesa del café, nuestro entrevistado continuaba con la lectura de un libro. En ese momento tuvimos la sensación que el fantasma de Raúl se había quedado sentado allí, buscando al Boedo de entonces.
* RUBÉN DERLIS, poeta, escritor y periodista (1938). Colaboró en revistas literarias y periódicos culturales de la Capital Federal: “El contemporáneo”, “Las espuelas del ángel”, “Actitud”, “Renovación”, semanario “Propósitos”. Varios de sus poemas fueron musicalizados. Sus dos obras en prosa son: Boedo y otras adicciones y Guía para vagabarrios.
**Catalina Julia Artesi, Licenciada y Profesora en Letras, docente e investigadora teatral de la UBA y del IUNA.