Dossier sobre “Elecciones Nacionales”-artículo 1 de 3
CARLOS MENDOZA*
Los sectores populares ponen mucho en juego en las elecciones del 20 de Octubre próximo.
Según la metáfora de Nestor Kirchner, estaríamos saliendo del infierno y llegando al purgatorio, entendiendo por esto haber dejado atrás lo peor de la grave crisis iniciada en 1998, que tuvo su piso en el 2002, luego de que implosionara la convertibilidad y el nefasto modelo neoliberal de los noventa. La cuestión que se nos plantea es como seguir, lo cual tendrá mucho que ver con la decisión que tomemos cuando votemos en las elecciones nacionales del 28 de Octubre.
Empezaré diciendo que votaré por la fórmula presidencial oficialista, Cristina Fernández-Julio Cobos y para legisladores por la ciudad de Buenos Aires por Daniel Filmus para senador y por la lista de candidatos a diputados de Buenos Aires para todos, que encabeza el compañero de CTA Claudio Lozano. A continuación explicaré porque.
Kirchner ha básicamente concretado desde el gobierno el programa que había anunciado durante la campaña electoral del 2003 y cuyo objetivo anunciado por el era llegar a un “capitalismo normal”, que ha consistido básicamente en lo siguiente:
– Modelo de acumulación capitalista con inclusión social. Efectivamente hubo un crecimiento promedio de casi 9 % acumulativo en los últimos 5 años. Se restableció un rol regulador del estado en la economía, con tipo de cambio alto, combinado con retenciones a las exportaciones agropecuarias, agroindustriales y de hidrocarburos y políticas proactivas en favor de los sectores productivos, particularmente industria manufacturera y de la construcción y economías regionales. Se logró una significativa reducción de la desocupación, la subocupación, la pobreza y la indigencia y en forma menos significativa del empleo en negro. Hubo una recuperación real del salario, formal e informal, particularmente del salario mínimo y también de las jubilaciones y pensiones de menor monto, particularmente de las mínimas. Se establecieron diversos planes sociales y, hecho muy destacable, programas para incorporar al sistema jubilatorio a 1.700.000 personas que no se podían jubilar.
– Se incorporaron los derechos humanos como política de estado, se derogaron las leyes de punto final y obediencia debida, se impulsaron los juicios a los genocidas de la dictadura, se privilegió la relación del gobierno con las organizaciones defensoras de los derechos humanos, particularmente “madres” y “abuelas” y, asunto muy importante para el interés popular, no se reprimió la protesta social, en circunstancias en que esta fue muy intensa debido a la crisis. Entre otras cosas, para hacer esto posible, se empezó por limpiar las cúpulas de las fuerzas armadas y de seguridad.
– Se renovó y jerarquizó la Corte Suprema de Justicia, que adquirió asimismo su independencia. Esto, que parece no influir en la vida cotidiana de la gente, es de gran interés estratégico para el pueblo.
– Se estableció una política exterior independiente, privilegiando MERCOSUR y Latinoamérica. Se estrechó la relación con el gobierno brasileño de Lula y se impulsó una relación de mutuo apoyo con Chavez, Evo Morales y Correa, cuya importancia ha sido ampliamente reconocida por esos líderes populares hermanos. Se le dijo no al ALCA, a pesar de todas las presiones norteamericanas y locales.
– Se hizo una digna renegociación de la deuda externa con el sector privado, considerando la relación de fuerzas local e internacional en ese momento y se desvinculó al país de la tutela del FMI.
Claro que todo esto tuvo sus contrapartidas que muestran las limitaciones, falencias y miserias del oficialismo y de su proyecto: Manoseos de las instituciones, como el asunto de los denominados “superpoderes” al poder ejecutivo y las modificaciones del Consejo de la Magistratura en favor del oficialismo. Más recientemente se agrega la increíblemente grave y torpe manipulación de los índices del INDEC que, según deja entender el oficialismo, se haría para evitar que se retroalimente la inflación y para contrarrestar a los especuladores que compraron bonos de la deuda externa ajustables por CER apostando a una alta inflación, pero que ha dejado al gobierno en el descrédito y a la economía sin índices para medir su evolución y para trabajar con ellos en numerosos contratos y operaciones económicas. A esto hay que sumar asuntos como el de Skanska, que podrían indicar que el oficialismo estuviera haciendo lo que han hecho siempre los partidos burgueses: Financiar la política mediante retornos que se cobran en la obra pública y a los proveedores del estado. Es indispensable exigir a la justicia que vaya hasta el fondo en su investigación y se aclare este asunto.
Con todo, el balance me da claramente positivo a la gestión de Kirchner. Sobre todo considerando la crisis de donde venimos, la relación de fuerzas nacional e internacional y, vinculado con eso, que desde los sectores populares progresistas no hemos construido ninguna alternativa política superadora. Por otro lado la candidata oficialista ha prometido continuar con el programa de “capitalismo normal” con inclusión social, pero profundizando la distribución de la riqueza y mejorando la calidad institucional. En particular ha anunciado que hará una convocatoria a un acuerdo económico-social a empresarios, trabajadores y el estado, que ya ha tenido acogida favorable en UIA, CGT y CTA, herramienta con la que, entre otras cosas, se trataría de bajar la inflación y continuar con la recomposición del salario.
En cuanto a las alternativas opositoras, las únicas con chances reales son las encabezadas por Carrió y Lavagna. Analizaremos ambas:
Lavagna es claramente un hombre de centroderecha y, aunque no es neoliberal, en su pragmatismo económico es de esperar que incluya soluciones ortodoxas para el tema inflacionario. No hay que olvidar que se fue del gobierno Kirchner porque para frenar la inflación quería enfriar la economía y la recomposición del salario, siendo que el presidente no quería saber nada con eso. Es alguien partidario de dar vuelta la página con relación al terrorismo de estado durante la dictadura. Además, ha explicitado su rechazo a Chavez, Evo Morales y Correa, con quienes tomaría una fría distancia, con todo lo negativo que eso sería para la causa progresista en América Latina y particularmente para los procesos encabezados por esos líderes populares.
Carrió irrumpió en la escena política con áurea de centroizquierda, pero más recientemente se ha reciclado en candidata a liderar el centroderecha. Quiere eliminar el progresivo impuesto de retenciones a las exportaciones. Habla de dar vuelta la página con el tema de juzgar al terrorismo de estado y coloca como víctima de este gobierno a las fuerzas armadas, lo que es, como mínimo, una falacia, a menos que Carrió considere que limpiar las cúpulas de las FFAA e impulsar el juicio a los militares implicados en el terrorismo de estado constituya una persecución a las FFAA. Se ha pasado estos últimos 5 años haciendo catastróficos pronósticos, que jamás se cumplen, sobre los resultados que tendrían las políticas oficiales, además de hacer a destajo rimbombantes denuncias de corrupción contra el oficialismo, sin presentar jamás prueba alguna y diciendo, muy suelta de cuerpo, que las pruebas de sus denuncias las debe buscar la justicia. Estas actitudes muestran un alto grado oportunismo e irresponsabilidad cívica en esta dirigente. En política exterior habla mal de las relaciones del gobierno con Chavez y Evo Morales, lo cual ya sirve de base para ubicarla ideológicamente. Esto se vio cuando quiso aliarse con López Murphy y como eso le fracasó, lo eligió al socialista Giustiniani como compañero de fórmula. Ella explica ese revoltijo ideológico diciendo que su criterio para elegir aliados se basa únicamente en la conducta ética. Es decir que si alguien es presuntamente honesto en lo personal, cosa que ella le adjudica a López Murphy, nada importa que como ministro de economía haya impulsado un ajuste empezando por los gastos para educación, o que como integrante del gabinete Delarrua haya convalidado el ajuste Machinea en contra del bolsillo e intereses de trabajadores y jubilados y el pago de coimas a senadores nacionales para que votaran leyes contrarias al interés de los trabajadores. ¡Con tal que Lopez Murphy sea ético…! A propósito, ¿Qué diantres hacen al lado de Carrió ciertos sectores socialistas? ¿Qué hace allí Giustiniani?
Si ganara Lavagna retrocederíamos hacia un gobierno de centroderecha. Si ganara Carrió corremos el riesgo de dar un salto hacia el abismo.
Claro que desde una visión de izquierda se requeriría mucho más que lo que está haciendo el kirchnerismo en el gobierno. Se debería impulsar una profunda redistribución de la riqueza y un intenso desarrollo de una democracia participativa que supere la actual democracia representativa en profunda crisis. Pero para eso sería indispensable la generación de una nueva relación de fuerzas, mediante la creación del movimiento sociopolítico anunciado varias veces por la CTA y por el cual nuestra propia organización, Tesis 11, viene bregando y haciendo su aporte desde hace años. Para que sea posible, los compañeros de CTA deberían poner el acento en lo que une, dejando de lado la coyuntural cuestión de posiciones respecto al actual gobierno, para así poder atraer a las organizaciones progresistas que integran el Kirchnerismo. Se trataría de recrear algo como lo que fue el FRENAPO y a partir de ahí desarrollar el movimiento. En tal sentido, los compañeros de CTA trabajan en la convocatoria de una Constituyente Social para el 2008, con la intención de que sirva como espacio donde discutir este imperioso tema de la construcción de una alternativa popular progresista de nuevo tipo en nuestro país. En mi criterio las diversas organizaciones progresistas pueden mantener distintas posiciones respecto al gobierno kirchnerista y simultáneamente confluir en un movimiento que trabaje por objetivos estratégicos para el interés popular, como la redistribución de la riqueza, los derechos humanos, la libertad sindical, la unidad latinoamericana, la democracia participativa y otros.
La corriente Germán Abdala, ampliamente mayoritaria en CTA, ha creado, como se sabe, un partido político en Capital, “Buenos Aires para todos”, que pretende utilizar como herramienta para ayudar a la construcción del movimiento sociopolítico en la ciudad de Buenos Aires. Presenta lista de candidatos a diputados nacionales encabezada por el compañero Claudio Lozano y por la que pienso votar, para esa instancia, como apoyo a la iniciativa de CTA para la construcción del movimiento sociopolítico y además por la alta consideración que me merece Claudio. También va como aliada para las candidaturas del compañero Pino Solanas como presidente de la república y como senador por Buenos Aires. Pero la candidatura del querido Pino es solamente testimonial y sinceramente creo que objetiva y contradictoriamente serviría para aumentar las chances de los espacios encabezados por Lavagna y Carrió de llegar a una segunda vuelta en las elecciones presidenciales, que es con lo que cuenta la derecha para voltear el proyecto Kirchnerista e intentar restaurarse directamente en el gobierno.
*Carlos Mendoza: Ingeniero, especializado en economía política, escritor, miembro del Consejo Editorial de la Asociación Civil-Cultural Tesis 11.
Los sectores populares ponen mucho en juego en las elecciones del 20 de Octubre próximo.
Según la metáfora de Nestor Kirchner, estaríamos saliendo del infierno y llegando al purgatorio, entendiendo por esto haber dejado atrás lo peor de la grave crisis iniciada en 1998, que tuvo su piso en el 2002, luego de que implosionara la convertibilidad y el nefasto modelo neoliberal de los noventa. La cuestión que se nos plantea es como seguir, lo cual tendrá mucho que ver con la decisión que tomemos cuando votemos en las elecciones nacionales del 28 de Octubre.
Empezaré diciendo que votaré por la fórmula presidencial oficialista, Cristina Fernández-Julio Cobos y para legisladores por la ciudad de Buenos Aires por Daniel Filmus para senador y por la lista de candidatos a diputados de Buenos Aires para todos, que encabeza el compañero de CTA Claudio Lozano. A continuación explicaré porque.
Kirchner ha básicamente concretado desde el gobierno el programa que había anunciado durante la campaña electoral del 2003 y cuyo objetivo anunciado por el era llegar a un “capitalismo normal”, que ha consistido básicamente en lo siguiente:
– Modelo de acumulación capitalista con inclusión social. Efectivamente hubo un crecimiento promedio de casi 9 % acumulativo en los últimos 5 años. Se restableció un rol regulador del estado en la economía, con tipo de cambio alto, combinado con retenciones a las exportaciones agropecuarias, agroindustriales y de hidrocarburos y políticas proactivas en favor de los sectores productivos, particularmente industria manufacturera y de la construcción y economías regionales. Se logró una significativa reducción de la desocupación, la subocupación, la pobreza y la indigencia y en forma menos significativa del empleo en negro. Hubo una recuperación real del salario, formal e informal, particularmente del salario mínimo y también de las jubilaciones y pensiones de menor monto, particularmente de las mínimas. Se establecieron diversos planes sociales y, hecho muy destacable, programas para incorporar al sistema jubilatorio a 1.700.000 personas que no se podían jubilar.
– Se incorporaron los derechos humanos como política de estado, se derogaron las leyes de punto final y obediencia debida, se impulsaron los juicios a los genocidas de la dictadura, se privilegió la relación del gobierno con las organizaciones defensoras de los derechos humanos, particularmente “madres” y “abuelas” y, asunto muy importante para el interés popular, no se reprimió la protesta social, en circunstancias en que esta fue muy intensa debido a la crisis. Entre otras cosas, para hacer esto posible, se empezó por limpiar las cúpulas de las fuerzas armadas y de seguridad.
– Se renovó y jerarquizó la Corte Suprema de Justicia, que adquirió asimismo su independencia. Esto, que parece no influir en la vida cotidiana de la gente, es de gran interés estratégico para el pueblo.
– Se estableció una política exterior independiente, privilegiando MERCOSUR y Latinoamérica. Se estrechó la relación con el gobierno brasileño de Lula y se impulsó una relación de mutuo apoyo con Chavez, Evo Morales y Correa, cuya importancia ha sido ampliamente reconocida por esos líderes populares hermanos. Se le dijo no al ALCA, a pesar de todas las presiones norteamericanas y locales.
– Se hizo una digna renegociación de la deuda externa con el sector privado, considerando la relación de fuerzas local e internacional en ese momento y se desvinculó al país de la tutela del FMI.
Claro que todo esto tuvo sus contrapartidas que muestran las limitaciones, falencias y miserias del oficialismo y de su proyecto: Manoseos de las instituciones, como el asunto de los denominados “superpoderes” al poder ejecutivo y las modificaciones del Consejo de la Magistratura en favor del oficialismo. Más recientemente se agrega la increíblemente grave y torpe manipulación de los índices del INDEC que, según deja entender el oficialismo, se haría para evitar que se retroalimente la inflación y para contrarrestar a los especuladores que compraron bonos de la deuda externa ajustables por CER apostando a una alta inflación, pero que ha dejado al gobierno en el descrédito y a la economía sin índices para medir su evolución y para trabajar con ellos en numerosos contratos y operaciones económicas. A esto hay que sumar asuntos como el de Skanska, que podrían indicar que el oficialismo estuviera haciendo lo que han hecho siempre los partidos burgueses: Financiar la política mediante retornos que se cobran en la obra pública y a los proveedores del estado. Es indispensable exigir a la justicia que vaya hasta el fondo en su investigación y se aclare este asunto.
Con todo, el balance me da claramente positivo a la gestión de Kirchner. Sobre todo considerando la crisis de donde venimos, la relación de fuerzas nacional e internacional y, vinculado con eso, que desde los sectores populares progresistas no hemos construido ninguna alternativa política superadora. Por otro lado la candidata oficialista ha prometido continuar con el programa de “capitalismo normal” con inclusión social, pero profundizando la distribución de la riqueza y mejorando la calidad institucional. En particular ha anunciado que hará una convocatoria a un acuerdo económico-social a empresarios, trabajadores y el estado, que ya ha tenido acogida favorable en UIA, CGT y CTA, herramienta con la que, entre otras cosas, se trataría de bajar la inflación y continuar con la recomposición del salario.
En cuanto a las alternativas opositoras, las únicas con chances reales son las encabezadas por Carrió y Lavagna. Analizaremos ambas:
Lavagna es claramente un hombre de centroderecha y, aunque no es neoliberal, en su pragmatismo económico es de esperar que incluya soluciones ortodoxas para el tema inflacionario. No hay que olvidar que se fue del gobierno Kirchner porque para frenar la inflación quería enfriar la economía y la recomposición del salario, siendo que el presidente no quería saber nada con eso. Es alguien partidario de dar vuelta la página con relación al terrorismo de estado durante la dictadura. Además, ha explicitado su rechazo a Chavez, Evo Morales y Correa, con quienes tomaría una fría distancia, con todo lo negativo que eso sería para la causa progresista en América Latina y particularmente para los procesos encabezados por esos líderes populares.
Carrió irrumpió en la escena política con áurea de centroizquierda, pero más recientemente se ha reciclado en candidata a liderar el centroderecha. Quiere eliminar el progresivo impuesto de retenciones a las exportaciones. Habla de dar vuelta la página con el tema de juzgar al terrorismo de estado y coloca como víctima de este gobierno a las fuerzas armadas, lo que es, como mínimo, una falacia, a menos que Carrió considere que limpiar las cúpulas de las FFAA e impulsar el juicio a los militares implicados en el terrorismo de estado constituya una persecución a las FFAA. Se ha pasado estos últimos 5 años haciendo catastróficos pronósticos, que jamás se cumplen, sobre los resultados que tendrían las políticas oficiales, además de hacer a destajo rimbombantes denuncias de corrupción contra el oficialismo, sin presentar jamás prueba alguna y diciendo, muy suelta de cuerpo, que las pruebas de sus denuncias las debe buscar la justicia. Estas actitudes muestran un alto grado oportunismo e irresponsabilidad cívica en esta dirigente. En política exterior habla mal de las relaciones del gobierno con Chavez y Evo Morales, lo cual ya sirve de base para ubicarla ideológicamente. Esto se vio cuando quiso aliarse con López Murphy y como eso le fracasó, lo eligió al socialista Giustiniani como compañero de fórmula. Ella explica ese revoltijo ideológico diciendo que su criterio para elegir aliados se basa únicamente en la conducta ética. Es decir que si alguien es presuntamente honesto en lo personal, cosa que ella le adjudica a López Murphy, nada importa que como ministro de economía haya impulsado un ajuste empezando por los gastos para educación, o que como integrante del gabinete Delarrua haya convalidado el ajuste Machinea en contra del bolsillo e intereses de trabajadores y jubilados y el pago de coimas a senadores nacionales para que votaran leyes contrarias al interés de los trabajadores. ¡Con tal que Lopez Murphy sea ético…! A propósito, ¿Qué diantres hacen al lado de Carrió ciertos sectores socialistas? ¿Qué hace allí Giustiniani?
Si ganara Lavagna retrocederíamos hacia un gobierno de centroderecha. Si ganara Carrió corremos el riesgo de dar un salto hacia el abismo.
Claro que desde una visión de izquierda se requeriría mucho más que lo que está haciendo el kirchnerismo en el gobierno. Se debería impulsar una profunda redistribución de la riqueza y un intenso desarrollo de una democracia participativa que supere la actual democracia representativa en profunda crisis. Pero para eso sería indispensable la generación de una nueva relación de fuerzas, mediante la creación del movimiento sociopolítico anunciado varias veces por la CTA y por el cual nuestra propia organización, Tesis 11, viene bregando y haciendo su aporte desde hace años. Para que sea posible, los compañeros de CTA deberían poner el acento en lo que une, dejando de lado la coyuntural cuestión de posiciones respecto al actual gobierno, para así poder atraer a las organizaciones progresistas que integran el Kirchnerismo. Se trataría de recrear algo como lo que fue el FRENAPO y a partir de ahí desarrollar el movimiento. En tal sentido, los compañeros de CTA trabajan en la convocatoria de una Constituyente Social para el 2008, con la intención de que sirva como espacio donde discutir este imperioso tema de la construcción de una alternativa popular progresista de nuevo tipo en nuestro país. En mi criterio las diversas organizaciones progresistas pueden mantener distintas posiciones respecto al gobierno kirchnerista y simultáneamente confluir en un movimiento que trabaje por objetivos estratégicos para el interés popular, como la redistribución de la riqueza, los derechos humanos, la libertad sindical, la unidad latinoamericana, la democracia participativa y otros.
La corriente Germán Abdala, ampliamente mayoritaria en CTA, ha creado, como se sabe, un partido político en Capital, “Buenos Aires para todos”, que pretende utilizar como herramienta para ayudar a la construcción del movimiento sociopolítico en la ciudad de Buenos Aires. Presenta lista de candidatos a diputados nacionales encabezada por el compañero Claudio Lozano y por la que pienso votar, para esa instancia, como apoyo a la iniciativa de CTA para la construcción del movimiento sociopolítico y además por la alta consideración que me merece Claudio. También va como aliada para las candidaturas del compañero Pino Solanas como presidente de la república y como senador por Buenos Aires. Pero la candidatura del querido Pino es solamente testimonial y sinceramente creo que objetiva y contradictoriamente serviría para aumentar las chances de los espacios encabezados por Lavagna y Carrió de llegar a una segunda vuelta en las elecciones presidenciales, que es con lo que cuenta la derecha para voltear el proyecto Kirchnerista e intentar restaurarse directamente en el gobierno.
*Carlos Mendoza: Ingeniero, especializado en economía política, escritor, miembro del Consejo Editorial de la Asociación Civil-Cultural Tesis 11.