León Masac*
(NR: El autor se propone continuar con nuevos capítulos de crítica literaria en los próximos números de la revista)
“La literatura crea un mundo propio permitiendo la construcción
de sentidos dentro de los lectores, en este articulo proponemos recuperar esas imágenes
individuales que nacen de nuestras lecturas. La propuesta no es más que mostrar
que detrás de toda gran obra, hay miles de sujetos que sueñan, imaginan y
construyen su propio mundo por medio de la lectura.”
Ser lector es la sensación más impura de la literatura, pero al mismo tiempo la más placentera. Como lectores nos apropiamos de las palabras que produce el escritor, nos hundimos en su imaginación y terminamos por construir nuestra propia fantasía de algo que no nos es propio, que no es naturalmente nuestro. Sin embargo, el escritor se siente pleno al lograr esta impureza en la lectura, él espera crear en nosotros (los lectores) la necesidad de transitar, página tras página, esas historias llenas de imágenes que nos involucran como observador en esos relatos. Claro que esta hibridez (entre lo construido y lo apropiado) hacen a cada lector único, y a cada libro diferente para cada uno de esos seres capaces de nadar en palabras con el simple objetivo de satisfacer un deseo, ¿qué deseo? Nunca lo sabremos, porque es únicamente propio.
En estas líneas solo intentaré escurrir mis sensaciones en palabras y contar qué sentí cuando leí tal o cual libro. La idea es solo demostrar que los libros son los únicos capaces de unir diferencias y desunir similitudes, acá el desafío.
“El hombre que amaba los perros” de Leonardo Padura
“Una semana antes, Levie Davínovich había visto cómo le arrebataban las últimas piedras que aún le permitían ubicarse en el turbio mapa político de su país”
Leonardo Padura
Hay veces que creemos que la ficción no se puede mezclar con la realidad, pero Padura se involucra en este desafío y logra uno de los libros más espléndidos que he leído. La historia o las historias en él esbozadas conforman un triángulo de relaciones inesperadas e impredecibles, y si bien el libro cuenta parte de la historia real de Liev Davidovich Bronstein o León Trosky, como es mas conocido (uno de los mas importantes revolucionarios de la historia de la URSS), y Ramón Mercader (brazo ejecutor del asesinato de Trosky ideado por Joseph Stalin); la centralidad verdadera, la mas imperdible trama se la lleva Iván, un cubano con sueños de escritor.
La novela logra transgredir los muros de los villanos y/o héroes que han construido los grandes relatos históricos; a cambio nos entrega una magnífica muestra de lo mediocre, vil e incluso egoísta de los seres humanos, pero también pone el relieve en el valor de una idea, un ideal y un sueño que se envuelve en la realidad objetiva, en las condiciones materiales de existencia llevados a pensar una y otra vez en Carlos Marx.
Leonardo Padura puede llevarnos a querer ser por unos minutos Iván, por otros León; y algunas veces Ramón, nos obliga a ponernos en su piel, a sentirnos perdidos, odiados, inmorales, bastardos pero también consecuentes y vanguardistas.
“El hombre que amaba los perros” es un libro para leer despojados de prejuicios y sabiendo que la literatura cada tanto nos regala la magia de poder mostrarnos la historia apartando (mas no sea por un instante) lo mas trascendente de ella; es una invitación a emocionarnos, indignarnos, enojarnos y comprometernos con el futuro
Leonardo Padura, nació en Cuba en 1955, es Licenciado en Filosofía por la Universidad de La Habana, ha escrito innumerables novelas policiales, ensayos, cuentos y artículos periodísticos