Escrito por Oscar Rotundo
Cuarenta años después de la batalla por la soberanía en Malvinas y ante la ofensiva global de la política colonial británica desde el Atlántico Sur hasta Ucrania, entrevistamos a Carlos Raimundi, representante argentino ante la OEA sobre la situación actual del conflicto.
El diplomático argentino calificó la política británica de Malvinas como “colonialista”, afirmó que los países europeos tenían un nuevo margen de operación después del BREXIT y anunció crear “incomodidad para Gran Bretaña, incluidos sus intereses económicos”.
PIA/UWI – Considerando el BREXIT y la condena de las políticas de colonización, ¿estamos hoy en mejor posición para recuperar la soberanía sobre las Islas Malvinas?
No cabe duda de que por los principios de integridad territorial, continuidad jurídica y contigüidad geográfica, las Islas Malvinas pertenecen a la Argentina, además de las Islas Sándwich y Georgias y sus mares circundantes. Tampoco hay duda de que mantener el control de un territorio a varios miles de kilómetros de distancia de una metrópoli constituye un acto de colonialismo y no corresponde al presente de la humanidad.
Sin duda, tras el Brexit, cuando la relación del Reino Unido con la Unión Europea ha comenzado a mostrar tensiones en diferentes aspectos, ciertos gobiernos europeos deberían estar más cerca de la posición argentina por su signo ideológico como por ejemplo España o Portugal. A medida que el Reino Unido abandonó la Unión Europea, estos países ya no están obligados, como lo estaban antes, a clasificar a las Islas Malvinas como territorio británico de ultramar. Y esto, sin duda, puede llevar a un cambio de posición en los foros internacionales.
PIA/UWI – ¿Está la Argentina en condiciones de revisar los acuerdos de preferencia de inversiones del Tratado de Madrid en favor del Reino Unido?
En relación al Tratado de Madrid, lo que sucede es que si bien el sentimiento mayoritario abrumador del pueblo argentino está a favor del reconocimiento de nuestra soberanía en Malvinas, esto no se ha traducido en una política de Estado constante que vincule tanto a los gobiernos populares nacionales como a los más reaccionarios.
Así que cuando ha habido gobiernos más comprometidos con los intereses geopolíticos y financieros del capital globalizado, la consecuencia fue el Tratado de Madrid en los años 90, los Acuerdos Fordari-Duncan durante el Macrismo; por lo que sin duda la revisión de estos acuerdos en política exterior es necesaria cada vez que hay un gobierno nacional popular en nuestro país.
PIA/UWI – ¿Cuál es la agenda argentina y cuáles son las perspectivas?
Argentina tiene dos prioridades que son incontrovertibles. Primero, la proyección antártica, la proyección bicontinental, la proyección oceánica de un país que tiene tantos kilómetros de costa atlántica como la nuestra en cuanto al uso de nuestros recursos naturales y estratégicos; y de acuerdo con esto, en segundo lugar, la preservación de la región y del Atlántico Sur como zona de paz.
Denunciando las armas nucleares británicas en el Atlántico Sur
Por eso son necesarias dos cosas: crear malestar para el Reino Unido respecto a su posición de confort, afectando sus intereses empresariales en nuestro país y en Malvinas, como se hizo con el recrudecimiento de las sanciones penales a las empresas británicas durante el kirchnerismo; al mismo tiempo, la denuncia de la presencia de armas nucleares en la región y la construcción de una mayoría en los organismos internacionales a través de votos. Pero esta mayoría necesita ir más allá del apoyo retórico, que ya tiene la Argentina: lo tiene en los países africanos; en el G7+ China; lo tiene en las Naciones Unidas; lo tiene en la CELAC y en la OEA; pero este apoyo no se ha traducido en un cambio de actitud por parte del Reino Unido.
Incomodidad de Gran Bretaña
Esto significa que lo que hay que hacer es transformar el pronunciamiento del derecho internacional en hechos concretos que modifiquen la situación de confort en la que se encuentra el Reino Unido, negándose a sentarse a la mesa negociadora de la disputa de soberanía.
Finalmente, una cosa es tener razón ética, jurídica y política, y otra cosa es construir el poder necesario para materializar el ejercicio efectivo de esa razón. El desarrollo, la cohesión social interna, un mayor protagonismo en el comercio internacional y la integración latinoamericana son algunas de las medidas que tenemos por delante para construir ese poder.
Y, sin duda, necesitamos incomodar la posición de la potencia colonial, afectando gravemente sus intereses mientras no cumpla con lo que impone el derecho internacional, por lo que Londres tiene que aceptar la disputa y entablar un diálogo pacífico para resolver el conflicto.