ISAAC GROBER ** Entrevista al Ing. Horacio Giberti *
«…. Pienso que el Gobierno tiene un montón de faltas. Políticas activas mal dirigidas y de políticas que no ha
dirigido, pero pienso que aunque todo lo que ha hecho estuviera mal y sólo hubiera hecho esto de las retenciones, no habría por qué no apoyarlas. En todo caso el enorme esfuerzo que se está haciendo en contra de las retenciones se debe utilizar para presionar al Gobierno para que actúe implementando todas esas políticas que hoy faltan……..
Es absolutamente necesario desarmar toda esta estructura de los fondos de siembra porque crean una
estructura social totalmente negativa…..»
Las transformaciones productivas, sociales y gremiales empresarias como marco del reclamo. Los propósitos, el trasfondo y los riesgos del conflicto. Lineamientos para una nueva política. Potenciales aliados.
Tesis 11: Con motivo de la implantación de las retenciones móviles, los productores agropecuarios han desatado un conflicto y disputas en el que aparecen aspectos y situaciones confusas, contradictorias
y peligrosas. Para ayudar a esclarecer un poco las cosas creo que sería previamente necesario conocer y entender los cambios en la estructura productiva y social habida en el campo, cuándo y cómo se fueron dando, para llegar en definitiva a tener un panorama más claro sobre lo que hoy es, productiva y socialmente el campo, qué terreno estamos pisando.
Horacio Giberti: Me parece un enfoque razonable. En los últimos 15 años, digamos, el sector agropecuario ha tenido profundas transformaciones que lo vuelven muy distinto de lo que conocimos tradicionalmente. Vamos a referirnos fundamentalmente a la región pampeana, porque aunque en el resto del país también haya habido cambios, el motor de la economía agropecuaria es la región pampeana.
Aquí se produjo una revolución tecnológica extraordinaria, sobre todo a partir de los años ´90, basada en la siembra directa y en los transgénicos. La introducción de estos dos elementos abarató extraordinariamente
los costos de producción a punto tal que, para que se tenga una idea, lo que antes se hacía en un mes, hoy se lo puede hacer en un día..
Es esta significativa disminución de costos lo que permitió que en el período de recesión de los ‘90, el
sector agropecuario pudiera afrontar esa mala racha de todos esos años del 1 a 1 y aumentar la producción.
Esto ya anticipa que si al sector agropecuario con el 1 a 1 le iba bien – dicho esto en general -, con el 3 a 1 le tiene que ir extraordinariamente bien.
Pero volvamos un poco atrás. Esta profunda transformación tecnológica que permite ahora reducir a un día el trabajo que antes llevaba un mes, si bien reclama mucho menos trabajo, exige en cambio mucho más capital: inversión en maquinaria y la maquinaria para siembra directa es cara y totalmente distinta a la tradicional, lo que obliga a renovar toda la maquinaria. El transgénico y todo lo que representa el uso de agroquímicos, etc. representa también gastos que antes no se hacían .
En la agricultura tradicional el chacarero araba, sembraba, lo que le demandaría digamos un mes de trabajo en una chacra corriente y luego hacía algunos trabajos culturales, como en el caso del maíz, o ninguno, como en el trigo. No había defensa del cultivo, en el sentido de que no se aplicaban herbicidas, ni fertilizantes, etc. de manera que el chacarero veía crecer bien o mal el cultivo . Luego venía el período
de cosecha, lo que implicaba la cosecha en sí misma, el transporte y la comercialización. Ese era el
trabajo, digamos tres a cuatro meses relativamente duros y el resto, ocio forzoso. Esto era la estructura básica de la producción chacarera de entonces. Hoy es totalmente distinto por la gran inversión de capital tanto en maquinaria como en insumos y eso en Argentina, para el chacarero corriente, con un Estado que en esos años retiró retiró su intervención, le era imposible conseguir apoyo crediticio de fomento, no crédito bancario común, sino un crédito bancario a tasa razonablemente más baja que la corriente y con un horizonte de vencimiento mucho más acomodado.
Además se requería asesoramiento técnico porque cambió totalmente la forma de producción, de manera que el chacarero que decía «.. a mi que
me van a enseñar que tengo 20/30 años en el campo», hoy podrá seguir diciendo lo mismo, pero sus 20 o 30 años de experiencia anterior no le sirven para nada porque han cambiado totalmente las formas de producción. Y además el cambio es muy dinámico, lo que le exige una actualización constante de los conocimientos.
Este requerimiento de conocimientos técnicos nuevos para el productor chocó con que al retirarse el Estado de la intervención en el mercado, también llevó implícito su retiro de la intervención técnica: el INTA desmanteló su servicio de extensión. Entonces el chacarero, al que le era difícil acceder al capital, al que le era difícil acceder a las nuevas técnicas, se fue quedando marginado, desapareciendo o cediendo sus tierras en arrendamiento porque juntamente con eso, como el cultivo era un negocio verdaderamente interesante, especialmente en el caso de la soja, surgieron los fondos de siembra.
Estos fondos son en verdad entidades puramente especulativas. Son, en realidad, fondos de inversión.
Colectan un dinero que destinan a una determinada actividad, la que en ese momento les parezca más rentable en el corto plazo y si esa actividad luego deja de ser rentable, pasan a otra totalmente distinta.
Y así como hoy pueden producir soja, mañana pueden ser chorizos o cualquier otra cosa.
Por su índole, estos fondos ni invierten ni compran en el lugar donde trabajan. Derivan sus ganancias, desde el lugar donde trabajan hacia otros centros de actividad. Utilizan la menor cantidad de capital fijo posible, porque quieren conservar la liquidez. Por eso arriendan tierras y no compran tierras;
trabajan con contratistas y no compran maquinaria agrícola y tienen un equipo bastante bueno de asesores
que los utilizan en los distintos lugares de trabajo porque para cubrir riesgos esos fondos de inversión
suelen arrendar tierras en muy distintos lugares.
Así, si en un lugar las cuestiones ecológicas han sido adversas, se compensan con que en otras han
sido buenas. Además, con los transgénicos y con el mejoramiento genético se ha conseguido variedades de grano que son muy resistentes a la mayor parte de las adversidades, lo que asegura una mayor estabilidad
de la producción que la que antes era corriente, en la que había menos defensa de los cultivos, menos capacidad de los propios cultivos de resistir las adversidades.
Entonces, anteriormente, la oscilación de la productividad, del rendimiento, era muchísimo mayor
que ahora. Estos rendimientos están ahora en un nivel muchísimo más alto y son más estables, pero a
costa de una gran inversión de capital y de técnica que la pudieron hacer los fondos de siembra. Los chacareros, en cambio, se fueron quedando marginados.
Además, como los fondos de siembra tienen el dinero suficiente y como manejan grandes volúmenes de producción, tienen también grandes facilidades para comprar los insumos y vender la producción.
Todo eso hace que su costo de producción sea mucho más bajo que el del chacarero común.
Por todo esto los fondos de inversión se extendieron enormemente en ese momento del 1 a 1, mientras iban absorbiendo o iban desapareciendo los chacareros. Como estos últimos no podían entrar en la nueva técnica y con sus viejas técnicas quedaban muy fuera del mercado, les resultaba mucho más conveniente alquilarles su tierra antes que trabajarla. .Esto fue produciendo una enorme concentración de la producción.
Antes siempre se hablaba de la concentración de la tierra, de la propiedad de la tierra. Ahora hay una concentración de la producción que es sobre tierras arrendadas, alquiladas y es un proceso que cambió totalmente la estructura económica y social del campo. Es por eso, como ahora se dice, que tenemos
un 10 % de productores que aportan el 75 % de la soja y eso es una enorme concentración – reitero –
de la producción y no de la propiedad de la tierra. La propiedad de la tierra sigue tanto o más concentrada
que antes, pero este es un fenómeno distinto del de la concentración de la producción.
Tesis 11: Qué otras repercusiones se derivaron de estos cambios en el modo de vida del pequeño
y mediano productor y sobre la actividad económica de los pueblos y ciudades cercanas al quehacer rural.
En primer lugar, ha desaparecido una gran cantidad de los clásicos chacareros. El chacarero que subsiste, ahora despliega mucho menos trabajo que antes, de manera que eso de que toda la familia de varios hijos trabajaba junto con el padre y la madre, ya pasó a la historia. En este momento una chacra, digamos, de 150 has. en lo que se llamaba la región maicera y que ahora es la región sojera, requiere el trabajo de dos personas, nada más. De modo que los hijos de la familia ya no caben en el campo y los obreros se van a trabajar a las ciudades. Por eso mismo el deterioro industrial de los años ´90 perjudicó a la chacra porque muchas de ellas se constituían entonces sobre la base del trabajo familiar en la misma chacra y parte de la familia trabajaba en industrias y comercios de los pueblos cercanos. El receso económico de los años ´90 perjudicó esa ocupación extrapredial y complicó más aún la economía del chacarero.
Esto explica esa enorme desaparición de chacareros, de productores medianos y pequeños.
Digamos marginalmente que también hay que distinguir una cosa. El mejoramiento técnico desde que se implantó el arado hasta ahora, va aumentando cada vez más la productividad del hombre. Cada vez más una persona puede atender, cultivar más hectáreas. Entonces, dentro de una producción agropecuaria moderna, tecnificada, es lógico que disminuya la cantidad de explotaciones.
Por eso si en la región pampeana, por ejemplo, la tierra está ocupada en su totalidad, si cada chacarero puede hoy trabajar más hectáreas que antes, es evidente que tiene que ir saliendo una determinada
cantidad de chacareros del campo. En consecuencia, hay un proceso que podríamos llamar normal
de disminución de explotaciones agropecuarias y a eso se agrega, en el caso argentino, un proceso
que yo llamaría patológico de ese aumento de chacareros que salen del sector porque el gobierno ha sido hasta hace muy poco mero espectador de la producción.
A partir del 2001 cambia la cosa, no se llega desde mi punto de vista a una política totalmente satisfactoria, pero hay muchos aspectos que mejoran la situación. Entonces en el sector agropecuario resurge la economía porque a ese bajo costo de producción, se unen precios mucho más altos que reaniman la actividad. Y esa producción, aún bastante centralizada en pocas explotaciones, alcanza a reanimar la economía de los centros poblados que yo podría llamar estrictamente vinculados con la producción. En Pergamino, en el centro-sur de Santa Fe y en otras áreas que estaban totalmente aletargadas desde el punto de vista económico, se reanimaron esas industrias locales, se reanima el comercio como consecuencia de la mayor producción y el sector chacarero que aún subsiste , comienza a recuperar poder adquisitivo.
Si se analizan las inversiones que se ha producido en maquinaria, etc., ahora se ve precisamente que mientras que en todos esos años en que el sector no agropecuario estaba languideciendo cada vez en peores condiciones e invertía menos, el sector agropecuario ya compraba mucho más maquinarias, fertilizantes y herbicidas. En aquella agricultura tradicional de hace años, los fertilizantes por ejemplo eran consumidos por las regiones extrapampeanas y no por la región pampeana. Ahora el principal consumidor
de fertilizantes es la región pampeana. Esta es una de las tantas indicaciones de cómo ha cambiado la estructura. Volviendo a lo que estaba contando. Se reanima la economía, se robustecen los pocos chacareros que quedaron, pero que aún así son todavía relativamente muchos y entran también en ese círculo de mayor consumo y mayor inversión, lógicamente en una medida mucho menor que la que pudieran hacer si hubieran conservado la magnitud económica anterior, de no mediar su desplazamiento por esos fondos de siembra.
Tesis 11: Es obvio que los piquetes que irrumpieron en decenas de lugares, no estuvieron integrados por oligarcas. Está claro que las multitudinarias concentraciones congregaron a pequeña y mediana burguesía rural y a pobladores del interior del país, en particular del área pampeana, que directa o indirectamente son dependientes de la economía agropecuaria. También se ha visto el despliegue de alianzas entre agrupaciones gremiales agropecuarias que a lo largo de su historia se han revelado no sólo diferentes, sino decididamente antagónicas ¿Cómo se explica esta confluencia de ahora? Los cambios habidos en la estructura productiva y social ¿pueden haber influido en la orientación político – gremial de las entidades o esta confluencia es
coyuntural, empujada por «el espanto», como alguno de ellos dijo? ¿Qué es lo que en esencia está en disputa para cada una de las entidades integrantes de la llamada Mesa de Enlace?
HG: Ciertamente. Todos estos cambios en la estructura económica y social, también provocaron
un cambio bastante importante en la estructura gremial, societaria, del campo. El clásico chacarero
arrendatario, la imagen tradicional del socio de la Federación Agraria (FAA), prácticamente desapareció
porque muchos de los arrendatarios que subsistieron, por las buenas o por las malas se transformaron en propietarios. Al transformarse en propietarios, muchos de ellos dejaron de pertenecer a la FAA.
Esta entidad era, para los arrendatarios modestos, una institución, un ente absolutamente necesario
porque a través de su muy buen departamento legal les proporcionaba el apoyo jurídico necesario en su
lucha contractual y legal con el propietario por problemas de arrendamiento. Al transformarse en propietarios,
esos socios ya no tienen la necesidad de ese servicio y aún no manifestando una buena conciencia gremial, simplemente dejaron de pertenecer a la FAA o sin hacer una renuncia formal, dejaron de pagar.
Yo creo que si muchas de las entidades agropecuarias de ahora depuran sus padrones de socios se quedan con la mitad o menos de los socios. Es una táctica de las entidades, no sólo de las agropecuarias, si no de todas, de no depurar mucho sus padrones de socios en función de los que verdaderamente pagan, para aparentar tener así una mayor representatividad.
Aparte de esa disminución de socios, en lo que hace a la FAA, hay ese cambio de estructura social que hace que el chacarero típico de hoy tenga enfoques muy distintos del de antaño. Es un propietario, un pequeño propietario, a lo mejor más conservador que el propietario mediano o grande. Eso en lo que atañe chacarero clásico.
En cuanto a las cooperativas, buena parte de ellas sufrió un descalabro durante la época del 1 a 1 acompañado por la falta de apoyo oficial. Muchas se salvaron transformándose realmente en empresas comerciales. FACA, que nucleaba cooperativas de productores medianos y pequeños afines a la Federación
Agraria, quebró. De las restantes federaciones de cooperativas integradas en CONINAGRO quedó ACA como grupo de mayor peso, cuyos integrantes tradicionalmente fueron productores de medianos para arriba. En definitiva, CONINAGRO ahora agrupa menos cooperativas, con menor espíritu cooperativista y con menos importancia de pequeños y medianos productores.
Además tenemos toda una estructura que absorbe el grupo de entidades que se concentra en Confederaciones Rurales Argentina (CRA), que tradicionalmente representaron a un tipo de explotación
relativamente grande pero manejada por el propio dueño, un empresario. El tipo medio de socios de esas entidades nucleadas en CRA tiene una explotación relativamente grande, a lo mejor 1.000 has., que en la región pampeana no es poco, pero generalmente las maneja él en forma directa y muchas veces vive en la propia explotación. Ese hoy sigue siendo propietario y ha crecido mucho en los últimos tiempos. Además se
ha diversificado. Antes ese propietario era fundamentalmente ganadero y hoy ha asimilado las nuevas
técnicas y se transformó a veces más en agricultor que en ganadero. Por eso interviene ahora en forma
mucho más activa que antes en la puja por la determinación de precios de los granos, etc. que antes
era algo que miraba un poco de costado porque se dedicaba más bien a la ganadería.
Los grandes productores son los clásicos representados por la Sociedad Rural Argentina (SRA), que ahora se diferencian. Son claramente productores y no latifundistas. Hoy, por una serie de cosas, hacen el cálculo de beneficios alternativos, etc. Ya no es como antes que la gran explotación solía ser bastante más extensiva que lo razonable y que muchas veces no trabajaban bien la tierra porque de todos modos su gran superficie les permitía tener un ingreso alto sin necesidad de complicarse la vida administrativamente.
Hoy ya se piensa en otra forma. Se piensa por ejemplo en si la tierra que tengo vale tanto, que rentabilidad tiene y la comparo con la rentabilidad de otras actividades o de colocaciones alternativas de ese capital y si no me conviene, vendo la tierra y me dedico a otra cosa, hace 40/50 años ese enfoque no existía. De modo que la Sociedad Rural sigue representando a grandes propietarios pero con otra estructura. Se dedican
más a la producción propiamente dicha y también han incorporado la agricultura, cuando antes eran casi exclusivamente ganaderos porque la agricultura la hacían por vía de arrendatarios que ahora han desaparecido.
Estos son los cambios que hoy ofrece la estructura societaria. Ahora por sobre esas cosas hay otra cuestión fundamental: ¿qué representatividad tienen? ¿Cuánto del sector agropecuario, cuántos productores verdaderamente absorben?
Si uno atiende a las cifras que cada una de ellas dice sobre la cantidad de socios – y eso salió en un artículo de La Nación de hace un tiempo – resultaría que las cooperativas, que no son gremiales pero que son entidades que asocian a muchos productores, pero con espíritu de comercialización más que de producción, dicen que representarían a 110.000 asociados. CRA tendría 100.000, la FAA otro tanto y la SRA 10.000, o sea que en total, según ese artículo que apareció en La Nación y que en realidad recoge lo que se adjudican cada una de las entidades, tendrían en conjunto como 300.000 socios, o sea casi eltotal de los productores agropecuarios. Eso es absolutamente falso y lo podemos decir con absoluta convicción, porque si vamos al censo agropecuario del 2002 encontramos con que por primera vez en el país se pregunta a los productores si están afiliados o no a alguna entidad gremial o cooperativa.
La respuesta es la siguiente: en todo el país sólo el 4% de los productores está afiliado a alguna entidad verdaderamente
gremial y el 13 % está agrupado en cooperativas.
Esta es la verdadera representatividad que tienen las entidades. Entonces me parece que está bien que actúen, que reclamen, que el gobierno las tenga en cuenta, pero distan enormemente de tener la importancia que ellas a sí mismas se adjudican. Esa poca importancia creo que está muy claramente expresada en otra circunstancia. Toda esta última serie de problemas que ha habido ha surgido del famoso movimiento de los «autoconvocados» que son los que en este momento están a lo mejor manejando la situación. Si hay tal gran cantidad de autoconvocados es porque precisamente las entidades son poco representativas.
Y se da este curioso caso de que los autoconvocados por ejemplo, organizan una reunión e invitan a las entidades agropecuarias y los presidentes de las entidades agropecuarias van como invitados a las reuniones que organizan los autoconvocados. Esa enorme cantidad de autoconvocados que son los que hasta ahora están causando más cortes de ruta que los asociados, están reafirmando las cifras censales sobre la poca importancia real que tienen las entidades agropecuarias y están complicando también la resolución política del problema porque por su propia condición de autoconvocados no tienen disciplina gremial, hay grupos con diferencias internas muy notables, un grupo con otro no tiene
nada de afinidad y cada uno corta las rutas como le parece, Unos dejan pasar a las ambulancias y otros no, pasan determinados tipos de mercaderías o no.
Hay toda una anarquía y sobre todo no pueden tener una actitud unificada y mucho menos obedecer las directivas que emanan de las entidades agropecuarias tradicionales. Por eso si mañana el gobierno llega a un acuerdo completo con las entidades agropecuarias, con estas cuatro entidades famosas, no hay mayor garantía de que la masa de productores
agropecuarios responda a ese compromiso.
Pasemos ahora al marco político en que se desarrolla toda esta problemática del conflicto.
Primero: yo no considero malo que se hable de que esto está politizado. Al contrario, todos estos hechos son la consecuencia de medidas políticas. Entonces me parece que es absurdo decir que las entidades están politizadas o que el gobierno está politizado o se politizan los temas, etc. Ojala todos estuviéramos politizados, con lo cual quiero decir
que estuviéramos viendo desde un punto de vista de una actividad política razonable, que medidas conviene tomar o no.
Segundo: yo creo que las entidades han respondido, reaccionado a situaciones que son muy distintas de las que originalmente se plantearon. Esto explica en buena medida su aparente unificación.
Dicho en forma más clara: analizada la actual situación económica del sector agropecuario, el Gobierno computó que en razón de la fenomenal suba de los precios internacionales, ese sector percibirá ahora ingresos muy altos, para lo cual en realidad realidad no hizo demasiado. Las retenciones vienen a cumplir así una función legítima, la de quitar una parte nada despreciable – podría ser un poco menos, pero es bastante apreciable – de los posibles ingresos, redistribuirlos fundamentalmente por vía de las retenciones, separar los precios internos de los externos, de modo de evitar que ese extraordinario aumento de los precios externos eleve innecesariamente el costo de vida interno. Yo creo que es humano considerar que nadie va de buen modo, sin cierta discusión, a resignar sus ingresos, Después de todo, el bolsillo es la parte del cuerpo que más duele. Creo que es humano dentro de nuestra sociedad que cada persona procure ganar lo más posible.
Aquí aparece entonces uno de los errores del Gobierno, que fue el no explicar suficientemente el por qué hacía las cosas, de manera que quedara claro el por qué de las retenciones, la magnitud del margen de ganancias extraordinarias que en caso
contrario quedaría en manos de los productores y que aún descontadas las retenciones, restaba una buena rentabilidad.
Aquí aparece ese trasfondo político. Las entidades obedecen inicialmente a la presión primera de sus asociados y luego se encuentran presionados por los autoconvocados que piden que no se les saque un solo peso. Y es más fácil para un dirigente
trasmitir ese pedido al gobierno que el hacerle ver a sus asociados que deben resignar parte de ese beneficio extraordinario en función de un beneficio social.
Aquí aparece el segundo error, porque no es posible que el Gobierno trate de igual a igual a una entidad agropecuaria y con ese famoso «hay que consensuar», en algo donde jamás se va a poder consensuar , porque implica limitar en buena parte
los beneficios del sector. Exagerando las cosas: si en un país donde hubiera esclavitud el gobierno quisiera eliminarla, jamás va poder consensuar con los dueños de los esclavos. Entonces si el gobierno necesita limitar en parte el ingreso de un sector
agropecuario, no va a lograrlo por consenso. En todo caso los va a convencer a regañadientes, pero esperar a que tenga un consenso pleno de esas medidas me parece absurdo. Por eso digo que el Gobierno gobierna, por lo menos en un modelo teórico, atendiendo a las necesidades globales del país y en cambio las entidades sectoriales atienden a una lógica defensa de sus propios intereses sin considerar mayormente las consecuencias sociales.
Esto es lo que sería desde mi punto de vista lo que ocurre en la economía agraria. Ahora, en la economía social o en el marco político general, yo no creo que se pueda hablar de golpismo. Me parece que la relación de fuerzas ahora es muy distinta que
antes. Que la sociedad en general vive otro clima y que dista mucho de pensar o aceptar que se pueda dar un golpe. Pero sí creo que se inicia un proceso muy serio, muy inteligente, de deterioro de la imagen del gobierno, que puede sí llevar después de un tiempo a un cambio de gobierno, sea por un golpe o sea por elecciones, o se lo debilita tanto como para lograr forzarle el brazo e imponerle un cambio de política. Se desprestigia totalmente a un gobierno y luego surge una alternativa de un gobierno, por ejemplo totalmente conservador y la gente incautamente puede ir a votar por ese gobierno. Es decir se
puede hacer un «golpe» electoral en lugar de un golpe militar. Veo que aquí, si no se manejan bien las cosas, se puede llegar a un enfrentamiento torpe e innecesario de un sector con otro, en que se van insultando recíprocamente y en lugar de argumentar pasan a los insultos y a una acción violenta.
En ese sentido creo que también el Gobierno no ha estado prudente porque no ha sabido conservar la serenidad y en lugar de utilizar adjetivos contra los dirigentes agropecuarios debió explicar claramente la situación, por ejemplo presentar modelos
de costos que demostraran la gran rentabilidad que tiene el sector agropecuario y que torna legítimo que una parte de esos beneficios extraordinarios se dediquen en beneficio del país entero.
Esa misma carencia de elementos objetivos también la presentan las autoridades de las organizaciones agropecuarias. Escuchamos todos los días su queja de que pierden plata, que no pueden invertir, etc. pero jamás dan un costo concreto. Lo más que hacen es decir como ha aumentado el precio de los fertilizantes o el precio de otros insumos. Y eso en parte es cierto, pero esos productos que ellos indican constituyen una parte relativamente minoritaria del costo total de producción. Por ejemplo me parece que los fertilizantes más los herbicidas, pueden representar alrededor del 10 % del costo de producción.
De manera que aunque dupliquen sus precios, su efecto sobre el costo final es poco y además hay otros rubros que han disminuido o en el peor de los casos han mantenido su incidencia dentro del costo.
Es el caso del gasoil, con un precio subsidiado para un elemento muy necesario para la producción agropecuaria y que constituye una parte significativa del costo de producción.
También podríamos decir que desde el punto de vista social y si es que la memoria no me falla, en el quinquenio 1997-2001 se necesitaban 14 quintales de soja para pagar el sueldo mensual de un obrero rural medio y ahora se necesitan sólo 10 quintales, es decir que ha habido una rebaja de casi el 40 %, lo cual nos está diciendo por otra parte que los beneficios
derivados de los mayores precios de los granos no se han manifestado en el aspecto social de los trabajadores agropecuarios
Volviendo al tema de los propósitos de la protesta:
No creo que pueda calificarse de golpista a la gente, pero sí de desestabilizadores. No a la gente en su totalidad, sino que hay un grupo que está aprovechando esta circunstancia para que la gente, que está embalada, irritada porque le sacan pesos, entre, sin darse cuenta, en esta corriente desestabilizadora. Y yo que viví unos cuantos años y ví esta película varias veces, me acuerdo de lo qué ocurrió por ejemplo con Illia.
Hace poco se cumplió un aniversario de la muerte de Illia. Casi todos los periódicos cantaron loas a Illia, pero cuando Illia vivía y era presidente, se lo denigró de todas formas. Se le hizo una campaña muy bien instrumentada de hacerlo aparecer como un hombre irresoluto, etc., la famosa tortuga. Mis hijos, que eran entonces estudiantes secundarios y formaban parte de la juventud, salieron a la calle a protestar porque no había suficiente presupuesto educativo. Las cifras demostraron luego que en ese momento la proporción del presupuesto dedicada a educación era muchísimo más alta que antes. Pero todo eso son elementos de una política muy bien orquestada que transforma a muchos en idiotas útiles de aquellos que los utilizan con fines totalmente distintos de lo que ellos quieren defender. Y así terminan escupiendo al cielo.
Yo no quisiera que ahora se produjera lo mismo. Pienso que el Gobierno tiene un montón de faltas. Políticas activas mal dirigidas y de políticas que no ha dirigido, pero pienso que aunque todo lo que ha hecho estuviera mal y sólo hubiera hecho
esto de las retenciones, no habría por qué no apoyarlas. En todo caso el enorme esfuerzo que se está haciendo en contra de las retenciones se debe utilizar para presionar al Gobierno para que actúe implementando todas esas políticas que hoy faltan.
Por eso creo que hay que proceder con bastante tino en cuanto a las posiciones que uno debe tomar ahora.
Insisto en que en una actitud crítica con el Gobierno, criticar al Gobierno no es ir contra el Gobierno.
Lo digo como institución. Tenemos que tener esto muy claro y que si no advertimos bien la diferencia podemos estar desestabilizando, no actuando sobre un Gobierno para que cambie sus posiciones, sino desestabilizando a un Gobierno en beneficio de intereses que no son verdaderamente los intereses nacionales.
Tesis 11: Las entidades integrantes de la Mesa de Enlace reprocharon al gobierno la imposición de un nuevo régimen de retenciones sin previa consulta del sector rural. ¿Cuál es su opinión?
Por dos razones fundamentales yo creo que no corresponde una consulta previa. En primer lugar, un gobierno democrático, si va a cumplir el programa enunciado, no necesita consulta previa, no necesita permiso para gobernar. Dicho en forma más
simple: tiene hasta la obligación de cumplir el programa previsto. Puede negociar la forma de instrumentar el programa previsto. Pero no negocia el programa.
En segundo lugar y desde un punto de vista práctico, la implementación de las retenciones se parece un poco a una devaluación. No es posible estarlo anunciando antes y empezar a conversar sobre los porcentajes de retención porque se desataría una especulación impresionante durante los días en que se trata ese asunto públicamente.
Por eso creo que el otro defecto del gobierno, aparte de no instruir suficientemente, de no explicar suficientemente es, como lo dije antes, que cuando empezaron las grandes resistencias, prácticamente aceptaba esa idea de tener la obligación como gobierno de consensuar, de tener que discutir con una parte, que es el sector agropecuario, como si los representantes del sector fueran equivalentes al gobierno.
Creo que los representantes de un sector representan a un sector y no al resto de la economía.
Esto de las retenciones además va mucho más allá de lo que corresponde al sector agropecuario. Tanto como el sector agropecuario pide que se le consulte o que se lo tenga en cuenta, podríamos decir que con el mismo derecho y en las mismas circunstancias toda la industria de transformación, el transporte, las comunicaciones vinculadas con el agro y fundamentalmente los trabajadores y los consumidores tienen tanto o más derecho para pedir que se los integre a una mesa de discusión, si es que es necesaria la mesa de discusión.
También otro defecto del Gobierno es que no ha establecido claramente su posición y la posición que le corresponde al sector privado. Recién ahora empieza a establecerse claramente por parte de las autoridades que el Gobierno gobierna y que puede oir y consultar las opiniones, pero es él el que se guarda el poder de decisión. Recién lo hizo después de muchos días desde que se desató el conflicto, cuando prácticamente se lo había dejado crecer.
Yo digo que si yo ahora a un hijo le dejo hacer todo lo que quiera y de repente me doy cuenta que estoy procediendo mal y empiezo a ponerle límites, me va a ser muy difícil establecerle límites porque lo dejé crecer sin límites. Esta es la actitud
irracional que ha tenido el Gobierno: dejar crecer sin límites la oposición de las entidades y luego intentar establecer los verdaderos límites cuando ya era un poco tarde porque se había desatado el conflicto.
Tesis 11: En la realidad actual y dada la relación de fuerzas existente, que lineamientos de política agropecuaria sugeriría en orden a transformar al sector en palanca de un desarrollo progresista tanto para la propia rama agropecuaria como para el país en su conjunto.
Es absolutamente necesario desarmar toda esta estructura de los fondos de siembra porque crean una estructura social totalmente negativa. Pienso que aunque la productividad, absolutamente económica de esos fondos de siembra, sea mayor
que la productividad que puede tener la explotación media, hay con este último todo un beneficio social que en todo caso habría que ver en que forma se contabiliza junto con los costos de producción. Atender sólo al costo de producción y no atender el beneficio social me parece que no es razonable. Por eso digo que aunque la tasa de rentabilidad de esos fondos
de siembra pueda ser mayor que los de una explotación mediana, no debe por eso llevarnos a no fomentar las explotaciones medianas ya que las otras provocan un desequilibrio social, provocan una pérdida de importancia de toda la economía que rodea a las explotaciones agropecuarias, de los pueblos del interior y de las ciudades grandes también.
Desde un punto de vista social yo creo que una de las bases de la política debe ser apuntar a robustecer, a aumentar enormemente, lo digo en forma conciente, la importancia de un sector de productores medianos. Y estoy hablando de medianos. No uso la palabra familiar porque la explotación familiar de antaño creo que ya no existe. La explotación familiar de antaño se llamaba así porque ocupaba toda la familia. Los padres y los hijos de una familia que siempre era bastante numerosa, que andaba en alrededor de 5 hijos y era una explotación mediana.
Hoy debemos dejar eso de explotación familiar porque ya no trabaja la familia y hablar de la explotación mediana, como hablamos de industria mediana y no de industria familiar.
Esa explotación mediana es necesario robustecerla, dotarla de un crédito integral, de un asesoramiento técnico completo, es decir robustecer más todavía la tarea del INTA no sólo en la investigación, sino en la extensión de su actividad, que es fundamental para que la investigación tenga efecto social, e impulsar una política crediticia unida a esa mejora tecnológica.
O sea que en lugar de un crédito aislado para sembrar o para cosechar, etc. se de un crédito a las explotaciones que presenten planes racionales de trabajo y a 4 – 5 años de horizonte. En esa forma, el crédito de fomento, el crédito integral, contribuiría a perfeccionar la estructura productiva, porque dando créditos aislados para siembra o para cosecha no se
sabe si se le da a gente que en realidad está trabajando bien o mal. Se fomentaría una buena estructura productiva, se podría combatir el monocultivo, porque el problema ahora del monocultivo de soja es muy serio, no sólo desde el punto de vista técnico sino desde el punto de vista económico. Es peligroso que toda la economía agropecuaria gire en buena parte alrededor de la soja, porque hoy el precio de la soja es muy alto, pero si mañana bajara sería un descalabro económico total. Si la producción está diversificada eso es mucho menos serio. Esto desde el punto de vista económico.
Desde el punto de vista agronómico ese monocultivo así cerrado es peligrosísimo porque va en detrimento de la conservación del suelo.
¿Cómo se puede romper ese monocultivo sin perjudicar al productor? Se puede hacer. Por ejemplo las retenciones pueden influir en buena parte, porque se aplican retenciones mayores a la soja que a otros cultivos, entonces se fomenta la diversificación de cultivos.
Con el crédito, distribuido de esa forma mediante planes racionales, se da crédito a aquellas explotaciones que presenten planes de rotación de cultivos, de diversificación de la producción. Y ese crédito está apoyado en una buena estructura técnica que resulta de un servicio oficial de extensión. Y digo un servicio oficial, porque por ejemplo están los CREA, que eran grupos verdaderamente interesantes de apoyo técnico pero propio de las grandes explotaciones,
que son los que pueden pagarse el servicio técnico. No es barato un buen servicio técnico. El asesoramiento
individual integral, no está al alcance económico de un chacarero común. Pero me parece que el interés nacional justifica que exista un servicio de extensión oficial, que proporcione esa ayuda gratuitamente porque va en beneficio del conjunto de la economía nacional. No se trata de una dádiva, de un regalo que sea fondo perdido para el Estado, sino de una actividad estatal que contribuye poderosamente a aumentar la producción y a mejorar la distribución del ingreso.
Una de las formas rápidas e inmediatas de eliminar los fondos de siembra es una simple modificación de la modificación que se hizo a la ley de arrendamientos. La ley de arrendamientos, la 13.246 del año 1948, era una muy buena ley que, entre otras cosas, prohibía la continuidad de los contratos circunstanciales, por una sola cosecha. Es decir los permitía una sola vez, como una cosa accidental, como el que alguna persona tuviera problemas y en ese momento no tuviera más remedio que arrendar su campo para capear una inconveniencia circunstancial.
La ley no permitía hacerlo más que por una vez. Después del golpe del 76, durante la dictadura, se modificó ese artículo y se suprimió la prohibición del contrato circunstancial. Eso es lo que da origen y fuerza a los fondos de siembra, que trabajan exclusivamente en tierra arrendada por un solo año, porque su política fundamental es mantener la liquidez, utilizar la menor cantidad de capital fijo posible y conservar la agilidad de pasar de un rubro a otro. Con solo volver a la vieja ley, yo creo que desarmaríamos bastante los fondos de siembra.
La Pcia de Entre Ríos y algunas otras provincias han pretendido arreglar este asunto gravando la producción de los fondos de siembra, estableciendo un impuesto adicional. Yo creo que esa no es la solución, porque en todo caso los fondos de siembra
transferirían ese mayor costo a otros rubros, por ejemplo pagarían menos por el arrendamiento. No se van a eliminar los fondos de siembra por esas medidas impositivas.
Desde luego que no basta con lo que yo apunto, pero creo que esta modificación legislativa es una medida sencilla y fácil de lograr y de efectos prácticamente inmediatos.
Estos serían para mí los puntos fundamentales de la política económica en lo agropecuario. Ello exigiría un conjunto ordenado y coherente de distintas leyes, porque también hay que ver la eficiencia de todo lo que ocurre de la tranquera hacia afuera. Nosotros tenemos un extraordinario beneficio, una extraordinaria ventaja diferencial respecto de otros países.
Es la derivada de la productividad natural de nuestro suelo que beneficia al empresario y por más eficiencia empresaria que hubiera, no podríamos obtener costos de producción inferiores a EE.UU., por ejemplo, si no tuviéramos esta ventaja natural. Pero es una ventaja natural que se pierde en buena medida por la ineficiencia de lo que ocurre de las tranqueras para afuera.
De tranqueras para adentro se puede mejorar mucho la producción. Aparte de que se han producido mejoras, se pueden introducir otras, por ejemplo en la ganadería. Pero de tranqueras afuera, tenemos en primer lugar el transporte.
Una de las tantas locuras que se derivaron de las políticas de los 90 es la desaparición del FF.CC. Ha quedado reducido a una cosa esquelética, con muchos menos kilómetros de vía que antes.
El FF.CC. es la forma más económica del traslado de los granos.
Eso o la vía fluvial. Pero, por su propia idiosincrasia, el transporte por camión es la forma más costosa de transporte. Sin embargo estamos transportando el grueso de la cosecha por camión y estamos perdiendo buena parte de la ventaja competitiva.
La otra cosa es la industria de transformación. Ahora felizmente buena parte de la producción agropecuaria, en el caso específico de la soja y del girasol, se exporta o se consume como aceite y sus derivados y eso genera una agroindustria que conviene tener y hacer crecer. Pero también es necesario desarrollar los restantes sectores industriales que no son todo lo bueno que deberían ser. Y también es necesario aumentar la eficiencia del proceso de comercialización, especialmente en
los granos, no tanto en las carnes. Las etapas finales de la comercialización están en manos de unas pocas empresas. Ocho empresas, no mucho más, concentran el grueso de la exportación de granos y eso les da un poder de negociación que encarece notablemente los costos totales. Porque esas empresas no son entidades de beneficencia y absorben una parte
mayor que la estrictamente necesaria de la diferencia que existe entre el precio final y el precio que se le paga al productor agropecuario.
Esto es más que evidente y más de una vez la vieja Junta Nacional de Granos, que desapareció en los ´90 al compás de la política de retracción del Estado y sin que los productores la apoyaran lo suficiente, más de una vez, repito, publicó cifras que
fueron muy poco difundidas por los diarios y por los propios productores, que mostraban como las grandes empresas comercializadoras privadas daban menos beneficios a los productores que la comercialización que efectuaba la propia Junta.
Si vemos la literatura tradicional de todos estos tiempos vamos a ver siempre esa glorificación de la actividad privada que se justifica con su eficiencia, con que emplea menos gente. Y puede ser que eso sea así, pero emplea menos gente y es más eficiente para su propio beneficio, no para el beneficio nacional.
Resulta que una de las causas de la privatización de los FF.CC. era que sus pérdidas insumían millones de dólares, pero ahora gastamos muchos más millones en subsidios pero para una red mucho más pequeña y más ineficiente. Entonces creo que tenemos que reflexionar mucho sobre todo eso y utilizar la triste experiencia pasada para ver que terrenos estamos pisando.
Bueno, habría muchas otras cosas más como rectoras de una política agropecuaria, pero creo que con esto habría bastante para actuar. Solamente con corregir esas cosas, aún sin corregir otras, me parece que es lo esencial.
Tesis 11: Que opinión le merece la eventual restauración de un IAPI o una Junta de Granos, que asegure una determinada rentabilidad al productor y se constituya en la estructura oficial de compra y de venta al interior y exterior del país.
La implementación de las retenciones, como vimos, apunta a disociar los precios internos de los internacionales, con el agregado de instrumentar mecanismos para diferenciar a productores grandes de los chicos, Apuntando a esos objetivos yo creo que la solución integral es justamente que el Estado sea el comercializador. Compra el grano a un precio que establece, que tenga una suficiente rentabilidad para el productor, diferenciándolo por zonas y exporta el grano al precio que más convenga de acuerdo con los precios internacionales. El margen – chico o grande – lo utiliza el Estado en beneficio de un plan
global de desarrollo económico.
Esa para mi es la solución ideal. Pero en este momento no se si existe la fuerza política para llevarla a cabo y tampoco estoy seguro del deseo político de llevarlo a cabo. Pero para mi es la solución integral y sería mucho mejor que las retenciones.
Tesis 11: En donde radicarían las complicaciones
para reestablecer esas entidades.
No las veo desde el punto de vista instrumental. Lo lamentable es que se ha perdido buena parte de la estructura y del personal que el Estado tenía. Es decir que si reconstituimos la JNG, como la JNC y otras entidades con el mismo fin, no va a ser fácil que de inmediato entren a actuar en forma verdaderamente racional porque hay un problema estructural.
Puedo crear un organismo por un decreto pero integrarlo con personal suficientemente capacitado no puedo hacerlo de un día para otro. Si esto se hubiera hecho al poco tiempo de desarmadas las Juntas, hubiera sido más fácil. Ahora después de tantos años se supone que la gente que se capacitó se fue a otros lados o simplemente se murió. Por eso aunque soy partidario de ese régimen, también señalo que no hay que hacerse ilusiones que instauramos una Junta de Granos y al año siguiente funciona perfectamente con los objetivos que tenemos nosotros. Posiblemente tenga muchos tropiezos
y hay que tener cuidado porque esos tropiezos van a ser utilizados para mostrar: «ven que es absolutamente ineficiente el Estado»
Tesis 11: En quien habría que apoyarse, a quien habría que ganar, con que fuerzas habría que contar para una política de transformación con sentido progresista? Este es un tema importante. Yo desde que me recibí empecé a estudiar la economía. Esto no quiere decir que sepa mucho, pero sí que he vivido muchas circunstancias y mi conclusión actual a la luz de lo
que pude pensar y de la experiencia que fui recogiendo es la siguiente: el sector agropecuario, precisamente porque se moderniza, va a ocupar cada vez a menos gente y entonces, desde el punto de vista del producto bruto, va a ir teniendo menor participación.
Actualmente creo que debe andar en el 4 al 5% del producto global, lo cual no quiere decir que no tenga incidencia en los otros sectores y en el caso de la ocupación puede ser que esté alrededor del 10 %. Es decir, demográficamente hablando, o sea políticamente hablando, por ejemplo de cantidad de gente, el sector agropecuario es minoritario. Lo cual
no quiere decir que el sector no agropecuario pueda hacer lo que quiera. Pero pienso que la solución de los problemas agrarios – no se si parece muy arbitrario – hoy está en buena parte en manos ajenas al sector agropecuario. Porque el sector agropecuario se ha ido encerrando tradicionalmente en esa idea de que «bueno,….. los productores agropecuarios son
esa esforzada gente que trabaja todo el año, de la mañana a la noche y trabaja por apoyar al país y no por lograr un lucro personal». Yo no creo que sea ningún desdoro trabajar por el lucro.
Lo que me parece que no es razonable trabajar por el lucro y presentarse como el santo que trabaja sólo por el interés nacional. Lamentablemente como todo eso ha ido creciendo y todavía se ve ahora, si leemos cualquiera de las declaraciones, los discursos e incluso los editoriales de muchos diarios, estamos en la misma:
¡Ah, ..ese esforzado productor agropecuario….| En realidad el productor agropecuario de hoy, excepto en el caso de tambero, por ejemplo, de los obreros tamberos, no del patrón, se levanta a las 8-9 de la mañana, se desayuna como cualquier gente urbana, o más. Yo no me opongo a que haya habido esa mejora. Lo que digo es que no es legítimo utilizar viejos conceptos para presentarse actualmente como santos Todo esto me lleva a la conclusión que los miembros del sector agropecuario se han ido deformando y no ha habido una educación suficiente para hacerlos recapacitar sobre que sus exigencia actuales no están muy de acuerdo con las exigencias nacionales.
En buena medida toda esta legislación que yo señalaba, a lo mejor no goza de mayor simpatía en el sector agropecuario, pero desde un punto de vista democrático creo que es lógico que la mayoría imponga su pensamiento. Felizmente en este caso, si el sector agropecuario no tiene la suficiente racionalidad creo que la gran masa no agropecuaria puede con su voto hacer que llegue al gobierno gente que no sea cerradamente agropecuaria. Y yo que soy ingeniero agrónomo no creo como muchos de mis colegas que la profesión de agrónomo sea la mejor del país ni que la economía agropecuaria sea lo único que mueve al país. Creo firmemente que un país progresa cuando la economía agropecuaria crece, pero en términos porcentuales cada vez menos, porque hay un mayor desarrollo industrial y de servicios que es el que más contribuye a un verdadero, prolongado
y contínuo progreso de la economía, producto de aquella deformación es la creencia de muchos que los chacareros son santos, que son artífices de la economía nacional, que son la Patria. Y lo dicen sinceramente.
Creo que están honestamente deformados en sus ideas. Se lo han metido en la cabeza. Gente que ha nacido y que ha vivido en un ambiente y leído que los productores son los esforzados salvadores de la Patria, lo asimilan y se viven a sí mismo como tal cosa. Entonces la cuestión es convencerlos racionalmente de que están equivocados y no tratarlos como enemigos de la Patria. No son los dueños de la Patria. Tampoco son los enemigos de la Patria. Son gente que ha tenido una educación y un proceso cultural que los deformó.
Buenos Aires,.18/06/2008
* Profesor honorario de la Universidad de Buenos
Aires y uno de los mayores especialistas en
política agropecuaria. . Fue presidente del INTA,
Director del Centro de Investigaciones Económicas
y Financieras de la CGE, Director del Banco
de la Nación Argentina y Secretario de Agricultura
durante la gestión de José B. Gelbard
al frente del Ministerio de Economía durante
las presidencias de Héctor Cámpora y Juan D.
Perón
** Contador Público y Magister en Economía.
Miembro del Consejo Editorial de Tesis 11