Edgardo Rozycki*
El autor, con estilo poético, desmistifica aquello de que “el tango es machista”, lo reivindica y lo ubica en los contextos históricos de las creaciones que lo componen, como aporte cultural universal de nuestro pueblo.
Nunca escuché decir, “el Chamamé es machista”:
“¿Acaso es delito que un buen correntino en defensa propia hunda su facón? y mate a otro gaucho que robó a su prenda… (El prisionero.)
Tampoco lo oí a propósito de los boleros:
“Te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te detengo, Yo sé que mi cariño te hace falta, porque quieras o no, yo soy tu dueño”. (La media vuelta.)
¿Qué me contursi? Siguiendo con su letra, parece manifestar –según creo– una faceta bisexual, o quizá simplemente masoquista: “quiero que te besen otros labios, para que me compares…”. ¿Será tal vez inseguridad?
Ni hablar de las óperas italianas, si no recuerden Rigoletto.
Entrando de pleno en un tema de política de seguridad, en cuántas oportunidades hemos leído, algunas veces la noticia completa, y otras, su mera utilización por los medios hegemónicos –más amarillos que obstrucción biliar–, que denuncias de amenazas realizadas por mujeres, quienes fueron ninguneadas por los guardianes del orden y por la propia vergonzante justicia que soportamos aún, se concretaron con posterioridad dando lugar a crímenes aberrantes, siendo ellas las víctimas o, en ocasiones más brutales –si cabe la calificación– contra sus propios hijos, casi siempre por su ex pareja, ya denunciada hasta el cansancio.
Volviendo al tema del tango, vemos que quienes desconocen en general el género no se espantan en decir: “el tango es machista”, proclamándolo desde una imaginaria tribuna erudita.
Si queremos encarar seriamente esta temática, deberíamos comenzar diciendo que, a pesar de los indudables y grandes avances de la humanidad, en general, y de la Argentina, en particular, en los últimos años, el machismo atraviesa la sociedad toda.
Basta mirar un rato la tele para ver en las propagandas de productos de limpieza o de belleza de qué manera se condena a la mujer a ser un ama de casa perfecta, en un caso, y estimuladora del erotismo del hombre, en el otro.
En otras palabras: que tenga “limpio el bulín” y que esté “papa para la catrera”.
Por supuesto que hay tangos machistas, pero en general la calidad de la poesía tanguera es inversamente proporcional a las manifestaciones de machismo.
Nunca cantaría (cosa que me gusta mucho y practico) “Dicen que dicen” o “Contramarca” , por ejemplo, pero reivindico a los poetas que rescatan y muestran con sus letras –aunque lo hagan con crudeza– la caracterización de épocas vividas por los testigos de esos tiempos, en su mayoría los que habitan los suburbios de Buenos Aires, que son nuestro patrimonio histórico.
Ya encararemos esto.
Hay giros poéticos encomiables, que eluden la condena machista.
En el tango “Percal”, por ejemplo:
“te fuiste de tu casa,
tal vez nos enteramos mal,
sólo sé que al final
te olvidaste el percal”.
¿No es una belleza? Claro, la letra es de Homero Expósito, y la música de Domingo Federico. Incluso tiene una especie de reivindicación a la supuesta elección de la mujer (adolescente en este caso):
Llorar…
¿Por qué vas a llorar?
¿Acaso no has vivido,
acaso no aprendiste a amar
a sufrir, a esperar,
y también a callar?
Una anécdota para tener en cuenta: el padre de Homero y Virgilio era huérfano y creció en un hogar de niños expósitos, como se los llamaba en esa época. Con los años, decidió tomar ese apellido para no olvidar sus orígenes. Hay que tener pelotas (no se tome esto como una declaración de machismo, podría haber escrito “gónadas”).
Pasemos a algo más espinoso: Carlos Muñoz del Solar, o El malevo Muñoz, o simplemente Carlos de la Púa, fue para mí uno de los dos poetas del lunfardo que volaron muy por encima de otros grandes, como Celedonio Flores o Enrique Cadícamo, siendo el otro al que me refiero Felipe Fernández, “El Yacaré”, a quien ya volveremos.
Carlos de la Púa escribió:
“Amasijo habitual”
La durmió de un cachote, gargageó de colmillo,
Se arregló la melena, y pitándose un faso
Salió de la atorrante pieza del conventillo…
Y silbando bajito rumbeó p´al escolaso.
Habla, por supuesto, de un cafiolo (tema que tocaremos en otras entregas), que faja a la mina, supuestamente por esconder la “recaudación”.
Es importante apreciar que el poeta no reivindica la situación, simplemente la describe, como sucede en tantas otras obras escritas por él y otros poetas del lunfardo, y del tango en general.
¿Se puede calificar de machista a esta pinturita, o la podemos comparar con la obra pictórica que dio en llamarse “realista”? Tan repudiada en su época –merecedora de la crítica más despiadada–, no sólo por parte de la sociedad, sino de los pintores que veían a este género como despreciable y digno del basurero.
¿Acaso los fotógrafos que registraron las escenas de la masacre del Puente Pueyrredón lo hicieron para elogiar el “trabajo” de la policía?
Por el contrario, resultó la prueba evidente de los asesinatos de Maxi y Aníbal, obligando la renuncia de Duhalde a sus proyectos presidenciales.
Otra joyita de De la Púa, para ir terminando… en este número.
“Lucio el anarquista”.
Nacido entre curdelas, nunca tomó una copa,
viviendo entre ladrones, siempre la trabajó.
Comprende y ama a aquella que con hambre y sin ropa
a las aguas servidas del vicio se arrojó.
En una pieza inmunda tiene una madre, vieja
a fuerza de miseria y fregar en la tina.
Por ella fue su grito inicial, la gran queja
que prolonga doliente de cantina en cantina.
Pinta una situación, según su óptica, en la que no alaba al anarquismo. Y, me imagino, habrá sido muy criticado por los anarquistas, que reivindicarían, en su compañero la toma de conciencia, independientemente de las penurias de su madre.
Si quieren la seguimos en el próximo número.
*Edgardo Rozycki, médico, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11
Me gustó, además pienso que es necesario desmitificar la imagen del macho tanguero…
En qué consiste la narrativa del tango?
En lo que pasa en esa esquina…
Es mi opinión.
Hola Edagrdo, felicitaciones por tu prolijo trabajo. Me resulta difícil comentarlo porque haces un análisis complejo. Creo que necesitaría precisar mejor, a qué le llamamos ”machista”, para contextualizar más, porque me pierdo cuando lo extendés al ámbito político. En relación específica al tango, sería bueno poner los años en que se escribieron los temas que citas como ejemplo. El tango como expresión artística refleja la realidad de la cultura en cada momento histórico, hoy no se describen escenas como las de Carlos de la Púa. Ya Manzi no lo hacía, no lo hacía Eladia, ni lo hace Ferrer, y tantos otros. La herencia machista, como yo la entiendo, sigue vigente en muchos ámbitos, pero con el sello de una incontrolable vocación de poder, tan estructurante de nuestra naturaleza
En primer lugar puedo decir desde el punto de vista de un neófito en lo que respecta a la cultura tanguista (está bien decirlo así) y de no precisamente de un amante o admirador del tango, que a cualquier tipo de expresión artística o cultural como tal no se la puede tildar de machista o cualquier otro ista que se nos ocurra, ese ista es propio de la persona que lo expresa de alguna manera. El tango cuya máxima expresión y popularidad la podemos ubicar entre los años 1900 al 1950 anque 60, corresponde a una época donde el tan comentado y fomentado Machismo tuvo su mayor auge en el siglo pasado, y en consonancia con el mismo la mayoría de los autores de tangos expresaron en su obra su machismo, es por ello que muchísimos tangos lo expresan, y por carácter transitivo de tilda al tango de machista. En todo los ámbitos de la vida se dan estos fenómenos, para un ejemplo tenemos al Islam, en sus preceptos el Corán respeta y defiende a la mujer, pero desgraciadamente quienes lo interpretan y lo siguen, hombres por supuesto, denigran y avasallan a las mujeres en su nombre, entonces decimos el Islam es machista. En segundo lugar en lo que respecta al apellido Expósito yo creo que el que lo tomó no hizo más que seguir con las costumbres, dado que no tenemos que olvidar que los apellidos en general, y sobre todos los latinos provienen del lugar de nacimiento, oficio, etc. del que lo tomaba para diferenciarse de los otros. Por otro lado comparar una fotografía del momento sin ningún tipo de montaje con una obra pensada, plasmada en papel, seguramente releída y corregida, no tiene sentido, son dos cosas totalmente distintas, y volviendo a mi pensamiento primigenio, el que escribe una obra lo hace siempre desde un lugar, desde una posición, de una forma de pensar, y sabe perfectamente que cuando la publicita, la da a conocer, la misma siempre lleva un mensaje, no es neutra, para ejemplo vemos el reciente caso de Wanda Tadei, cuando luego de tan lamentable suceso, aparecieron imitadores de tan execrable accionar, por supuesto salvando las distancias, entre lo que es hoy la difusión de la que fue años a. La seguimos personalmente.
Edgardo va mi comentario… Al leer tu artículo me vino a la mente lo que tantas veces hemos escuchado, los que amamos el tango, estas letras que tildan y/o tildamos de machistas. Son así, aunque nos guste disfrazarlas de otras interpretaciones. Después veremos en qué momentos fueron escritas, quién las escribió, y en qué momento de su historia transcribieron esas letras y las pasaron a música. Los que bailamos, muchas veces nos quedamos con la música, y cuando prestamos atención a las letras, nos sonreímos, y nos imaginamos bien esos momentos del pasado. Obviamente yo no comparto ese machismo transferido al día de hoy. En el ayer, tampoco, pero sí entiendo que fueron escritos como una manera de hablar de lo que pasaba en diferentes ámbitos. Y en ese sentido, creo que está bueno que se sepa. Justamente, para no repetir esas historias, sino tratar de cambiarlas. Es lamentable que hoy sigamos viendo en lo cotidiano no sólo expresiones, sino acciones que muestren que las actitudes machistas en muchas personas, hombres y también mujeres, siguen vigentes. Ojalá vayamos equiparando las posibilidades, de todos los espectros en que circulamos, para poder complementarnos entre hombres y mujeres y no dicriminarnos, por nuestras posibilidades y nuestras limitaciones.
El arte, y el tango es arte, es una exploración continua de nuevos conocimientos y de nuevas formas de conocimiento. Esa exploración comienza con una impronta de inicio, con una marca original, con un contexto ideológico inicial que lo marca inexorablemente. En ese camino de desarrollo y exploración cuestionará los parámetros de su origen, se autocensurará, se alejará y se acercará de esa llama original. Tal vez en esa respiración terminará de liberarse de esas cademas originales, quizás en ese momento ya no será lo mismo o ya no será, renacerá en otra entidad.
El tango nació con una impronta donde el machismo es evidente, flagrante. Hoy no es tan meridiano su expresión pero ¿ el demonio desapareció? o sólo es más hermético.
Nuestra percepción también es una exploración sometida a alguna impronta y la letra del tango «Amablemente» siempre ha turbado mi mirada
“La encontró en el bulín y en otros brazos…Sin embargo, canchero y sin cabrearse…Le dijo al gavilán: Puede rajarse…el choma no es culpable en estos casos…Al quedarse bien solo con la mina…busco las alpargatas y, ya listo…murmuro cual si nada hubiera visto…Cébame un par de mates, Catalina…La grela, jaboneada, le hizo caso…El tipo, saboreándose un buen faso…la mateo, chamuyando de pavadas…Y luego, besuqueándole la frente…con toda educación, amablemente…le fajo treinta y cuatro puñaladas”