Un país atendido por sus dueños

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Revista Tesis 11 (nº 116)

(Argentina/elecciones 2015)

Isaac Grober*

El contexto regional y mundial. Su vinculación con la situación del país. El proyecto “macrista“   y sus efectos. El país que nos espera. La salida

Evaluar las implicancias del triunfo que por estrecho margen obtuvo la derecha al cabo del ballotage, no puede prescindir de la consideración del contexto regional y mundial

En este sentido no perdemos de vista que Argentina es parte de un sistema capitalista mundial en profunda y prolongada crisis. Sistema subordinado al predominio del capital financiero y cursando un rumbo – hoy bajo los dictados del neoliberalismo – con su potencia rectora, los EE.UU., padeciendo  un creciente descrédito y pérdida de la influencia y aceptabilidad.

Dentro de este marco se han erigido nuevos actores de envergadura económica  y de peso político en perspectiva y que son percibidos  por la cabeza del capitalismo mundial  como una amenaza  a su otrora indiscutible poder. Es el caso de China, Rusia y los BRICS.

También le irrita el proceso de recuperación de autonomía y en camino a la ruptura con la lógica del neoliberalismo que se vino dando en América Latina a partir del ascenso de Hugo Chávez en Venezuela.

Sirva este entorno para comprender la coincidencia de hechos económicos y políticos en todos los países de la región con gobiernos de orientación progresista, en los cuales proliferan operaciones desestabilizadoras y hasta golpistas encarnadas por los poderes concentrados locales, conjugados por su ligazón con el poder mundial.

El poder real, el bloque de poder que subyace y rodea a Mauricio Macri, repudia al Kirchnerismo y al  FpV, pero no lo hace porque haya caído su tasa de ganancia ni por reformas estructurales que en lo esencial lo haya puesto en riego de supervivencia. En estos años ha ganado mucho, muchísimo más que en el pasado y tampoco ha perdido gravitación en el dominio estructural con el que arribó al principio de este siglo. Lo que no tolera es la posibilidad de un avance en el desarrollo de la conciencia, el riesgo a la conquista de  hegemonía por parte de los sectores populares, que  desde hace más de 12 años lo vino haciendo  posible la  conducción política del gobierno. Es pues una disputa por el poder – además de la avidez por la tasa de ganancia –  con reflejo sobre el proceso de integración y el objetivo  independentista de los países latinoamericanos. No es mera casualidad la amenaza de Macri cuando anticipó que solicitará la aplicación de la cláusula democrática para excluir a Venezuela como miembro pleno del Mercosur, sabiendo de antemano la inviabilidad política y jurídica de la propuesta. Sólo buscaba expresarle su alineamiento a EE.UU. y su disposición a colaborar en la política de zapa contra las relaciones de hermandad e independencia construida hasta hoy por los países de la región.

FRONTERAS ADENTRO

Cambiemos, sin decir hacia qué dirección, logró el favor de la mitad del electorado, una parte del cual, integrante objetivo del campo popular, asalariados y no asalariados, que no percibió, no quiso escuchar o simplemente no quiso creer  lo que desde la vereda de enfrente se denunciaba. A diferencia de cualquier otra elección, en ésta estaba en disputa quién y cómo iría a distribuir el ingreso generado cotidianamente por los argentinos, a manos de quien va y para qué propósito.

De los contendientes, Cambiemos enarbola la libertad de mercado como símbolo absoluto de la libertad y de la democracia, eufemismo que encubre que el mercado es una estructura de funcionamiento de la economía dominada por el capital concentrado. Casi todas las ramas y sectores de la economía argentina están bajo el control de monopolios u oligopolios, con predominio de las multinacionales.

Ya en una colaboración anterior (1)  decíamos que hacia fines de los´90  “mucho menos de  un centenar de grandes actores  controlaba casi la mitad de la producción fabril. En el año 2012 las 1000 empresas más grandes facturaba el equivalente al 76 % del PBI, con un notable avance de la extranjerización. Tan es así que para ese año, del total de 500 empresas de mayor dimensión, 321 tenían participación de capital extranjero y más del 80 % de las utilidades de las firmas más grandes eran apropiadas por las multinacionales aquí radicadas

La concentración en el sector agropecuario también es ilustrativa. Los 1.000 productores más grandes de Argentina concentran el 30% de la producción, pero ahondando más en los detalles se comprueba que la producción de esos 1000 productores es 882 veces mayor que la de los 1000 más chicos, con un área cultivada 191 veces mayor y ventas totales que las superan en  más de 695 veces La superficie  de producción que maneja esa cúpula  es en promedio de 8000 hectáreas, contra las 40 hectáreas en promedio de los 1000 productores más chicos.  Por eso no extraña que el 30% de los productores se quede con el 88% de la renta

Sostener la necesidad de la libertad de mercado es pues pronunciarse a favor del manejo de los resortes esenciales de la economía y ahora, después del ballotage, también del Estado por parte de los monopolios y oligopolios porque, habiendo ganado la elección, tendrán en sus manos las riendas del gobierno sin necesidad de recurrir a intermediarios.

Para eso cuentan además con el auxilio de la rama judicial del poder real, como lo prueban los recientes fallos, incluidos los de la Corte Suprema (2), los  que dan testimonio de que ser versados en derecho  no significa saber de justicia.

Lo prueba también el elenco ministerial, algunos piezas del equipo de Domingo Cavallo; otros,  reclutados de las grandes finanzas, algunos de ellos avezados operadores en el ocultamiento y fuga de divisas. No faltan terratenientes, encumbrados ejecutivos  y directores  de grandes empresas, algunas multinacionales  y así de seguido.

POR LOS EFECTOS DE SUS MEDIDAS LOS CONOCEREIS

Redactamos estas  líneas días  antes de que asuma el Presidente electo y nos hacemos un juicio  a partir de las manifestaciones formuladas por  los ministros designados, conscientes además de que el bloque de poder no es un todo homogéneo y que en razón de intereses a veces contrapuestos, hay contradicciones entre sus integrantes, contradicciones que se expresarán en el impulso a distintas medidas y deseos de distinto grado de intensidad o ritmo en la  aplicación de políticas. Obviamente desconocemos cuál de esos intereses tendrá prevalencia, pero aún así podemos predecir  el rumbo central de la política nacional, más allá del ritmo de su implementación o de variantes, a partir de las formulaciones de los nuevos funcionarios.

A devaluar

Ya anunciaron que dispondrán una abrupta devaluación y que reservarán para el mercado, con operatoria libre y sin restricciones, sin el llamado “cepo cambiario”, la cotización de las divisas.

Su fundamento es que de este modo, al subir el precio de las divisas  frente a los costos internos, mejorará la competitividad y por tanto la capacidad exportadora.

Esto es una falacia que esconde el hecho  que desde hace más de 7 años el mundo atraviesa la más profunda, la más extendida y prolongada crisis desde la década del `30 del siglo pasado, con un fin que no se avizora, que deprimió brutalmente los precios internacionales de las materias primas y la capacidad de compra de todos los países, incluido la de nuestros principales mercados de exportación. No es que no podamos vender. No nos compran, como le pasa al resto del mundo

Además se oculta que esta devaluación generará de inmediato – ya con el sólo anuncio lo está generando – una estrepitosa y generalizada suba de precios y un nuevo impulso a nuevas “correcciones” con el renovado atraso cambiario que suceda a la inflación

Por lo tanto, el efecto principal de la devaluación será un traslado multimillonario de ingresos a favor de los actuales tenedores de bienes transables en divisas, como los productores que retienen cosechas, los grandes conglomerados de exportación (cerealeras, aciteras), frigoríficos,  los grandes exportadores industriales  (Techint, Arcor, etc.), los bancos, compañías de seguro y en general entidades financieras  poseedoras de divisas, títulos  y valores cotizados en divisas, etc. Esta transferencia es la que saldrá  – ya está saliendo – de los que viven de un ingreso fijo, como sueldos, jubilaciones y de todos aquellos  como los pequeños y medianos productores  y empresarios de la ciudad y del campo que tienen vida y futuro en tanto se fortalezca el mercado interno. Para quienes exportan, tendrán la ventaja adicional de la reducción en dólares del costo laboral.

Si se desploma  el poder de compra real de la población, se comprimirá el consumo de la inmensa mayoría, se debilitará en consecuencia el mercado interno, poniendo en riesgo la supervivencia de miles de empresas, en particular industriales, y el nivel de empleo.

Lo llamativo es que nunca una devaluación fue precedida por su anuncio anticipado, lo que obviamente no es aquí un error, sino pretender  atribuir la responsabilidad por sus perversos efectos a la gestión del gobierno saliente y además disciplinar a la población en la convicción de una herencia caótica que justifique medidas que son “dolorosas pero necesarias”. No por nada han caratulado como “sinceramiento”  a la disparada de precios y la del llamado dólar blue que el mismo poder fáctico  y su expresión mediática y política generaron.

Terminar con el “cepo cambiario”

La satisfacción a la avidez por dolarizar ahorros que se proclama, esconde que lo central consiste en facilitar la operatoria del negocio financiero internacional, especulativo y en particular facilitar la  transferencia al exterior de los excedentes del capital más concentrado y hacerlo a un precio inferior al del que hasta ahora se hacía a escondidas y con el concurso cómplice de ciertas entidades del sistema financiero. Es la llamada fuga de capitales.

Esta es hoy la fuente principal, el agujero por donde chorrea y por el que debe explicarse la insuficiencia de divisas que Macri y el “Círculo Rojo” pretende “resolver” con la devaluación y la supresión del llamado “cepo”  Veremos además si después de que la devaluación y las demás medidas tengan efecto, cuántos de los actuales demandantes de dólares ahorro seguirán con margen todavía para comprar dólares

Pero erradicar las restricciones a la operatoria en el mercado cambiario no podrá efectivizarse sin recurrir antes a la banca internacional y al FMI con cuyos créditos se pueda generar una masa de fondos para poderlos transferir. Habrá también que someterse a los condicionamientos del capital financiero internacional y pagar intereses. ¿Y cómo recurrir al mercado financiero internacional sin cumplir con los fallos del juez Griesa, cuando el mismo Macri –  entre otros de Cambiemos –  proclamó que hay que cumplir con el fallo?

No hay que perder de vista que este mayor endeudamiento, las restricciones impuestas por los  otorgantes de los créditos,   los intereses que se paguen y las comisiones que nuestros negociadores perciban, representarán un gravoso costo por el ingreso de divisas que tendrán como destino en alta medida el pago de capital e intereses derivados de los flujos especulativos, el pago de dividendos y  la fuga de capitales. Diversas fuentes estiman  para 2012 casi 400 mil millones de dólares el volumen de los activos externos de propiedad de argentinos. Los sonados casos del HSBC y del J.P: Morgan, son apenas una muestra.

Liberar el comercio internacional

Es  lo opuesto a la decisión latinoamericana cuando en el 2005 le dijo NO AL ALCA.  A través de los tratados de libre comercio (TLC) se argumenta el supuesto efecto beneficioso derivado de la competencia internacional en favor de la mejora tecnológica  y la eficiencia productiva local. El mismo argumento que el de la “revolución productiva” de Menem.

Ya  Macri anunció el interés en vincular al país a la Alianza del Pacifico (un ALCA nuevo) subordinada a los EE.UU y un acercamiento a suscribir un tratado de libre comercio con la Unión Europea. Evidentes proyectos para desmontar el bloque independentista y antineoliberal de los países latinoamericanos (MERCOSUR, UNASUR, CELAC)

Y aquí también se oculta que ello repercutirá sobre la industria, destruyéndola, más aún en una época en que por la depresión de la demanda mundial, se han extendido  los precios dumping, lo que provocará el cierre de empresas y la pérdida de puestos de trabajo. Es además  promover la desocupación y la creación del clima ideal para debilitar la capacidad negociadora de los trabajadores, favorecer aún más el deterioro del valor real del salario y por tanto el mercado interno. En ello va implícito también  resquebrajar  la fuerza del sindicalismo

Esto no es una especulación teórica. Ya lo vivimos aquí mientras reinó Cavallo y que entre otros lo padece México desde que se integró al NAFTA, con EE.UU. y Canadá

Eliminar el déficit fiscal y poner freno a la inflación

En el discurso,  la vinculación entre el gasto público y la inflación es palabra revelada  para  los neoliberales, mucho más cuando ese gasto es “improductivo” y  además financiado con emisión. Tanto le dieron mediáticamente  a este eslogan, que una franja  importante de la sociedad, aún no considerándose  neoliberal, repite este argumento como la cosa  más natural. 

Lo curioso o no tanto es que  no digan lo mismo  cuando se otorgan créditos bancarios, que también aumentan el circulante en un múltiplo de los préstamos por efecto del llamado multiplicador de los depósitos, como lo sabe cualquier economista

Para el capital concentrado, sus medios afines y sus operadores políticos, es improductivo todo gasto que tenga  por objeto cubrir una necesidad social: la educación pública, la salud, la vivienda, la sanidad, los subsidios al transporte, a los combustibles, a las tarifas de los servicios públicos y a todas las demás  formas  con los que, vía caja fiscal, se incrementa indirectamente el poder de compra de los sueldos, jubilaciones  e ingresos de grueso de la población, se redistribuye progresivamente el ingreso nacional, lo que genera más consumo y al  dinamizar así el mercado interno,  al aumentar   la demanda,, incentiva indirectamente la inversión, el empleo y la producción. Hasta han ninguneado y denigrado lo hecho por el Estado para repatriar técnicos y científicos y gracias a quienes se han logrado avances de jerarquía mundial en biotecnología, medicina, farmacología, ingeniería de los comunicaciones etc.

Pero los economistas y voceros de la derecha nunca se preocuparon en explicar cómo y por qué el mayor gasto estatal genera aumento de precios, con lo que ocultan la responsabilidad del capital concentrado, que al operar sobre un mercado cautivo, tan pronto perciben el aumento del poder de compra de la mayoría, aumentan los precios para apropiarse de esa mayor riqueza.

Por eso Gabriela Michetti, próxima vicepresidenta del país,  salió a criticar las “tarifas irrisorias”  y junto con ella los sostenedores del proyecto neoliberal hablan de la necesidad de recortar y hasta de anular los subsidios., es decir aumentar las tarifas. Flor de paradoja, hablan de terminar con la inflación pero piensan decretar una megadevaluación  y provocar con la nuevas tarifas, mayores impulsos al aumento de precios, menos ingresos reales para la inmensa mayoría, menos consumo, menos mercado interno, más desocupación, más cierre de empresas, más monopolización, más desigualdad y así de seguido. Y a falta de actuar sobre los formadores de precio, con la depresión del consumo y  la del mercado interno provocados, logran imponer  freno al impulso inflacionario.

Como parte de  ese programa, el ajuste se completa con la suba de la tasa interna de interés lo cual, aseguran, atraerá importantes inversiones del exterior. En cambio no dicen que con toda lógica, ese capital será capital golondrina o para hacerse de empresas  ya instaladas o hacerse de riquezas naturales. En definitiva, un marco más propicio para transferir  más capacidad de decisión y más riqueza al exterior, sea como dividendos o como intereses o como fuga de capitales El resultado está escrito: menos justicia social, más desigualdad, más dependencia económica y menos soberanía política.

DE LA CAMPAÑA DEL MIEDO A LA POLÍTICA DE TERROR

De lo hasta aquí esbozado es posible resaltar la distinta orientación de dos proyectos políticos respecto a la concepción de sociedad y de país: el ejecutado bajo la conducción kirchnerista  y el que se aplicará con Cambiemos.

Partimos en 2003 con un país económica y socialmente devastado y con una indesmentible crisis de representatividad. Baste recordar la diversidad de cuasimonedas en circulación emitidas por las provincias a imagen y semejanza de los Patacones de la Nación; una desocupación superior al 25 %; un tejido industrial desmantelado, al punto que en el año 2001 la participación de la industria en el PBI total se había reducido al 15 %, es decir menos del que tenía un cuarto de siglo atrás; en el ámbito rural lo que abundaba eran campos hipotecados y rematados y una ilustración indesmentible es el bajísimo precio de mercado que por entonces tenía  la hectárea de tierra.

A modo de síntesis basta recordar el dicho entonces tan frecuente según el cual Ezeiza era la única salida y la conmoción expresada en el “que se vayan todos” Un país al borde de la disolución.

A partir de Néstor Kirchner, el mercado interno fue la base de apoyo para revertir este estado de cosas y para eso las medidas institucionales (paritarias, salario mínimo vital y móvil, las normas contra la precariedad del empleo y la trata de personas, las moratorias previsionales, etc) el gasto y la inversión públicas, la redistribución progresista del ingreso, la extensión y ampliación de derechos, la diversidad de subsidios y como no podría ser menos, la reestructuración de la deuda  externa y la política de desendeudamiento. La no represión del conflicto social como política de Estado que adoptó la Nación y la vigencia de una amplitud democrática y de libertad de expresión como no recuerda la historia argentina, es componente indisoluble de este proyecto de país.

Con Cambiemos, por lo expuesto en los puntos anteriores, está claro que el resultado de la aplicación de los instrumentos arriba detallados será el deterioro de los salarios y las prestaciones previsionales, el del mercado interno, la agudización de la desigualdad social y regional, con sus repercusiones negativas sobre el nivel de empleo.

Seguramente la rama más afectada será justamente la industria, en particular la de pequeño y mediano porte, que es la que se alimenta del mercado interno, al igual que el comercio.

La promesa de eliminación de retenciones a la exportación agropecuaria, beneficiará por este lado y en principio a los productores, a condición que el beneficio no sea apropiado por los acopiadores, la industria ni los consorcios de exportación. Pero junto con la devaluación, la quita de retenciones también incentivará la suba interna de precios.

El campo de los beneficiados en general también está claro: los grandes productores agropecuarios, el capital concentrado de la ciudad y del campo y la actividad financiera. El resultado es obvio: se acentuará la concentración monopólica y la extranjerización de la economía

La expectativa de afluencia de capitales del exterior se concretará, como ha sido siempre bajo la vigencia del neoliberalismo, en la llegada de capital especulativo,  que tan pronto llega, a la primera de cambio desaparece. Veremos qué pasa en Brasil, para tener una muestra, cuando la Reserva Federal de EE.UU. eleve, como se espera, la tasa de interés

El resto de la afluencia externa es muy probable se afinque desnacionalizando empresas ya existentes. O apropiándose de recursos naturales.

En síntesis, con esta orientación política se primarizará más todavía la producción y las exportaciones, remodelando – ahora en democracia y adaptado a una nueva época  –  el proyecto  que vino a imponer bajo la dictadura,  Martinez de Hoz: y continuó el menemato: impulsar un patrón de acumulación basado en la valorización financiera.

No es descartable que la afluencia de créditos, al generar mayor liquidez, atenúe en una primera época la percepción de los efectos del ajuste, pero ello  sólo significa trasladar  todo su peso hacia adelante

Política vinculada a los Derechos Humanos

Estando en campaña, el mismo Macri reclamó “no mirar para atrás”  y mucho más crudamente pidió “terminar con el curro de los derechos humanos”, expresiones éstas avaladas por el editorial de La Nación del día inmediato posterior al del ballotage.  El repudio de los periodistas y trabajadores del mismo diario  y el de la sociedad toda, obligó a Macri, ya presidente electo, a civilizar su mensaje reduciendo la política en la materia a lo que decida libremente la justicia. Toda una garantía ¡Hubiera sido preferible escuchar del futuro Presidente un compromiso activo del Estado en la materia!

Y no son simplemente frases improvisadas en el marco de una campaña electoral. Cuando hace pocas semanas se discutió  en el Congreso Nacional la constitución de una comisión bicameral para “la Identificación de las Complicidades Económicas y Financieras  durante la última dictadura Militar” y que también informe sobre la responsabilidad empresarial en los delitos de lesa humanidad, todas las bancadas votaron a favor, salvo el PRO, que decidió abstenerse porque votar en contra era contraproducente en período preelectoral.

Para mostrar comunidad de sentimiento contra ese voto,  la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la dirección de la Unión Industrial Argentina (UIA), es decir lo más rancio y encumbrado de la aristocracia  empresarial argentina, levantaron su grito hasta el cielo con un pronunciamiento público de rechazo al voto parlamentario positivo. Es comprensible: no es de buen gusto exponerse al juicio de la sociedad sobre la responsabilidad en el genocidio que ejecutaron las fuerzas armadas y los organismos de seguridad, por impulso y para beneficio de las corporaciones.

Esta línea de orientación política  de Macri y el PRO marca un rumbo no sólo sobre el pasado, sino también sobre el futuro, porque a la conflictividad que generará la aplicación de su programa de gobierno,  la única forma de enfrentarla  muy probablemente pretenda ser  recurriendo a la represión.

Sin embargo, este destino no es ineludible. Una cosa son los proyectos del neoliberalismo y otra muy distinta es la capacidad posible y necesaria de los sectores populares –asalariados y no asalariados – de construir un movimiento sociopolítico que apuntando a una acción amplia y unitaria, movilizado en defensa de sus derechos y reivindicaciones, ofrezca resistencia, gane adeptos  y con esa fortaleza  doblegue al verdadero enemigo del pueblo y de la Nación.

Los procesos sociales y políticos, aquí y en la historia de la humanidad, nunca fueron lineales. Al ascenso siguieron caídas, reagrupamientos, retoma del movimiento ascendente, amesetamiento y nuevos ascensos. Subas y bajas, pero siempre en tendencia ascendente. Y la nuestra no será una excepción. De lo contrario estaríamos soportando todavía la esclavitud.

* Contador Público y Magister en Economía, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11

(1)   Caracterizando  al país, revista Tesis 11- Nª 113

( 2) Sólo a título de muestra ilustrativa: inconstitucionalidad de la deducción del 15% a favor de la ANSES y la orden de reintegrar lo retenido desde 2006, poniendo en riesgo el FGS; convalidación de la prórroga de la cautelar en beneficio del Grupo Clarín que impide la aplicación plena de la ley creadora de AFSCA; inconstitucionalidad de la ley creadora del RENATEA (destinada a velar por la defensa de los derechos de los peones rurales)

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