Mauro Lopes – Brasil 24/7 (Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez)
Aunque pasaron poco más de 45 días desde que empezó la experiencia más extraña de la historia brasileña, ya terminó: el gobierno de Jair Bolsonaro, entendido cómo aquel amaño para conseguir el poder en las elecciones de octubro de 2018, ya no existe. En estos momentos, en los que asume el poder una Junta Militar en un gobierno ya dominado por ellos, estamos a las puertas de la segunda fase del régimen que está poniendo fin al período en que estuvo en vigor la Constitución ciudadana de 1988. Se trata de cuatro generales, todos acuartelados en el Palacio de Planalto (sede del gobierno): Augusto Heleno, Hamilton Mourão, Carlos Alberto dos Santos Cruz y Eduardo Villas Bôas son sus integrantes, aunque a ellos se les puede sumar, en los próximos días, el general Floriano Peixoto Neto, quien sustituyó a Bebiano.
Propiamente no se puede hablar de golpe de Estado, el golpe tuvo lugar en el año 2016; además, los militares ya están en el poder, ocupando los puestos claves del gobierno y asumiendo el poder dejado por las caricaturescas figuras de Bolsonaro y sus hijos. El capitán Jair podrá seguir viviendo en el Palacio Alvorada (palacio de la presidencia) e incluso seguir jugando a los videojuegos en su oficina del Planalto, siempre que obedezca a sus superiores, los generales.
El más prominente miembro de la junta será Villas-Bôas, él fue el gran estratega, el articulador, quien se tomó en serio traicionar la democracia, someter al Supremo Tribunal Federal para impedir la liberación de Lula y prohibir su participación en las elecciones, asegurándose de ese modo el surgimiento del nuevo régimen. El papel decisivo de Villas Bôas, que tenía que permanecer en la sombra, lo hizo público -como todo en este grupo-, el propio Bolsonaro de una forma burda en el transcurso de la toma de posesión del ministro de Defensa del general Fernando Azevedo e Silva el 2 de enero, cuando el actual zombi presidencial dijo públicamente: “General Villas-Bôas, lo que hemos conversado quedará entre nosotros. Usted es uno de los responsables de que yo esté aquí”.
Villas Bôas es como un Augusto Pinochet posmoderno, del tiempo de los golpes sin movilización de tropas, sin bombardeos ni sangre en las calles. Nombrado por Dilma Rousseff, como Pinochet lo fuera por Salvador Allende, tendría que ser el jefe de la Junta Militar, pero no lo es porque tiene una enfermedad grave y fatal (esclerosis lateral amiotrófica), lo mantienen en silla de ruedas y atado a un respirador. No obstante, su mente está en forma y a pesar de su debilidad es un miembro pleno de la Junta.
Con la debilidad de Villas Bôas, asume el papel de presidente informal de la junta militar el jefe del Gabinete Institucional de la Presidencia, el general Augusto Heleno, quien tuvo un papel decisivo en la campaña electoral y es un hombre respetado entre los oficiales del Ejército. Él y el general Santos Cruz, secretario de Gobierno, son amigos y forman el “núcleo haitiano” dentro de la Junta. A ellos se les debe sumar Floriano Peixoto Neto. Todos sirvieron en las fuerzas de la ONU en Haiti (Minustah). Heleno fue el primero de los tres, lo que exlica su posición destacada con respecto a los demás: Heleno fue el comandante de la Minustah entre 2004 y 2005, Santos Cruz comandó las tropas de 2006 a 2009 y Floriano Peixoto en 2009 y 2010.
Hamilton Mourão entra casi como un pez fuera del agua en la Junta, ya que no es del mismo grupo ni tiene amistad con ninguno de ellos y siempre fue visto como un outsider. Pero tiene algo que ninguno de los demás posee: es el vicepresidente de la República, indimisible ¿Pero alguien de una junta militar es “dimisible”? Lo que indica que hay tensiones latentes en un gobierno que está perfeccionándose.
La junta militar asume con amplio apoyo de las elites civiles. Los militares son vistos como, quizá, la última oportunidad de implementación de un programa para el país que pretende alienar las riquezas nacionales y concentrar la riqueza en una escala nunca vista, basándose en el discurso de la “competencia”, del ultraliberalismo y sobre la égida del “mercado”.
Bolsonaro es una carta fuera de la baraja. Las elites ya habían concluido que con Jair Bolsonaro no iban a ningún lado, incluso antes de las grabaciones con Bebianno, que desmoralizaron al padre y al hijo de manera irremediable. Los editoriales de O Globo y de O Estado de Sao Paulode este martes (19) fueron definitivos: se terminó. “Sería ingenuo creer que Bolsonaro de un momento a otro pasará a comportarse como presidente y asumirá las responsabilidadees de gobierno”, decretó el periódico de Sao Paulo. Los Marinho, haciendo justicia a la larga tradición golpista de la familia, no se hicieron rogar y pidieron una junta militar para asumir el comando después del desgobierno del clan Bolsonaro. Ellos saben lo que quieren.
Mauro Lopes es editor del portal 247 y de Jornalistas pela Democracia.
Fuente: https://www.brasil247.com/pt/blog/91/384390/Junta-militar-assume-o-poder-Heleno-Mour%C3%A3o-Cruz-e-Villas-B%C3%B4as.htm
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