Entrevista al Secretario General de la Federación Grafica Bonaerense, Héctor Amichetti.
por Gerardo Codina* y Carlos Mendoza*
Tesis11: ¿Qué reflexión general podés hacer sobre la celebración y el contenido del 1º de Mayo?
Amichetti: Nuestra organización es la más antigua del país desde el punto de vista sindical y de la actividad social y cultural, ya que se origina en la Sociedad Tipográfica Bonaerense en 1857 y que allí marcó a fuego toda una tradición, un principio sintetizado en que, si bien era en ese momento una sociedad de ayuda mutua, que procuraba enaltecer el oficio, ya planteaba como una cuestión clara el tema de la emancipación de los trabajadores. Ese es un tema que después recorre toda nuestra historia. Cuando se crea la Federación Gráfica Bonaerense ya estaba entre sus objetivos esenciales la propiedad colectiva de los medios de producción y de cambio.
Ahora estamos frente al 1º de Mayo y hacemos propias las reflexiones de los trabajadores gráficos que fueron mártires en Chicago, ya que eran gráficos, tipógrafos, impresores y algunos de ellos periodistas y escribían que si bien el motivo esencial que había originado esa lucha era la jornada de trabajo, las ocho horas, la pelea era contra el sistema y cuando esos compañeros son condenados a la horca, su mensaje queda marcado a fuego. Uno de ellos, un alemán de 50 años que era tipógrafo dice: “Yo no combato individualmente al capitalista, combato al sistema que le da los privilegios a los capitalistas”. Entonces, si uno mira la historia, si nos quedamos con que la lucha era solo por las ocho horas y no contra el sistema, las ocho horas terminan no siendo una conquista, porque vemos que hoy difícilmente se cumplen las 8 horas, que un trabajador para poder tener un ingreso minimamente digno necesita trabajar mucho más de 8 horas. Entonces el eje sigue siendo si los trabajadores y en particular su organización sindical, son capaces o no de modificar un sistema de raíz, con las características que tiene cada etapa histórica.
No abandonamos ese concepto en la resistencia peronista, cuando cae un gobierno que era del pueblo, que había permitido a la clase trabajadora y al pueblo ejercer su dignidad, que había otorgado las mayores conquistas laborales. Toda la resistencia peronista se da en el marco de la clase trabajadora como eje fundamental de la resistencia y la lucha política como eje de la acción, porque era recuperar un poder político, no era una lucha reivindicativa laboral. Ahí se van dando dos perfiles. Aquel sindicalismo que piensa que si luchamos contra el sistema luchamos por la liberación de los trabajadores y del pueblo, y otro sindicalismo que va aceptando el sistema como una cosa lógica y trata de ver dentro del sistema cómo podemos estar lo mejor posible, de avanzar y lograr lo que más podamos, pero sin cuestionar el sistema. Ahí se van perfilando dos sindicalismos: como gráficos vivimos la experiencia de la CGT de los Argentinos que marca dentro de la CGT una discusión de fondo. Un sindicalismo que dice: “La realidad es ésta, tenemos que movernos dentro de estos límites que nos marca el sistema capitalista” y otro que es la CGT de los Argentinos que plantea, entre otras cosas, que la propiedad solo debe existir en función social, que los trabajadores, como generadores de la riqueza, no solo deben participar en la producción, sino en la administración de las empresas y en la distribución de los bienes y que el Estado debe tener el control de los recursos básicos de la economía. Es decir, son cuestiones de fondo dentro del sindicalismo. Si no se pelea por esto, no se resuelve el problema de los trabajadores. Esto recorre toda la historia y yo diría hoy que el gran desafío es seguir manteniendo esto, porque después de varios períodos de democracia, vemos que el eje sigue planteándose de la misma manera: Si vamos a aceptar el sistema tal cual es o si vamos a seguir siendo cuestionadores del sistema, como históricamente ha sido nuestro caso desde 1857 hasta ahora. Después, lo que tenemos que discutir es, en cada etapa, qué posibilidades de avance tenemos, pero siempre con ese objetivo, porque realmente lo que vivimos en los últimos años nos demuestra mas que nunca que si hay cosas de fondo que no cambiamos, vamos a estar siempre en el mismo círculo vicioso y con los mismos problemas de los trabajadores.
Tesis11: En realidad, si bien hay un hilo histórico que recorre desde el 56 hasta acá, ha habido momentos de avance y momentos de retroceso. El movimiento popular sufrió una seria derrota del 75 en adelante y ahora pareciera que empieza a recomponerse. ¿Vos percibís líneas de recomposición o no? En todo caso, ¿qué rol tiene en esa recomposición el movimiento obrero?
Amichetti: Podríamos marcar un punto de inflexión que es después de la dictadura, para clarificar en qué condiciones recuperamos la democracia en el 83. Con un movimiento sindical totalmente desarticulado, las organizaciones habían sido intervenidas, no teníamos prácticamente organización de base. Nosotros tuvimos que reconstruirla toda a partir de la normalización del gremio en el 84. Y ¿con qué país nos encontrábamos? Porque después del devastador paso de la dictadura, encontramos que los ejes de lucha del movimiento sindical habían cambiado. Es decir, ni siquiera discutíamos por los convenios colectivos que habían quedado congelados en el 75, sino que discutíamos políticas para la defensa de las fuentes de trabajo. Se había achicado tanto el aparato productivo que en definitiva, cuando recuperamos los sindicatos, la cuestión era cómo defendíamos los puestos de trabajo y ahí creo que se nos planteó el desafío de decir: hoy la pelea por los puestos de trabajo es una pelea revolucionaria. Si el sindicalismo no tenía una política para eso, entonces todo lo demás era verso. Y de hecho ahí también hubo dos concepciones: Hubo algún sindicalismo, tradicional y convencional, que entendió que la única alternativa era recuperar la estructura sindical y discutir con el sector empresario determinadas concesiones para poder mantener los puestos de trabajo, que llevó paulatinamente a la flexibilización laboral y a aceptar acuerdos a la baja en los beneficios. Nosotros nos planteamos otra concepción, que iba en dos líneas: una era que discutimos la cuestión de cómo defender los puestos de trabajo, pero con propuestas propias. Si el empresario no estaba dispuesto a mantener su empresa, porque el país no le daba los beneficios que él quería, a pesar de que se hubieran enriquecido personalmente, como se dio en muchísimos casos, nosotros creamos alternativas para que los propios trabajadores rescataran su empresa y allí se empezaron a dar algunas experiencias cooperativas que hicimos en un clima nada fácil, pero que demostraba que había otra manera de salvar los puestos de trabajo. Y otra línea era que el sindicalismo tenía que pelear la defensa del sector de la producción. Nosotros levantábamos más la bandera de la ley del libro que el propio sector empresario, porque decíamos bueno, tenemos que empezar a recuperar el trabajo que durante muchos años de abandono, de falta de políticas, se había ido del país. Nos inundaban de importaciones, desplazando producción que teníamos que recuperar para acá. Entonces el sindicalismo levantó luchas que a lo mejor no eran las clásicas, pero ese era el gran desafío, ver cómo peleábamos para defender el producto gráfico, la fuente de trabajo, pero desde una política y una perspectiva propia del sindicalismo, no de ir a la cola del sector empresario o muchas veces concediéndoles beneficios de nuestros propios compañeros para que ellos se pudieran salvar. Desde el 84 en adelante se dio ese concepto nuevo de cómo encarar la organización. Las experiencias de estos años nos hacen analizar el sentido mismo de la democracia, es decir qué democracia recuperamos y qué democracia queremos construir y qué rol tenemos los trabajadores en eso. Ese es un tema muy importante, porque si uno analiza el proceso de Alfonsín, después el de Menem, después el breve paso de De la Rúa y lo que estamos viviendo ahora, también hay una cuestión que el movimiento obrero tiene que discutir muy profundamente: De qué manera defender una democracia real. Es decir, hasta las cosas mínimas de estos días, cuando el gobierno entiende que un problema central que tiene es mantener los precios en determinados niveles, que necesita la estabilidad porque ese es uno de los grandes fantasmas que ponen en riesgo la democracia y, para lograr ese objetivo, llama a discutir los precios al sector empresario; y nosotros decimos que hay que discutirlo con el sector empresario y con los sectores de los trabajadores, porque los trabajadores son productores y consumidores. Si entramos en una democracia en donde la discusión de ese punto, tan importante para la estabilidad de la propia democracia, lo discutimos solamente con el sector que tiene el poder económico y no convocamos al sector que tiene el poder del trabajo, después caemos en la desviación que se está dando ahora, es decir, el sector empresario se comprometió por un año a mantener los precios fijos siempre y cuando no tenga que dar más del 19% de aumento a los trabajadores, o sea que ya está generando un condicionamiento que es de fondo y es peligroso para una democracia, porque es muy probable que dentro de un tiempo entremos nuevamente en el círculo donde la única manera de mantener la estabilidad desde el punto de vista empresario, sea congelando los salarios. Es decir que en la práctica las reglas de juego del sistema son que los trabajadores no pueden tener una mayor participación en la riqueza. Si no pueden hoy discutir libremente cómo conceder un poco más de recursos de la reactivación que ha habido, mañana la única condición para poder mantener la estabilidad del país, va a ser que se congelen los salarios de los trabajadores.
Tesis11: Sin embargo, hay muchos dirigentes sindicales que comparten esa política
Amichetti: Bueno, creo que volvemos a lo mismo. El sindicalismo que considere que no podemos salir de la lógica de lo que nos impone el sistema capitalista, por supuesto que va a entrar en eso y convencido. Ojo, creo que no sirve tampoco decir que esos sindicalistas son unos traidores, sino que la lógica para un sector del sindicalismo es esa: la manera de establecer las condiciones de estabilidad de esta democracia tal cual está, es lograr un acuerdo de estabilidad. Ahora esto ya lo hemos vivido en otra etapa y decimos: ¿Nos dio resultado? ¿Fortaleció la democracia? Creo que es peligroso no reflexionar con respecto al pasado y seguir creyendo en esa lógica del sistema, que nos ubica en un círculo vicioso, en donde rápidamente estamos muy por debajo de las posiciones que teníamos y la propia democracia se pone en riesgo permanentemente.
Tesis11: Hablando de la democracia y de la participación de los trabajadores: es difícil concebir que se pueda realmente controlar la inflación en condiciones de querer hacer una redistribución creciente de la riqueza, si no hay una participación activa de los trabajadores en la gestión y el control de los costos de las empresas. Si los trabajadores, que son los que participan directamente en el proceso económico, no participan en ese control, es muy difícil fiscalizar los precios, por más que uno ponga un millón de inspectores en la calle. La base está en esa participación de los trabajadores, en una democratización de la gestión.
Amichetti: Totalmente. Ese punto es clave. Tomo el ejemplo de la discusión de precios. Si una democracia se quiere fortalecer tendría que llamar a la discusión de los precios con los trabajadores adentro, que saben la incidencia de los distintos costos que conforman el precio de un producto. Si llamamos solamente al empresariado, lógicamente lo va a mirar desde su posición. Si hoy con la reactivación logran cierto margen de rentabilidad, lo van a querer mantener, no van a evaluar posibilidades de reducir otros costos. Por eso salieron rápidamente a decir: “Podemos mantener los precios durante un año pero siempre y cuando no haya aumentos excesivos”. Inclusive hasta le pusieron techo, al principio habían dicho 16%, el gobierno lo estiró un poco más, pero ellos dijeron que hay que poner un tope. Es decir, ellos hablan de democracia, pero no es una democracia participativa como queremos nosotros. Es participativa pero dentro de los niveles de juego que establece cada sector y de acuerdo al poder que tiene. También una democracia se consolida si hay un fuerte sector de propiedad social y ponemos como ejemplo la experiencia de las cooperativas y del movimiento que se ha dado en ese sentido en el país. Este es un sector que tendría que ser atentamente considerado por un gobierno democrático, porque dándole apoyo a este sector, que no está exclusivamente guiado por la rentabilidad, sino más bien por la cooperación, fomentando un capital para la propiedad social, se equilibran las relaciones de poder. Un sector económico de propiedad social, con poder económico, estaría actuando en función de la estabilidad de la democracia y poniéndole freno a la avaricia del sector del capital privado, que lo único que va a buscar es si hoy tiene los niveles de rentabilidad que se marcaron el año pasado, que para el nivel mundial son extraordinarios, el año que viene va a buscar más y después va a buscar aun más. Ahora, cuando nosotros veíamos la discusión que se daba con el tema de la carne, era más o menos eso: el eje era si se mantenían los precios, o si se exportaba o no se exportaba y no se discutía el tema central que era cómo aumentamos la producción. En algún momento la Ministra de Economía sale planteando que en el fondo estaba la cuestión de que había que discutir más producción y que hay una línea de apoyo de créditos pero que no estaban siendo tomados por el sector empresario. Entonces fijémonos ahí: si un gobierno se plantea este tema de la propiedad social, si ese gobierno está convencido de que lo que tiene que aumentar es la producción, entonces genera los mecanismos para que quien tome sus créditos, si no son los empresarios privados, sean organizaciones de productores y sean cooperativas agrarias o lo que fueran, que realmente se sumen a una estrategia de país, lo que va a permitir cambiar la relación de fuerzas en el poder económico.
Tesis11: Es que sería el sustento material, económico, de una democracia de nuevo tipo. Sin eso no sería posible desarrollar una democracia social. En el ciclo de debates que hemos venido haciendo y del que Uds. han participado, sobre la constitución de una alternativa sociopolítica desde el campo popular, planteamos precisamente la necesidad de que se desarrolle una democracia participativa, para generar conciencia en la gente y acción organizada, desde abajo. ¿Cómo ven las posibilidades de desarrollo de esta idea, por empezar la necesidad o no de una alternativa de ese tipo? Sobre todo ante las dificultades que genera un gobierno reformista, a nuestro juicio progresista, como el gobierno de Kirchner, pero que tiene limitaciones y que el propio Kirchner ha definido como gobierno de transición. El mismo ha dicho que no le pidan cambios estructurales a su gobierno en esta etapa, por ser un gobierno de transición; que se los pidan a quienes sucedan a este gobierno. Pero si la cosa es nada más que ir a votar y elegir algún partido o frente, nos parece que no vamos a avanzar en el cambio estructural. Para que hubiera cambio estructural habría que construir un movimiento muy participativo. Algunos pueblos de América Latina han avanzado mucho más que nosotros en eso. ¿Cómo ves el tema?
Amichetti: Nosotros siempre hemos defendido la posición de la verdadera democracia, la democracia que llamamos Democracia Social de participación plena. Y en esto ha habido planteos nuestros, inclusive Raimundo Ongaro lo ha sostenido en más de una oportunidad. ¿Qué sería la Democracia Social de participación plena? ¿Es simplemente el libre juego de los partidos políticos, el proceso electoral, la conformación, de acuerdo a la elección, de las cámaras de Diputados y de Senadores? ¿O es la participación de las organizaciones, del pueblo, el día después que se vota? Este es el tema. Es decir, si nosotros solo actuamos en el esquema tradicional de lo que se llama democracia, donde votamos a los representantes, que al día siguiente se hacen cargo de toda la representatividad nuestra, o si participamos después de la elección a través de las organizaciones que el pueblo entiende. Es decir, el individuo tiene sus organizaciones y las desarrolla constantemente en todo ámbito. Aquí estamos hablando de lo sindical, pero esto se traslada a lo estudiantil, a los profesionales, al sector empresario, a los barrios. Entonces, democracia de participación plena es que esas organizaciones sigan teniendo poder el día después de las elecciones. Y esto es totalmente posible. El tema es si realmente los partidos entienden que eso lo tienen que fomentar, incrementar y unir. Porque uno sabe que si desde un gobierno uno se propone realmente fortalecer la organización del pueblo, esto es un proceso mucho más rápido que si la organización del pueblo y la unión de los sectores del pueblo se tengan que ir dando sin ese apoyo. Es decir, un gobierno de la democracia esto podría apuntalarlo. Y nosotros creemos que tiene que apuntalarlo para poder preservar aunque sea el estilo de democracia que ellos plantean, que es el libre juego de los partidos políticos, si no, volvemos para atrás. Es decir, tuvimos los gobiernos que desafiaron a medias el poder económico y les fue como les fue, con la hiperinflación y lo demás. Tuvimos los gobiernos que se entregaron atados de pies y manos a los programas que les venían de afuera, diciendo “hacemos bien los deberes” y les fue como les fue, hicieron un desastre en el país. Entonces, ahora estamos viviendo una alternativa nueva, llámese de transición o como le quieran llamar, pero yo creo que tenemos que tomar como base las experiencias. Es decir, llegado el momento en donde la lógica del sistema haga que estos sectores de poder vuelvan a plantear “o hacés los deberes como nosotros los queremos” para darte la estabilidad, la tranquilidad y que puedas estar un período de tiempo determinado, o “si nos desafiás te desatamos una cantidad de variables que manejamos desde el poder, hoy no son los militares pero son las variables económicas y te desestabilizamos”. Creo que tenemos que sacar del proceso histórico enseñanzas que nos permitan buscar consolidar la democracia hoy, viendo una y otra experiencia. Y aquí juega el papel de esa democracia que se convierte en una democracia de participación plena si entra a darle juego a las organizaciones que el pueblo tiene y sobre lo que, yo creo sinceramente, el pueblo ya ha estado dando respuesta. En el momento en donde el estado fue abandonando cosas, y lo más terrible fue la década del 90, veíamos que el pueblo a través de sus organizaciones, daba respuestas. El pueblo organizado abajo estaba dando respuesta a temas que el estado no daba, en salud, en educación. Teníamos un pueblo con una organización fabulosa, con un Estado ausente, sin una conducción política, porque el tema era que nadie sabía cómo iba a quedar al otro día la situación de los políticos, en la época del “que se vayan todos” y creo que ahí había una demostración de que si alguien capitaliza esa organización del pueblo dándole respuestas, si lo asume como gobierno, lo potencia como estado, realmente ahí una democracia se hace fuerte. Creo que ese es el gran debate hoy en día. No digo que pase, digo que hay un gran debate.
Tesis11: En todo caso, en ese debate no pareciera coincidir tu opinión con la opinión del gobierno.
Amichetti: En general está el tema de la concepción de lo que son los partidos. Si nosotros, por ejemplo, los que tenemos una vivencia de lo que ha sido el peronismo, decimos bueno, para nosotros el peronismo qué es, ¿es el Partido Justicialista hoy? No, para nosotros el peronismo era el movimiento primero, era la comunidad organizada como proyecto de país y era las organizaciones del pueblo. Ese era el concepto político. Por supuesto que nosotros hemos tenido años y años de enfrentamientos, donde por todos lados han ido socavando esa concepción de la política y eso no fue aislado, se dio justamente con un proyecto de consolidación de un sistema que cada vez se hizo más salvaje contra el pueblo. No vamos ahora a analizar estadísticas, pero si uno mira cómo hemos retrocedido en lo económico y social, es evidente que esto tiene un correlato desde el punto de vista político. Es decir, uno de los grandes objetivos del imperialismo era la destrucción del movimiento peronista y no tengo ninguna duda de que lo sigue siendo hoy. ¿Por qué? Porque en esencia es la destrucción de un pueblo organizado, de un pueblo que no depende solamente de diputados, de la democracia liberal, sino que es el pueblo decidiendo, teniendo poder. Eso sigue planteado, no solo acá en Argentina, sino a nivel Latinoamericano, porque estamos viviendo también a nivel latinoamericano un proceso que es muy interesante, porque creo que a esto que hablamos de Argentina y de la discusión nuestra por la democracia, hay que ligarlo totalmente a lo que pueda pasar en un conjunto de países de América Latina y volviendo a lo que nos marcaba nuestro Libertador acerca de la integración, yo creo que hoy nos damos más cuenta que nunca de eso; si no hay integración tampoco hay posibilidades, país por país, de dar batalla a esta forma de mantener un sistema.
Tesis11: Vos ves lo que está pasando en América Latina. Hay gobiernos con apoyo popular, muchas veces como producto del desarrollo de organizaciones sociales, como los casos de Bolivia, Venezuela, Brasil, Uruguay, donde el rol de las organizaciones sociales, las sindicales en primerísimo lugar, ha sido muy importante en la construcción de los frentes. ¿Es un tiempo nuevo para América Latina?
Amichetti: Sí, nosotros analizamos que es un tiempo nuevo, que es una oportunidad histórica. De los intercambios que hemos hecho con compañeros de otros países, que los veníamos haciendo desde antes, porque los contactos de nuestra Federación Gráfica, en particular de Raimundo Ongaro, con muchos de los dirigentes que hoy están conduciendo esos procesos en América Latina, vienen de otras épocas y se han mantenido. Antes de que esta gente llegara a un espacio de poder o de gobierno ya se venía debatiendo esto y entonces hoy es una oportunidad histórica. Si llegamos a los gobiernos, cómo logramos una integración, cómo tenemos una política en común, cómo nos hacemos fuertes a través de esa unidad latinoamericana. Algunos de estos dirigentes latinoamericanos plantean claramente que la coyuntura histórica nos da la oportunidad. Lo importante es que sepamos verla. Si estamos convencidos de que realmente éste es el momento, creo que la podemos potenciar muchísimo y no tenemos que entrar en la discusión de si este proceso es más revolucionario que el otro. Porque hay que aceptar las características que tiene cada país, de acuerdo a lo que ha vivido y a la composición social que tiene. No es lo mismo Venezuela que Brasil, o Argentina que Brasil, o Bolivia. Entonces creo que, en lo que sí tenemos que ponernos de acuerdo es si vemos un proceso totalmente distinto, después de haber tocado fondo con el neoliberalismo, de haberse demostrado el desastre que es capaz de hacer. Se produjo una reacción de los pueblos que apoyó candidaturas que no abrazan la concepción del neoliberalismo, muchos de ellos surgidas de procesos de organización popular muy interesantes, algunos históricos, otros que se dieron más a corto plazo. Incluso a partir de la crisis del sistema de partidos políticos, porque en muchos casos se dio que los partidos demostraron su ineficacia total. Entonces creo que está planteada la cuestión de que sepamos aprovechar esa circunstancia. Me parece que hay algunas cosas que se están dando, integraciones en cuestiones prácticas, esto es importante, es decir no solo la teoría sino hacer cosas en conjunto con los países latinoamericanos. La otra es el debate dentro de cada uno de los sectores. Es muy importante que se plantee esta discusión de integración dentro del movimiento obrero, porque como trabajadores tenemos un gran déficit, el tema de si en una coyuntura como ésta somos capaces de reconstruir una propuesta desde los propios trabajadores. Si el movimiento sindical no toma este eje, vamos a estar a la cola de los empresarios. Como ha ocurrido ahora con el tema de los precios y salarios. Creo que en nuestro país hay que retomar una línea histórica de la que surgió el programa del 1º de Mayo y antes el de La Falda y el de Huerta Grande, donde el movimiento obrero y sectores populares se unen a través de ejes que son reivindicaciones claras. Hoy, si nosotros analizamos la CGT, le hacemos un cuestionamiento que charlamos fraternalmente con los compañeros y decimos qué le hace falta hoy a la CGT: un programa desde la CGT. No se puede estar planteando en la CGT relaciones por un tema, por una cuestión individual, es decir tenemos que discutir una política para los trabajadores. Si ahí hay gente que no entiende esto se van a encontrar con que el año que viene no van a poder ni siquiera discutir salarios, no van a poder hablar de convenios y vamos a estar de nuevo con una crisis de los trabajadores, vamos a estar peleándonos por trabajo, probablemente.
Tesis11: En el movimiento obrero hubo una crisis. Teníamos una tradición de una CGT única. Hubo una ruptura y coexisten por los menos tres sectores diferenciados que han ido tomando caminos políticos y sindicales distintos. ¿Cómo se construye una mayoría del movimiento sindical que exprese esta visión de una política desde los intereses de los trabajadores?
Amichetti: Creo que la práctica te va obligando a unirte en determinadas cuestiones. Por más que se tengan a veces concepciones distintas, hay puntos de unidad. Por ahí no nos podemos unir en el gran programa, pero sí nos tenemos que unir en determinadas políticas. Por ejemplo, todos los trabajadores del sector industrial tendrían que discutir qué estrategia hay para la industria en la Argentina, y con estas posiciones discutir, en el marco de la democracia, con el propio gobierno. Si nosotros pensamos que vamos a discutir puntualmente hoy desde la industria gráfica por el problema de los libros que se pueden estar imprimiendo en el país, otros sectores industriales por sus propios problemas y no nos planteamos discutir qué rol va a cumplir todo el sector industrial, no estaríamos discutiendo lo más importante: qué sería estratégico en Argentina desde el punto de vista industrial. Dentro de qué proyecto de país le planteamos al gobierno la posición de los trabajadores, es decir cómo este país crece por la potencialidad que tiene, desde su posibilidad de procesar toda la riqueza que tiene y agregarle valor y ser un país realmente industrial. El tema es cómo ordenamos todo eso, cuando tenemos un viejo vicio creado precisamente por este retroceso que hemos sufrido, donde todavía hay compañeros que consideran que yendo con planteos individuales o sectoriales, se resuelve el problema de ellos y así tiramos un poco más. Entonces a los compañeros que conducen la CGT, les decimos que la CGT tiene que servir para discutir estas políticas y esto no puede dejar de interesarle a ninguno, porque podrás tener la concepción sindical que tengas, pero vos necesitás que se desarrolle la industria, que se defiendan los puestos de trabajo y que el trabajador esté mejor. Después viene la otra, ver hasta dónde queremos llegar desde un sindicalismo de liberación o del otro sector que no se plantea ser un sindicalismo de liberación. Y está la posición de los compañeros que consideran que hay que descartar todo un sector del sindicalismo y crear una organización paralela nueva. Nosotros no coincidimos con eso.
Tesis11: Vos te referís a la CTA.
Amichetti: Claro, está el ejemplo de la CTA y lo hemos charlado con ellos también. Les hemos planteado a los compañeros lo que ha sido el proceso de la CGT de los Argentinos y la diferencia de pelear dentro de una sola CGT. Le aceptamos a los compañeros, la diferencia en el momento histórico. Pero pensamos que la única lucha válida es la que nosotros podamos dar por adentro y desde adentro y en todo caso, si en determinado momento no somos mayoría los que tenemos esta concepción, al menos ser un sector fuerte dentro de la CGT, que es la organización histórica de los trabajadores. La cuestión de generar una alternativa paralela realmente es jugar un poco con el riesgo de un debilitamiento aún mayor del movimiento sindical. No casualmente le cae bien a algunos sectores empresarios y hasta sectores muy poderosos, en el sentido de lo que en algún momento hasta propugnaron a través de leyes, consolidar la posibilidad de varias centrales sindicales, de varios sindicatos por rama de producción y servicio. Los compañeros de la CTA, cuando hemos conversado esto, han dado su fundamento y señalado lo difícil de enfrentar a los aparatos, muy fuertes, muy cerrados, la falta de democracia sindical y lo demás. Pero precisamente, cuando hay proceso de reactivación, y nosotros lo vivimos en el gremio, la perspectiva dentro de las organizaciones sindicales, por más cerradas que sean o por más democráticas que se quieran construir, va modificándose. No es lo mismo cuando el trabajador está más confiado en que su puesto de trabajo está un poco más seguro y pelea por mejorar su salario, por mejorar sus condiciones. Es decir, hay una actitud distinta de los trabajadores. Si los dirigentes no van acomodándose a esa nueva idea de los trabajadores, corren determinados riesgos también. Entonces, lo que nosotros pensamos es que habría que dar esa gran batalla dentro de una sola CGT. Lo que vemos y también lo hemos charlado, es que lo importante dentro del concepto con que ellos plantean la cuestión, con lo que estamos muy cercanos, es el hecho de generar un movimiento político con organizaciones que van desde lo sindical a lo social y en todos los frentes que puede tener el pueblo hoy, que es un poco una experiencia que se tomó de la CTA. Pero eso no tendría porqué estar planteado en dos frentes. Es decir, peleamos por un lado una personería gremial para una central sindical y, por otro lado, generamos un ámbito mucho más amplio que abarca sindicatos y organizaciones sociales. Cuando ellos vinieron, dijimos “para nosotros el eje es el otro”. Es decir, definir un movimiento amplio de organizaciones del pueblo que incluya a organizaciones sindicales y desde allí qué proyecto de país queremos. Nosotros habíamos puesto a la discusión el proyecto Nace la 2ª República, con algunos ejes que también eran para el debate. Entonces lo que planteábamos era: si encaminamos los esfuerzos de unir al pueblo detrás de un proyecto, de un programa, fortalecemos más el trabajo de la organización y del pueblo que entrar en una discusión sobre si controlamos una central sindical o no. Y esto se lo reforzábamos a los compañeros de la CTA, desde lo que veíamos en la organización nuestra, que ha mantenido siempre un nivel de independencia histórica y les decíamos: no nos están demandando los trabajadores hoy si tenemos que estar en la CGT o en la CTA. Si las organizaciones ponían como eje ese tema, nos parecía que cambiaban el eje central de la demanda de los trabajadores.
*Gerardo Codina, psicólogo/Carlos Mendoza, ingeniero, especializado en economía política. Ambos son miembros del Consejo Editorial de Tesis 11