Dossier: “Mirando al Sur” (artículo 3 de 3).
Aníbal Sicardi*
Un año del Frente, con amplio apoyo ciudadano y con fuertes criticas de un sector interno del mismo Frente, al mejor estilo uruguayo, con signos válidos de una continuidad histórica que se inserta en los cambios latinoamericanos. Es para vivirlo.
El 1 de marzo el Frente Amplio (FA) cumple un año de gobierno con el 54% de apoyo de la población. Dos puntos más que los obtenidos al ganar las elecciones del 31 de octubre de 2004.
Un vistazo a esa encuesta revela que el porcentaje no corresponde matemáticamente a la población que voto al FA en aquella histórica jornada ya que se le suma apoyos de los otros dos partidos, Blancos y Colorados mientras que militantes del FA le restaron la confirmación al primer año de gestión frentista.
Esa mezcla del 54% puede leerse como el cumplimiento de la promesa del FA de gobernar para todos y todas y no solo para un sector y una comprobación de lo ocurrido en octubre de 2004, cuando el 7% u 8 % que le faltaba al FA para ganar las elecciones provino de votantes que, sin cambio ideológico, le dieron un voto de confianza al FA luego de comprobar que los blancos y colorados no podían ofrecerles nada distinto del desastre nacional que habían implementado en sus gobiernos.
Esa lectura incluye el apoyo a los Intendentes de los Departamentos – gobernadores y provincias en la terminología de otros países- en su mayoría frentistas, por lo que se obtiene un muy buen panorama de orden nacional. Esta afirmación no obvia el reconocimiento al estilo del presidente Tabaré Vázquez que tiene una influencia sustancial en ese logro como tampoco se obvia la influencia que la oposición argentina a la Planta Celulosa de Fray Bentos, Departamento Río Negro, le acercó o confirmó la confianza de la ciudadanía al gobierno, ya que la posición de Uruguay obtiene más del 70% en ese rubro.
Resulta confuso el rastreo de acciones del gobierno que hayan obtenido la satisfacción plena o semiplena de la ciudadanía. El panorama ofrece movimientos inconclusos, algunos recién iniciados, con interrogantes acerca de cual será el final de ese caminar, sin datos mensurables para una valoración real de la gestión.
La acción social aparece empantanada en la promoción de los más “débiles”, sobre los cuales es evidente su preocupación, pero que no puede salir del asistencialismo, con carencia de protagonismo popular. El Ministerio de Relaciones Exteriores no resolvió el interrogante sobre su relación con Estados Unidos, punto principal de fricción, tanto en cuanto si hará o no un acuerdo comercial, como también ofrece críticos flancos el apoyo a las acciones militares conjunta con EE.UU., la participación uruguaya en Haití y la ausencia uruguaya en la toma de mando de Evo Morales en Bolivia.
Por otra parte aparece lo inesperado, el Ministerio de Economía es quien ofrece la mejor imagen para la ciudadanía. Su política fue la continuidad de respetar tratados anteriores, dar seguridades a las inversiones extranjeras, aunque, debe reconocerse que se mejoró la rentabilidad de los sueldos, con una tendencia, aparentemente, firme y el rol didáctico del Ministro de Economía para explicar las medidas de su Ministerio. .
Como contrapartida Economía dio la ocasión para que fuerzas frentistas le quitaran el apoyo al Gobierno en las encuestas respectivas, una divergencia que ya tenían antes de las elecciones de 2004 cuando Tabaré anunció quien sería su Ministro de Economía.
Si la mirada se deposita sobre la gestión general del primer año de gobierno, lo confuso puede no ser el patrón metodológico. El primer cumpleaños señala que el gobierno de izquierda no se come a los niños ni a las niñas, no cierra las iglesias, no censura la prensa, ni tira bombas ni implanta una campaña antiimperialista. En resumen tiene gobernabilidad.
El punto no es menor en la cultura uruguaya ya que responde al interrogante sobre si un gobierno de izquierda es o no sinónimo de caos, como diagnosticaban los colorados y los blancos. En ese aspecto este primer año de gobierno nacional es como un símil de lo ocurrido en la primera etapa del FA en la Intendencia de Montevideo. Allí se demostró la capacidad del FA para gobernar al punto que gano en las dos siguientes elecciones con una mayoría aplastante en la de mayo de 2005.
Si se tiene en cuenta el estilo de crecimiento del FA desde su fundación en l971 y las características de Tabaré Vázquez se puede arriesgar que la estrategia del Gobierno es ofrecer una gestión que le de tres gobiernos nacionales seguidos, ya que la reelección en 2007 la tiene asegurada, a no ser que aparezca algún desastre general que no se percibe en el horizonte.
Desde esa óptica puede depositarse la mirada en el “cómo” se está ordenando la estructura gubernamental para que le permita alcanzar (o aproximarse) al cumplimiento de los principales ejes de la plataforma frentista.
En el ámbito interno se puso en ejecución la humanización de las cárceles, tema polémico porque implicaba liberar a presos con sentencia firme. La oposición pintó un cuadro futurista lleno de delincuentes que se apropiaban del vecindario. Nada de eso ocurrió. Hay fallas en la incorporación del liberado a la sociedad, se reconocen y se buscan corregirlas. La ciudadanía ignoró la campaña opositora y ahora la “humanización de las cárceles” es un hecho incorporado a la vida ciudadana.
¿Este dato es solo un detalle? ¿Una simple anécdota? No. Es dirigir la mirada hacia aquellos gestos que cambian (o pueden) cambiar un país. Que la critica opositora, que siguió los mecanismos habituales de una oposición, no haya tenido eco y que se viva en una nueva situación, es una señal concreta de que se puede vivir sin el sistema represivo de condena total al trasgresor de la ley, de represión policía e instaurar formas dignas de relación humana.
En la misma línea se encuentra la legalización de la ocupación de fábricas, o empresas, como una extensión del derecho de huelga. La medida es revolucionaria. Hubo algunas acciones que no se condicen con el espíritu de la legislación, tomas de empresas cuestionadas, pero lo que se hace es conversar al respecto y ahora se esta en proceso de reglamentar la ley mediante conversaciones del gobierno con sindicalistas y empresarios.
La toma de tierra en Bella Unión es otro caso con la misma sintonía. Consideradas ilegales e inoportunas, no produjeron represión policial sino conversaciones para ver como se arregla el asunto con la participación de la justicia, pero con la apertura de que aparezcan nuevas instancias – ergo, que antes no se conocían- pero que están en el quehacer de la vivencia ciudadana.
La policía formó su propio sindicato. La Oficina de Servicio Civil ya finaliza el complicado y delicado proceso previo que le permitirá diseñar las reformas de la organización estatal con el objetivo de que el trabajo público no sea meramente una changa y que la organización estatal deje de ser un hipopótamo que frena toda iniciativa de reforma de la sociedad.
En esa dirección puede mencionarse una buena cantidad de hechos, que señalan un estilo distinto de vivencia humana con el objetivo de la dignificación de la persona y del Estado.
Entre ellos no se puede obviar la mención los contingentes de personas pobres con problemas oculares que se trasladaron, gratuitamente, a Cuba para su curación. La ayuda económica de Venezuela para el Hospital Clínica, priorizando la salud, y la incorporación venezolana en organismos de la banca oficial. Mojones del gobierno realizados sin mayor promoción. .
Esas citas ya marcan cual es el movimiento del Gobierno del FA en su política hacia el exterior. Si a eso se agrega que Tabaré Vázquez ya se comprometió ir a Irán, se tiene una buena lista de países con los cuales se relaciona Uruguay que resulta harto interesante, aunque queda el interrogante de porque no asistió a la ascensión de Evo Morales en Bolivia.
Junto a estas señales, pareciera que la política hacia el Exterior tiene un eje determinante sustancial, mostrar Uruguay en el terreno internacional. El reclamo que hizo ante los dos colosos de Mercosur, Brasil y Argentina, para que den cabida a los más chiquitos, Paraguay y Uruguay y otras acciones similares, indican que la estrategia es hacer notar que “Uruguay también existe”. Un dato asociado a la defensa de su soberanía, pero que introduce un pensamiento escondido, afirmar que al igual que otros países Uruguay también tiene derecho a ser visto como país, que no es un simple invento de una falla histórica.
Si en lo interno se busca la validez de un estilo de vida más humano, digno, que sea continuador de la rica cultura del país, lo externo seria una consecuencia de esa misma propuesta, desalojar la infra valoración de la ciudadanía uruguaya sobre que son un “paisito” enclavado entre dos grandotes ante los cuales siempre hay que achicarse y que, además de la gente que se fue, Uruguay tiene otras cosas para ofrecer, algunas de ellas imprescindibles en el quehacer internacional, mas específicamente regional. .
En ese aspecto el FA estaría colocando las bases para un proceso revolucionario, sin mas pretensiones que la de dar, en lo interno y en el concierto internacional, lo que tienen, su dignidad y su proyecto de las provincias orientales y de Patria Grande, abortado por los que intrigaron contra Artigas, pero que se recupera en el presente con el proyectos, como el productivo regional –litoral de Uruguay y Argentina y Paraguay- aprobado recientemente, sintomáticamente al mismo tiempo que surge el absurdo diferendo orillero de las Plantas de Celulosa.
Un año del Frente, con amplio apoyo ciudadano y con fuertes criticas de un sector interno del mismo Frente, al mejor estilo uruguayo, con signos válidos de una continuidad histórica que se inserta en los cambios latinoamericanos. Es para vivirlo.+
*Aníbal Sicardi.
Director de la Agencia de Noticias Prensa Ecuménica.
Febrero de 2006.