(teoría)
Maria Celia Duek*
Resumen del artículo publicado en Estudios avanzados N° 10, vol. 2 (2008)
Max Weber partiendo de la obra de Marx emprendió hacia ella una de las primeras y más perdurables críticas elaboradas desde la sociología. Fueron muchos y destacados los intelectuales que sostuvieron que Weber desarrolló gran parte de su obra en diálogo con Marx.
Retomando esta tesis, realizamos un largo trabajo tendiente a caracterizar ese debate intelectual e identificar cuáles son sus núcleos temáticos. En este artículo sintetizamos algunas de las conclusiones de dicho trabajo.
NR: Al final del artículo se indica el enlace que permite acceder al texto completo del trabajo de la autora.
I. La producción weberiana denota una preocupación persistente y nunca abandonada por las ideas marxistas, un diálogo que atraviesa toda su producción. Esto no quiere decir, sin embargo, que Weber demuestre un conocimiento profundo de la obra de Marx y Engels.
De los escritos de Marx y Engels que Weber pudo haber conocido (los que se publicaron antes de su muerte en 1920) sólo menciona explícitamente cuatro: El Manifiesto Comunista, Miseria de la filosofía, El capital y El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. E incluso cabe decir que el conocimiento de éstos es disímil.
De la conferencia de Weber sobre El socialismo se deduce que hizo una lectura detenida del Manifiesto Comunista. Sin embargo, no podemos asegurar lo mismo respecto de El capital, la obra de mayor alcance teórico de Marx. “Weber no leyó El capital, o al menos no se le nota”, dijo alguna vez Atilio Borón. Siendo que además de jurista, sociólogo e historiador, Weber fue también economista, no hay indicios en su producción de un interés serio por la teoría “económica” de Marx (por el concepto de “plusvalía”, por ejemplo).
En realidad, lejos de evidenciar un conocimiento profundo, el debate de Weber está dirigido a ciertas ideas fundamentales y muy difundidas del pensamiento marxista, e interpretadas incluso de manera un tanto simplificada.
II. Weber no se vincula con las ideas de Marx para apropiarse de ellas y continuarlas o complementarlas, como a veces se pretende, sino que tiende a presentar una interpretación verdaderamente alternativa. Refuta las tesis esenciales del materialismo histórico y propone su rechazo categórico. Su discurso se inscribe en una problemática diferente y hasta opuesta a la de Marx y Engels. No sólo las posiciones políticas de estos pensadores son muy diferentes sino que también lo son sus propuestas teóricas.
—–
Estamos ahora en condiciones de señalar cuáles son los “puntos nodales” del diálogo de Weber con el materialismo histórico, cuyo tratamiento da cuenta de la condición irreductible de estas dos teorías.
- La principal y más recurrente crítica de Weber al marxismo clásico alude a la cuestión del carácter marcadamente materialista de sus explicaciones, a la sobrevaloración de lo económico.
Weber reconoce el valor del punto de vista económico como “hipótesis” o “principio heurístico”, pero lo rechaza como esquema general, como “método universal” o denominador común de la explicación de los fenómenos culturales.
Al “dogmatismo” (y monismo causal) de todo materialismo o idealismo consecuentes, Weber le opone un método “empírico” que desconoce todo tipo de generalizaciones y destaca la insustituible necesidad de análisis históricos concretos, con un enfoque “antideterminista” y “pluricausal”.
Pero como lo demuestran muchas cartas de Engels (a Schmidt, a Bloch, a Borgius), los propios fundadores del materialismo histórico ya recusaban la aplicación dogmática de la teoría y la sobreestimación del aspecto económico. Weber sin embargo no discrimina en este aspecto entre la complejidad del pensamiento de Marx y Engels y la vulgarización y tergiversación que sufre en manos de algunos seguidores, que imaginan que el elemento económico es el “único” determinante de la historia.
Permanentemente Weber pone en tela de juicio la representación marxista de la sociedad mediante la figura de la infraestructura / superestructura., insistiendo en la “lógica propia” o autonomía de las esferas no económicas, como el derecho, la política o la cultura, respecto de la economía; del orden social (estamental) respecto del orden económico; de los partidos políticos respecto de los intereses de clase.
- Una segunda dimensión del debate atañe al principio weberiano de la neutralidad valorativa.
Lejos de pretender una ciencia neutral, Marx y Engels elaboraron sus conceptos desde una perspectiva de clase. Actuaron en su práctica teórica como intelectuales orgánicos de la clase obrera. Marx emprendió una “crítica de la economía política”, crítica indisociable de un punto de vista proletario, crítica orientada a combatir la economía política “burguesa” y al mismo tiempo el capitalismo como modo de producción basado en la explotación de una clase por otra.
Y esto es justamente lo que inquieta a Weber: una economía política –piensa– si aspira a ser científica, no puede guiarse por ideales de modos de producción (comunista versus capitalista), ni puede procurar fundamentar objetivamente el rumbo político a seguir.
Los marxistas toman partido, o en el lenguaje weberiano, introducen “juicios de valor”. En cambio Weber invita a construir una ciencia social “libre de valores”, en la que no se confundan intereses teóricos y políticos. Su postulado de la neutralidad axiológica lo distancia del enfoque clasista de la teoría marxista (punto de vista del proletariado), de su carácter normativo (porque contiene una crítica al capitalismo y una propuesta de organización socialista), y de sus “profecías” sobre el futuro (dictadura del proletariado y desaparición del dominio del hombre sobre el hombre).
- La naturaleza de los conceptos y “leyes” de la ciencia conforman otro eje conceptual importante de este diálogo. Para el materialismo la realidad determina su conocimiento: éste no es una construcción arbitraria del investigador sino que representa o reproduce lo real. La teoría weberiana de los tipos ideales objeta esto que algunos han llamado “realismo materialista”, y ofrece una imagen distinta de la relación entre concepto y realidad. Esta teoría le sirve a Weber para relativizar el valor de los conceptos teóricos marxistas, al “degradarlos” –diría Engels– a la calidad de ficciones, al insistir en su naturaleza relativa, instrumental y transitoria[1].
- Otra dimensión del debate está dada por el método individualista de la sociología weberiana, que representa un quiebre insoslayable con el objetivismo de Marx. Por razones de espacio, no profundizaremos[2].
- La concepción de las clases sociales de Weber y de Marx. Una lectura rápida puede llevar a pensar que no difieren demasiado. Sin embargo, tres cuestiones básicas oponen ambas teorías. Una es el modelo tridimensional de estratificación que compone Weber, que junto a la división en clases (distribución del poder económico), postula paralelamente la división en estamentos (distribución del poder social) y partidos (poder político).
Si las clases y la lucha de clases conforman la médula del análisis marxista, para Weber las clases no son la base única y determinante de la estratificación social, pues las diferencias sociales y políticas pueden ser tan primordiales como aquella.
Segunda cuestión. Para Marx, clases significa al mismo tiempo contradicciones y lucha de clases, más allá de las formas diversas que ésta puede asumir. En cambio, todo el pensamiento no marxista, a partir de Weber, tiende a escindir o a mostrar la relación contingente entre estas categorías.
La acción de clase (acciones comunitarias, asociaciones sindicales o políticas) no ocurre de un modo necesario a partir de la existencia de clases –sostiene Weber. Para que se genere una acción conjunta no es suficiente la desigualdad en las probabilidades de vida de diferentes grupos; se requiere además otro tipo de condiciones.
Weber rechaza el uso equívoco de los conceptos de “clase” y de “interés de clase”, en clara alusión a los marxistas. La existencia de situaciones de clases diferentes no conduce necesariamente a la lucha de clases, pues los miembros de una clase pueden perseguir sus intereses en direcciones muy diferentes. El papel de la lucha de clases como “motor de la historia”, queda desde esta perspectiva bastante desvanecido.
El tercer factor a señalar es la ausencia de un concepto sistemático de explotación en la noción weberiana de clase, y su reemplazo por el problema de las oportunidades de vida, a partir de la posición ocupada en el mercado.
- El concepto de “Estado”. Weber refuta la concepción materialista del Estado como “superestructura” o forma de organización de las clases económicamente dominantes. Elabora un concepto propio, una noción no clasista del Estado, a partir de los medios que utiliza (la coacción física) y no de los fines que persigue (como lo hace la teoría marxista, que alude a la dominación de clase o a la reproducción del capitalismo).
- La explicación del capitalismo. Ante la interpretación “económica” del materialismo histórico, Weber edifica, unas décadas después, una explicación pluricausal del capitalismo moderno, pero que en definitiva enfatiza el rol de la ética religiosa del protestantismo como palanca decisiva de su conformación. En otros trabajos (Duek, 2013) hemos contrastado el análisis de Marx de la acumulación originaria, sobre los orígenes históricos del capitalismo, con las consideraciones de Weber de La ética protestante.
Ambos pensadores no sólo difieren en la interpretación del origen, o en el diagnóstico respecto de sus posibilidades futuras, o en la actitud más o menos condenatoria hacia este sistema, sino también en sus perspectivas teóricas sobre el mismo. En un caso es analizado desde el punto de vista del antagonismo de clases (contradicción trabajo asalariado / capital), y en el otro, acentuando la racionalidad, el cálculo, es decir, un tipo de organización que comparte con el Estado moderno. Esto explica que el primero se pregunte por los mecanismos de la explotación capitalista, la plusvalía, y que el segundo, en su Sociología industrial, adopte el punto de vista de la rentabilidad y se preocupe por las diferencias de aptitud entre los obreros o las fluctuaciones en su rendimiento.
- Por último, las discrepancias en las expectativas respecto de una posible organización socialista de la sociedad. Lo que resulta primordial de la proyección weberiana es que el “socialismo del futuro” no podría eliminar las desigualdades entre individuos y clases ni la dominación del hombre sobre el hombre porque está destinado a seguir la senda de la burocratización.
La especialización de tareas, los incentivos, la disciplina, la organización jerárquica y el ejercicio del poder son inevitables en la organización económica y política de toda sociedad de masas. En consecuencia, el tránsito de una estructura capitalista a una socialista supone transformaciones menos radicales de lo que los comunistas creen.
Pero al convertir las condiciones de la producción industrial moderna en una constante, en un destino fatal, Weber eterniza relaciones que son históricas, las relaciones del capitalismo. En este sentido, hace lo mismo que Marx le cuestionara a los economistas modernos: naturalizar la producción capitalista.
Hemos intentado explicar muy apretadamente los que creemos que son los ejes temáticos alrededor de los cuales se estructura todo el debate de Weber con Marx. Este diálogo, explícito a veces e implícito generalmente, conduce a Weber a la construcción de un corpus teórico cualitativamente diferente e incluso opuesto al de Marx-Engels, que lo convierte, en uno de los tres grandes clásicos de la sociología.
NR: mediante el siguiente enlace se accede al texto completo de este trabajo de la autora:
*María Celia Duek, argentina, doctora en Ciencias Políticas y Sociales y magíster en Ciencia Política y Sociología. Profesora adjunta a cargo de la titularidad de «Teoría Sociológica Clásica», en la Universidad Nacional de Cuyo.
Publicaciones: Autora del libro Clases sociales: teoría marxista y teorías funcionalistas (Buenos Aires, Libronauta, 2005), del artículo Aspectos epistemológicos y metodológicos del debate Weber-Marx (2007, An-damios, Revista de Investigación Social, uac, México). Coautora del libro La construcción del objeto de la sociología en los clásicos (2000, Mendoza) y de los artículos Individualismo metodológico y concepción del Estado en Max Weber (2005, Universum. Revista de Humanidades y Ciencias So-ciales, Universidad de Talca, Chile); La teoría de la estratificación social de Weber: un análisis crítico (2006, Revista Austral de Ciencias Sociales, Universidad Austral de Chile). Su correo electrónico es celiaduek@fcp.uncu.edu.ar.
Referencias
DUEK, C. (2007). “Aspectos epistemológicos y metodológicos del debate Weber / Marx”. Andamios. Vol. 4, N° 7. México.
——– (2009). “Individuo y sociedad: perspectivas teórico-metodológicas en la sociología clásica”. Argumentos. Vol. 22, N° 60. México.
——– (2013). “Sobre la eficacia histórica de las ideas. La ética protestante y el espíritu del capitalismo” .Revista Estudios Sociales Contemporáneos N° 9. Mendoza.
[1] Para ampliar, ver Duek, 2007.
[2] Ver Duek, 2009.